Calor humano para momentos difíciles Texto y foto: DIEGO RODRÍGUEZ MOLINA
Así ocurre en la Isla de la Juventud, donde los más de 18 000 evacuados, la mayoría en casas de vecinos, tienen una historia inolvidable que contar y recordar, esta vez desafiando al terrible Iván, cuyas ráfagas de viento llegaron aquí anoche a los 100 km por hora en la parte Norte y a 95 en Punta del Este, que superaron las velocidades reportadas durante los últimos ciclones y han provocado marejadas en algunas zonas del litoral, aún cuando el fenómeno se hallaba bien distante de este territorio. Caridad Quintanó Jáuregui y sus hijos Eric y Claudia nunca olvidarán esta noche en que fueron acogidos en la confortable vivienda de Berta Sánchez como familia para proteger la vida ante el peligro que representaba el techo de fibrocemento de su inmueble ante un huracán de tamaña categoría. No solo nos sentimos más seguros, sino que tenemos el calor humano que nos da tanto ánimo para soportar momentos tan difíciles, asegura la madre mientras comparte en la sala de este hogar del reparto Nazareno la paciente espera luego de días enteros dedicados a asegurar instalaciones y casas para aminorar los daños de la tormenta. Otros pobladores, como la mayoría de la sureña comunidad de Cocodrilo, a unos 100 km de la capital local, disponían de uno de los nueve centros de evacuación especialmente habilitados en el territorio para este momento. Allí, en el campamento productivo estudiantil Camilo- Che, estaban una descendiente de caimanero, Maritza Swaby Ebanks y su hija Mailenis Margarejo, contentas de las atenciones recibidas, la rapidez con que se actuó para poner a salvo sus vidas y la previsión de concentrar los equipos electrodomésticos en un local adecuado para evitar las afectaciones ante una tormenta como esta. Por la lejanía de este poblado y estar situado en una costa brava, todos sus habitantes fueron evacuados. La abuela Melinda Crower junto a varios de sus nietos y el resto de la familia narra de la ferocidad con que en ese litoral se sienten los ciclones y cuánta confianza inspira hoy la preocupación de nuestra sociedad por proteger de verdad a cada ciudadano sin importar cuánto pueda costar, porque lo que más vale son las personas, así como el desvelo por preservar nuestros bienes, aun en medio de la tormenta, algo que no ocurre en otras partes del mundo, donde los delincuentes y saqueadores hacen de las suyas en momentos como este. Hasta con el médico, enfermera y la planta eléctrica vinimos, subraya el operador de ese quipo, Jorge Luis Morel, para ilustrar los detalles de cómo se organiza la protección de la población, en un esfuerzo que, asegura, no queda ahí, pues después se ve en que nadie queda desamparado y reciben todas las facilidades para reconstruir sus casas, por eso hemos contribuido con tanta disposición a reforzar la seguridad del centro con maderas por fuera de los cristales para resistir mejor los embates de Iván. Aunque anoche los pineros permanecían sin electricidad, dada la fuerza de los vientos, seguían recibiendo por distintas vías y variantes previstas para estos casos, la información y orientación necesarias, mantenían la disciplina requerida y encendían en medio de la oscuridad estremecida por rachas persistentes y lluvias intermitentes, la solidaridad que hace más fuerte a los cubanos frente a la adversidad de la naturaleza. 13-9-2004 |