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   Batabanó saliendo a flote ANETT RÍOS JÁUREGUI Los caminos no mienten. Pudiera ser que los pobladores no lo perciban con claridad, pero para los extraños las imágenes de regreso a Batabanó, una semana después del desastre, son alentadoras. La marisma enorme que era el Surgidero, el desorden en las calles y en los nervios de la gente, han desaparecido. 
 En Batabanó ocurrieron 94 derrumbes totales y 58 parciales. Los consejos más afectados fueron el Surgidero (con 27 totales), y Camacho y Batabanó (con 25). Todas las personas que están ahora albergadas en casas de familiares y vecinos sienten sobre sí, como es lógico, el peso de esos derrumbes. Así se les ve en el ánimo, pero desde las calles comienza a llegarles el aliento de un panorama más llevadero. El pasado miércoles ya había electricidad y agua en las principales áreas del territorio, según Elidio Lugo, vicepresidente de la Asamblea Municipal del Poder Popular quien explicó a Granma que todas las cadenas de pan funcionan e incluso ayudan a las unidades de Quivicán; se organiza la entrega de tejas, y se han recogido ya varios quintales de plátano, boniato y hortalizas, en las decenas de caballerías dañadas. La labor de limpieza, la cual es evidente, ha sido muy fructífera con el apoyo de brigadas de Cienfuegos y del Ministerio de la Construcción. Pero estamos hablando de un pueblo pesquero. De un pueblo con playa, puerto, embarcadero. Un pueblo que vive frente al mar, lo conoce, ha visto lo suficiente como para temerle. La Empresa Combinado Pesquero Industrial Batabanó produce centenares de toneladas de langosta, pescado, y decenas de toneladas de cangrejo y esponjas al año. Cuando llegó Charley estaban a punto de cumplir su plan langostero. Pero nadie sabe cuál es ahora la situación exactamente, explica su director general, Evelio Amador Rego. El huracán te puede ayudar mucho, o perjudicar, dice. Habrá que esperar a que los pescadores regresen de revisar las redes de presa, los refugios artificiales. Algunos de estos refugios, de guano y fibra lisa de techo, ubicados en el fondo marino, pueden ser arrastrados por la corriente con fuerza. Según Amador, a veces se encuentran en otras zonas, repletos, o simplemente desaparecen. A partir de ayer en la mañana los barcos comenzaron a salir al mar. Solo una embarcación sufrió daños leves (una rajadura en el casco) y permanece varada hasta que pueda recuperarse. El resto de la flota está en perfecto estado. No sucedió lo mismo con los centros de acopio, ubicados mar adentro entre dos y ocho horas de viaje marítimo en embarcaciones de la empresa. De los cinco centros existentes, uno fue "barrido" completamente mientras un segundo sufrió afectaciones de un 50%. Hasta ayer no se había podido hacer nada para recuperarlos pues se esperaban los recursos necesarios. En cambio se trabajaba en las cubiertas de las naves, principalmente la del astillero que perdió un promedio de 350 fibras de techo. En el puerto de Batabanó desde el martes se reiniciaron la carga y descarga, mientras que el transporte de pasajeros comenzó a funcionar desde el sábado 14 de agosto. Con tres viajes diarios a la Isla de la Juventud se restableció todo el pasaje atrasado a causa del huracán, según Alberto Delgado, director de Pasaje del área. Los canales del embarcadero todavía tienen esa coloración oscura, mezcla de agua de lluvia, densa, revuelta. En las calles del Surgidero aún no hay orden total, pero sí desapareció la humedad, y las marcas del mar que entró son más difíciles de rastrear. Elidio Lugo cree que el próximo lunes ya todo estará de vuelta a la normalidad. Una normalidad necesaria para enfrentar otros problemas de solución mucho más demorada. 21-8-2004  |