Una noticia recorre Puerto Príncipe: fue hallado un
hombre con vida debajo de los escombros luego de 14 días del
terremoto. Pareciera entonces que la palabra sobrevivir
camina de la mano de cada haitiano. Se impone salir ileso
del infierno de este mundo.
Historias de deseos de vivir sobran. Ahí están la del
joven que sobrevivió 12 días tomando refrescos y comiendo
sobrantes de aperitivos, entre la ruinas del Hotel Napoli;
la de Patrick Alhston, profesor de Química, a quien
encontraron luego de excavar 12 metros de escombros; la de
Benito Revolus, atrapado durante cinco días con un pulmón
perforado; la de Exantus Wismond, que permaneció 11 días
bajo una pieza de concreto; o la de Elizabeth, que con solo
15 días de nacida sobrevivió una semana entre las ruinas de
su casa en Jacmel.
Hoy suman 132 las personas encontradas con vida entre los
escombros. Sin embargo, suman más de un millón las que
continúan intentando sobrevivir en las calles y plazas de
Puerto Príncipe, cuando el hambre fustiga y la intemperie
cala. No es raro descubrir en esta capital a decenas de
haitianos corriendo tras los camiones que distribuyen la
poquísima comida. Cuando la orden de repartir se lanza,
empieza la odisea por alcanzar, se impone la fuerza y puede
que muchos solo encuentren unos pocos granos desperdigados
por el piso. Otros volverán a sus quimbos con las manos
vacías.
Y en ese intento por sobrevivir, lo que antes fue una
sábana extendida en la plaza para taparse del sol y guardar
las pocas pertenencias, hoy se convierte en un espacio más
"confortable". De un lado a otro caminan los lugareños
buscando entre los escombros cualquier cosa con qué
resguardar a los suyos: pedazos de tablas, de zinc, de
plástico... van conformando ranchos que parecen eternizarse
en los parques haitianos.
Para otros, la supervivencia está en las puertas de
cualquier embajada. Desde hace 15 días, misiones como la
francesa, la canadiense o la norteamericana exhiben eternas
colas en sus alrededores. Muchos tiran allí frazadas para
dormir junto a sus pequeños, mientras esperan el permiso de
salida.
Se trata solo de sobrevivir, entre escombros o miserias,
pero siempre sobrevivir.