San Antonio de los Baños La Villa del Humor comienza a sonreír SILVIA BARTHELEMY Cuentan que hasta ayer casi nadie reía en San Antonio de los Baños. Por sus estrechas calles la gente andaba cabizbaja, triste. Charley había pasado por allí devastando viviendas, techos, derribando postes eléctricos, dejando sin agua y luz a toda la población. Las plantaciones de tabaco, cultivos varios y cítricos, fueron seriamente afectadas. Claro, ¿de qué reír?
El parque de los Molinos, emblemático lugar donde los amigos se reúnen en las tardes para contarse chistes e improvisar tertulias, estaba cubierto por ramas de árboles caídos. El pueblo, que siempre ha sido jovial, había perdido también la alegría. Pero este miércoles todo comenzó a cambiar. Ya el trabajo de recogida de desechos sólidos empezaba a mostrar las calles más despejadas. De casa en casa corría la noticia de que varias brigadas de linieros laboraban en el pueblo y sus inmediaciones para restablecer el fluido eléctrico, que desde el amanecer el agua llegaba a algunas zonas, pues dos fuentes de abasto estaban activadas (el 70 % de la población ya recibe agua), la producción del pan se normalizaba con el uso de plantas eléctricas y los productos secos de la canasta básica familiar (arroz, granos, aceite, azúcar) comenzaban a distribuirse. San Antonio volvía a sonreír... UNA GRAN FAMILIA Hasta la Circunscripción 51 del Consejo Popular Oeste Urbano llegaron los reporteros. Una comunidad de 576 habitantes donde viven pinareños, orientales, habaneros y el 70% de sus pobladores se dedica al cultivo del tabaco.
Allí, zona de gente laboriosa, sencilla, humilde, todavía se recuerdan los fuertes vientos del huracán Charley que afectó a nueve familias y 32 viviendas. Pero ellos nunca perdieron las esperanzas. A su lado siempre estuvo Carlos Ramón Beltrán, el delegado del Poder Popular, orientando qué hacer, tendiendo su mano, ofreciendo respuestas claras y precisas a las inquietudes, recorriendo el barrio para conocer las necesidades de su gente, brindando apoyo de amigo, ese que tanto se necesita en los momentos difíciles. Carlos Laborde y su esposa Xiomara Pérez recuerdan agradecidos la colaboración del delegado. Fue la primera visita que recibieron casi al amanecer del viernes después de que el huracán derribó el techo de su vivienda. Para el matrimonio aquellos días difíciles y tristes son historia pasada. En el momento de nuestro recorrido se encontraban reparando el techo de la casa con tejas de asbesto cemento ofrecidas por el Gobierno y entregadas esa misma mañana por el delegado. No hay tiempo que perder, dijo Carlos, ya quiero dormir en mi casa y para eso trabajaremos duro. Junto a él estaban vecinos y familiares, que en gesto solidario habían ido a tenderle la mano, como días antes lo había hecho Rosa Lisa López, quien los acogió en su casa desde el momento en que perdieron el techo. La gente reaccionó como esperaba, comentó el delegado. Todo el que ha podido apoya a los más perjudicados. Así somos los de por aquí: una gran familia que gusta de vivir en armonía y ayudar, alegres por excelencia. Yo estaba preocupado pues hace seis días que no veía a mi gente sonreír, pero esta mañana ya lo han hecho.
19-8-2004 |