Eléctricos en línea de alta tensión HAYDÉE LEÓN MOYA Qué manera de esos hombres darle vida a la jornada en las cercanías de la termoeléctrica Máximo Gómez. Allí, casi a la entrada del poblado del Mariel, en la provincia de La Habana, 70 trabajadores de la Empresa de Construcción de la Industria Eléctrica (ECIE) laboran afanosamente en el restablecimiento de las torres de alta tensión que los vientos de Charley tiraron al piso en la madrugada del viernes último.
"Esto es de oscuro a oscuro y sin descanso", dice Abelardo Castillo, un gordito manzanillero de nacimiento y casi habanero por el deber. Es jefe de una brigada de ensamblaje. Habla poco, pero sus palabras ilustran bien el ritmo con el que hace más de 48 horas trabajan eléctricos de Ciego de Ávila, Matanzas, Villa Clara y Ciudad de La Habana para crear las condiciones que permitan reponer 26 torres de 220 000 voltios, que a pesar de estar diseñadas para soportar vientos de hasta 200 kilómetros por hora, no resistieron la fuerza destructora de Charley. "Cuando hay averías en cualquier parte del país, los eléctricos no dormimos", agregó. Junto con las torres quedaron fuera de servicio las dos líneas de salida (Mariel-Habana y Mariel- Pinar del Río) de la Máximo Gómez, que desde entonces no genera los 400 MW de electricidad que diariamente aporta al Sistema Electroenérgético Nacional. Ellos, que integran cinco brigadas de linieros, ensambladores y otros obreros especializados, técnicos e ingenieros, eléctricos todos, se encuentran albergados en el Tecnológico América Libre, del Mariel, donde corren la misma suerte de muchos habaneros y de todos los pinareños, sin corriente eléctrica y con escasez de agua. "Tenemos poco tiempo para hacerles caso a los mosquitos, al calor y a la oscuridad, así estaremos hasta que todos los pinareños y habaneros tengan luz eléctrica", manifiestó Mariano Hernández, jefe de brigada, de Matanzas, mientras arrodillado apoyaba a uno de los soldadores en el ensamblaje de la primera torre. Laboran más de 14 horas diariamente, con la disposición de quien sabe la importancia de su entrega. El ingeniero eléctrico Roberto Alfonso, director de la Unidad Empresarial de Base de Occidente, perteneciente a la ECIE, y a pie de obra desde el mediodía del viernes último, cuando llegaron las primeras brigadas para iniciar la recuperación, explicó a Granma que actualmente trabajan en retirar las estructuras, cables y aisladores destruidos, y en la preparación de los platos o bases de cuatro torres, y en una ya están en la fase de ensamblaje para su posterior montaje.
Pero es un trabajo duro —dice— porque fueron convertidas en una mole de acero galvanizado ocho torres de la línea Mariel-Habana y 18 de la línea Mariel-Pinar del Río. Son estructuras de 35 metros de altura y de entre 11 y 30 toneladas de peso, y muy costosas, además, pues se valoran en alrededor de 25 000 dólares cada una. Es grande y peligroso el movimiento de pesados equipos de izaje y de los buldózer y camiones desbrozando el área a un costado de la carretera Panamericana, en las cercanías de la Termoeléctrica del Mariel, a unos 70 kilómetros al Oeste de la ciudad de La Habana, y a más de 100 de Pinar del Río. Nada está terminado, pero se trabaja para garantizar seguridad y calidad en cada fase, asegura Alfonso. Aun con la garantía de los recursos, agrega, demora unos seis días el restablecimiento de Mariel-Habana. Para agilizar la solución de la electricidad a la provincia de Pinar del Río en estos momentos trabajadores de la Organización Básica Eléctrica de ese territorio laboran intensamente en la sustitución de cables partidos y aisladores destruidos en la línea de 110 000 voltios, que no tuvo afectaciones en los postes de hormigón que la sostienen. Después de esos trabajos, que se calcula puedan realizarse en unos seis u ocho días más, será posible comenzar a dar servicio a esa provincia, que cuando pierde esta línea queda completamente fuera del sistema, por su ubicación en uno de los extremos de la Isla. Hoy se sumarán a los villaclareños, matanceros, avileños y habaneros que trabajan en Mariel, brigadas de la provincia de Cienfuegos. Son todos eléctricos, como aquellos. Cuando se les llama puede que se les quede en casa un par de medias, o la toalla, como les sucedió a muchos de los que están desde el viernes allí, pero ninguno olvida los guantes, la faja de seguridad o el casco. Tienen un don especial para movilizarse, por eso está muy bien que les llamen eléctricos. 16-8-2004 |