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Haití: el infierno de este mundo XX

26 de febrero de 2010

Un mes después del terremoto

Haití: El infierno de este mundo (XXII)

Leticia Martínez Hernández
Fotos: Juvenal Balán
(Enviados especiales)

¿Qué pinta un payaso entre escombros y miseria? ¿A que viene? ¿Pretende ayudar con un traje extravagante? ¿Acaso Haití, además de infierno de este mundo, es una carpa de circo? ¿Qué trae para ofrecer este hombre larguirucho y de moño azul? A Jacko parece no importarle estas preguntas, prefiere hacer reír y que respondan entonces las carcajadas de cientos de niños.

Jacko, el payaso canadiense que alegra a los niños de Puerto Príncipe.

Jacko es casi un loco, pero de felicidad. Todos lo miran con rareza en este Puerto Príncipe devastado y triste. De un lado a otro, de un campamento a otro, de una carpa a otra, va este hombre feliz con sus pantalones inflados, zapatos inmensos y nariz roja. Jacko solo quiere hacer reír, le obsesionan las carcajadas.

Llegó hace pocos días desde Canadá, y aunque antes estuvo en Bosnia, Kosovo, Croacia, China e Indonesia cuando el tsunami, dice que los pequeños haitianos son como soles. "Cuando los vemos reírse, maravillarse, sentimos que es el mejor pago que pueden darnos". Y Jacko sí sabe del bien que hace la sonrisa, del peso que puede librarse con cada carcajada: "Yo soy payaso desde que salí al mundo. Mi mamá me cuenta que cuando nací, producto de una alergia se me inflamó la cabeza, me llevaron al hospital y el médico le dijo: "Francoise, usted ha parido un payaso". Con 14 años empecé a hacer payasadas, ya voy por 35 años".

Cuenta Jacko que es un Payaso sin Fronteras. ¿Y eso qué es? le pregunto. Había escuchado de médicos sin fronteras, de periodistas sin fronteras¼ pero ¿de payasos también? "Somos voluntarios de siete países, de España, Francia, Canadá, Estados Unidos, Irlanda, Bélgica y Suecia. Vamos por el mundo haciendo reír".

Y es cierto, personajes como Jacko se ven en campamentos de refugiados de todo el mundo, en conflictos bélicos, en situaciones de emergencia. Les guía una frase: "Sonrisas donde hay lágrimas."

Bajo ese precepto llegó Jacko al barrio de Cité Soleil, para muchos el mismísimo corazón del infierno, donde miles de personas viven en la más vergonzosa miseria y la violencia encuentra reinado.

—¿No te dio miedo, Jacko?

"Cierto que en barrios tan pobres hay personas muy peligrosas, pero en todas las partes del mundo donde hemos ido, la gente armada depone las armas y nos dejan pasar. Al final se ríen tanto o más que los mismos niños".

Llega la noche, y la felicidad que desborda Jacko en medio de tanto dolor no se desprende de mis ojos. ¿Qué estará haciendo a estas horas? ¿Seguirá riendo? Unas palabras encontradas en Internet, y escritas por otro payaso sin frontera, vuelven a recordar a Jacko, y entonces me voy a dormir también sonriendo: "Una nariz roja en medio de un universo de pólvora y agresividad es una apuesta por el ser humano. En medio de los fusiles y de los tanques un payaso parece no pintar nada, pero es entonces cuando quizá también podamos preguntarnos quién es quien pinta menos en la vida de los hombres, ¿qué nos hace menos falta: una nariz roja o un fusil?"

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