Santa Cruz a salvo de sus fantasmas ENRIQUE ATIÈNZAR RIVERO
En aquella época la desidia de los gobernantes no garantizó los medios para trasladar a los habitantes de ese pueblo de pescadores, pero este viernes del 2004 ocurría algo bien distinto: amanecía y en la cabecera municipal estaban listos más de 320 ómnibus, camiones y equipos ferroviarios a disposición de los evacuados. Entre estos miles de santacruceños viajó Agustín Martínez, "El Isleño", que retiene en sus octogenarias pupilas el impacto y la tristeza de aquel desastre que vivió con apenas 11 años de edad. "El mar arrasó con todo lo vivo. Familias enteras desaparecieron. El golpe de agua subió tanto que días después de aquel ciclón no se sabía cuantas personas habían desaparecido." Agustín sabe bien que aquel Santa Cruz nada tiene que ver con este que hoy exhibe una sólida base de embarcaciones camaroneras y langosteras, y toda una obra que borró la miseria y la incertidumbre de la gente, que es la más grande riqueza que la Revolución se ocupa de proteger. 11-9-2004 |