15 de
mayo de 2010
Promesas cumplidas
LETICIA MARTÍNEZ
HERNÁNDEZ y JUVENAL BALÁN (Foto) (Enviados especiales)
PUERTO PRÍNCIPE, Haití.— Gonaive es un lugar
triste. Es uno de esos sitios adonde vas con la certidumbre
de que no sonreirás ni de casualidad. Es que la tragedia
parece haber hecho sede en esta tierra. En Gonaive nadie
olvida las inundaciones que año tras año arrasan, tampoco
los cuerpos que bajo el lodo enmudecieron, ni las eternas
horas sobre los techos mientras las aguas calman tanta
furia, aunque aquí no es necesario dar cuerda a los
recuerdos para avistar pesares. Allí siguen las montañas sin
árboles cercando la ciudad y recordando los aluviones que
por ellas bajan; los niños descalzos con barrigas hinchadas;
las calles sin asfalto; el polvo invadiéndolo todo; las
casas levantadas a retazos de una penuria demasiado infame;
la violencia pintando de rojo los barrios...
Pero esta vez Gonaive, tan enlutada siempre,
sonrió. Tuvo que hacerlo cuando Ruth, Logista, Gerald y
Zamor volvieron a andar luego de tanto llanto, luego de que
el mundo de no caminarlo se les estrechara, luego de que el
sismo de enero cercenara sus cuerpos y también sus almas.
Sucedió donde Cuba levantó un hospital luego de una de las
inundaciones más temibles vividas en Gonaive, en uno de sus
barrios tildados de rojos, donde según cuentan no entró
nunca ni la policía. Y aunque la pobreza siga ofendiendo
tanto, las cosas han cambiado allí desde que los médicos
cubanos recorren sus calles. A ese hospital, abierto a todos
hasta para dormir bajo el techo de su portal o estudiar con
la luz de sus lámparas, llegaron los muchachos para recibir
las prótesis que los devolverían a la vida. Desde que Cuba
les prometiera que caminarían de nuevo se asieron otra vez a
la esperanza sacudida. Por eso Gerald cuando recorrió los
pasillos del hospital, esta vez con sus pasos y no en la
silla de ruedas que creyó eterna, no tuvo más que decir:
"Estoy feliz, porque el gobierno cubano cumplió su promesa".
A Logista muchos la dieron por muerta cuando
su hemoglobina bajó a dos. Le habían amputado una pierna, y
el pronóstico de la otra no era alentador. Pero por esos
recovecos felices que tiene la vida, esta joven hermosa
llegó al hospital de Gonaive luego de que en Puerto Príncipe
no encontrara alivio en medio del caos. Allí se topó al
enfermero José Enrique, quien le donaría su sangre cuando
perdió el aliento; al ortopédico Gustavo Fonseca y al
intensivista Osviel García, que le salvarían la vida y su
otra pierna. Son estos mismos "padres que Dios me trajo",
según dice, los que la sostienen para que pueda probarse la
prótesis. Pero Logista aún no se recupera por completo de
los fijadores que usó. Le duele cuando se apoya, y entonces
le explican que deberá esperar a sanarse. Sin embargo, sus
días en la cama del hospital no serán tan tristes como
antes, pues bien cerca de ella guarda la prótesis que la
hace soñar con el día que regrese a la escuela, a sus
amigos, a la vida...
Dicen que Ruth no paraba de llorar cuando a
sus 19 años perdió una pierna, aunque eso parece haber sido
hace tiempo pues ahora no se cansa de reír, tampoco de
caminar de un lado a otro. Quiere que sus doctores la vean,
quiere que su novio Stevenson vuelva a ver la sonrisa que
hace dos años lo cautivó. Y es tan presumida esta muchacha
que le pide ayuda para bajar la pata del pantalón que cubre
su nueva prótesis. Quiere volver a estar linda, más que eso
quiere volver a una vida normal, a una vida donde los
cubanos tendrán un lugar eterno porque: "me regresaron la
felicidad".
Pareciera que los milagros vuelven a
encontrar el camino que lleva a Gonaive. Eso lo presentí
cuando el doctor Denis Estrada le probó las prótesis a Zamor,
una muchacha elegante que impresiona por sus ojazos. Ella
tomó sus muletas, se paró de la silla, tembló, dio un paso,
dos, tres...
¿Estás cansada? le pregunta Denis. "Estoy feliz, doctor",
contesta ella. Y sigue su paso. Todos la aplauden, los
médicos no creen que la joven que perdió sus dos piernas
esté caminando. Su fuerza de voluntad alecciona a todos.
Entonces me convenzo de que el infierno de este mundo no es
tan infernal cuando las promesas llegan a cumplirse. |