La vida con nombres y apellidos PEDRO DE LA HOZ Cuenta el doctor Rodolfo Rivera que en medio de la noche del 13 de agosto pasado vio entrar a aquella señora con las manos en el pecho y el gesto anhelante. Un dolor anginoso agudo indicaba la presencia de complicaciones coronarias. Afuera el viento comenzaba a silbar una tonada amenazante. Parecía que todo iba a volar, que las palmas se iban a disparar hacia el cielo. El médico intensivista del policlínico Antonio Guiteras, en el corazón de La Habana Vieja, tomó las riendas del asunto. Con los procedimientos de rigor, el dolor de la paciente fue cediendo. Cuando amainaron los vientos, la ambulancia de guardia la llevó al Instituto de Cardiología y Cirugía Cardiovascular. Una comprobación exhaustiva demostró que sin aquella primera atención de urgencia, la vida hubiera estado comprometida.
Ayer 12 de septiembre, cerca de la medianoche, el doctor Rivera, al frente del policlínico Guiteras, tenía a su tropa lista para cualquier tipo de contingencia. Todos los servicios disponibles de urgencia se hallaban activados. Esa filosofía, implícita en la misma esencia del sistema cubano de Salud, se ha hecho evidente no solo en La Habana Vieja y en los 82 policlínicos de la capital, sino a lo largo y ancho del archipiélago en las etapas que han anticipado el impacto del peligroso meteoro Iván. En la Dirección Provincial de Salud de Ciudad de La Habana, el doctor Carlos Rodríguez Lemus explicó cómo "todas las prevenciones y mecanismo de protección de las vidas se han ido perfeccionando". Se trata de una cadena debidamente estructurada que se pone en movimiento apenas la Defensa Civil declara la etapa informativa y solo concluye cuando se restablece la normalidad posterior al azote del fenómeno natural. "Ante todo —precisó— contamos con los recursos humanos en todos los niveles asistenciales. Si a eso se añade la voluntad de la máxima dirección del país por garantizar los medios, equipos y productos necesarios, podemos afirmar que aún cuando el embate del huracán sea terrible, estamos en condiciones de preservar vidas y afrontar las más diversas circunstancias. "Todo cuidado es poco para dar protección a la población más vulnerable —comentó—, entre las que contamos a gestantes, discapacitados, ancianos y enfermos crónicos." En el momento de entrevistar al doctor Rodríguez Lemus, una importante acción preventiva se estaba llevando a cabo. En el ginecobstétrico América Arias, del Vedado, un grupo de mujeres ingresadas eran trasladadas al hospital Albarrán, de modo que ante posibles penetraciones del mar, como la que aconteció una década atrás, durante la llamada "tormenta del siglo", no afecten la misión asistencial. "Todo este trabajo —puntualizó Rodríguez Lemus— hay que verlo bajo un enfoque sistémico, desde la labor que desarrollan los médicos de la familia en la comunidad hasta el alistamiento de los servicios hospitalarios. Una prueba de que estamos mucho mejor preparados se tiene en la autonomía energética de nuestros policlínicos, los cuales disponen de plantas de servicio que permiten una completa cobertura". En La Habana Vieja, el doctor Rivera sabe que se mueve en un entorno urbano complejo por sus características habitacionales. "Por lo mismo —declaró— no podemos darnos el lujo de dejar nada al azar. Vea usted cómo monitoreamos al detalle desde la calidad sanitaria de los alimentos que se elaboran para los albergados hasta la habilitación de nuestra brigada quirúrgica. Iván no puede tomarnos por sorpresa". 13-9-2004 |