Y es que la tragedia de Haití parece no
tener fin. Ahora cuando suman más de un millón las personas
sin casas, comienza una temida temporada de lluvia, que
podría llevar a límites insostenibles la catástrofe que
desde el 12 de enero, vive este país. El agua que tantos
auguraban comenzó a caer. Todas las tardes terminan aquí en
infernales aguaceros que empapan lo poco que les quedó a los
sobrevivientes del sismo, y comienza a correr río abajo por
aquellas riveras que escogieron muchos para armar sus
quimbos. Recorrer las plazas que mal refugian a miles de
desplazados cuando la lluvia arrecia es asistir al infierno
de los tantos que se juntan bajo techos menos endebles
mientras suplican porque amaine el temporal. De tantas
ausencias que sufre esta pobre gente, no contar con planes
de evacuación parece entonces una más.
Cuando llega esta época, para los cubanos
que colaboran aquí es tiempo también de ajustarse el cinto,
de desengavetar los planes de reducción de desastre y hacer
letra diaria la palabra prevenir. Nadie olvida los malos
ratos sufridos en Gonaive en septiembre del 2008, cuando las
inundaciones ahogaron la ciudad y el barro sepultó a miles
de cuerpos. Entonces algunos compatriotas pasaron más de 18
horas encima de techos, mientras otros tantos hacían lo
indecible para socorrer en los lugares más altos a las
víctimas de una de las peores inundaciones de la historia de
Haití. Con los aciertos y desaciertos de aquella catástrofe
que vio como el agua subió hasta más de dos metros de altura
comenzó el ejercicio Meteoro, que esta vez traspasó las
fronteras patrias para hacerse efectivo en un país que ha
vivido todas las desgracias naturales posibles, y está
considerado entre los más vulnerables del mundo.
Con estos precedentes, los colaboradores
cubanos de la ciudad de Gonaive ejercitaron la evacuación de
equipos, medicinas y personal médico del hospital
comunitario de referencia de Raboteau, además de la limpieza
de tragantes, el aseguramiento de ventanas y la colocación
de sacos de arenas para impedir la entrada del agua en las
casas donde viven. El puesto de dirección del departamento,
también puso en práctica la fiabilidad de las comunicaciones
con cada una de las comunas del territorio. Y hubo tiempo
para debatir también sobre las vulnerabilidades locales,
esas que podrían convertir una inundación aquí en una
tragedia de magnitudes indescifrables. Entre ellas, los
médicos cubanos especificaron un cuadro higiénico
epidemiológico muy deteriorado, la insalubridad de los
inmensos vertederos, la ausencia de un sistema de acueducto
y de alcantarillado, y la incorrecta disposición de los
desechos, que en caso de inundación podrían desatar grandes
epidemias.
Hasta el más mínimo detalle se tuvo en
cuenta este domingo en Gonaive. Desde lo imprescindible de
la reserva de agua, alimento y combustible que podrían ser
la tabla salvadora de nuestros médicos durante las horas más
difíciles, hasta el lugar donde montar la sala de partos
cuando las aguas invadan los salones convencionales, o la
instalación de un nuevo teléfono satelital. De esa forma se
engranaba el entrenamiento previo al ejercicio mayor que del
22 al 25 de junio se realizará en la totalidad de los
departamentos con todos los colaboradores de la misión
estatal cubana en Haití.
Así, mientras por el momento sea imposible
reforestar las montañas que circundan este lugar por donde
bajan temibles aluviones, o aliviar tantos años de pobreza
acumulada, los médicos cubanos se alistan para reducir
riesgos, al tiempo que brindan una atención de excelencia.
Prever en Haití va siendo parte de su cotidianidad.