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9 de abril de 2010
Mujeres que estremecen
LETICIA MARTÍNEZ
HERNÁNDEZ
foto: JUVENAL BALÁN
(Enviados especiales)
PUERTO
PRÍNCIPE, Haití.— Cada vez que las veo no puedo hacer más
que reverenciarlas por inmensas, por triturar cualquier mito
que las condena a sexo débil, por empujar con su empuje al
hombre que aquí también se cansa, se deprime... Vuelvo
entonces los ojos al bardo que tan atinadamente cantó a las
mujeres que estremecieron sus días, esas "que la historia
anotó entre laureles, y otras desconocidas gigantes, que no
hay libro que las aguante".
De tales mujeres supe en Haití, en esta
tierra triste y zarandeada una trágica tarde de enero, que
amaneció desde entonces con la sonrisa contagiosa de las
cubanas. No es difícil, diría que cotidiano, verlas
zapateando los asentamientos más ensombrecidos y pobres de
este país, donde la miseria ofende, donde el llanto de los
niños eriza la piel, donde el sufrimiento de las haitianas
encoge el corazón, donde la violencia del más fuerte puede
encolerizar...
Hasta allí han llegado nuestras mujeres
ataviadas con sus batas verdes, con las pesadas mochilas
repletas de medicamentos, con las botas rudas, las gorras
ceñidas hasta media frente. Entonces no resulta quimera
hallarlas hermosas, presumidas, cuando a pesar de la
vestimenta de campaña llevan el cabello bien peinado, las
uñas arregladas, los labios pintados. Cada vez que llegan
para sanar, de las manos de estas mujeres cubanísimas, y
bellas por demás, se cuelgan tantos niños que a veces es
difícil contarlos. Pareciera que llegara el cariño, que tan
escapado anda de esta tierra, convertido en mujer, en Isla,
en Cuba. Y son ellas mismas las que, luego de una jornada
agotadora, despiden el día bajo una carpa.
Así ha sido durante casi tres meses, en los
que el empeño de nuestras cubanas mucho ha estremecido a
quienes tienen hoy el privilegio de vivirlas, bravas y
sensibles, sanando a deshora y por doquier. De ellas su
Patria también se enorgullece. |