8 de abril de 2010
Médicos cubanos en Haití
Los alivios de Daisan
LETICIA MARTÍNEZ
HERNÁNDEZ
foto: JUVENAL BALÁN
(Enviados especiales)
PUERTO PRÍNCIPE, Haití – La pequeña Daisan
jugaba a las muñecas en el portal de su casa cuando todo, de
repente, comenzó a moverse. Quiso correr hacia dentro del
hogar en busca del sosiego materno. Las sacudidas no la
dejaban. Pensó entonces salir a la calle. Pero uno de los
juguetes con los que esa tarde retozaba cayó de sus manos.
Regresó a buscarlo. Parte del techo, zarandeado sin
compasión, se desplomó sobre su tobillo. Con apenas seis
añitos Daisan sufría una fractura que le imposibilitaba
caminar desprejuiciada y feliz como las niñas de su edad.
La
pequeña Daisan y Lionel, su segundo papá.
Así de triste fue el andar que una mañana de
marzo llevó a esta pequeña hasta las manos del santiaguero
Lionel Díaz, el licenciado en Fisioterapia que ahora es el
segundo papá de Daisan. Ayer la niña bailaba feliz. Por tal
de no irse de la consulta de Rehabilitación del Hospital de
La Paz se colgaba al cuello de Lionel y le colmaba de besos.
Luego, convencida de que tocaba a otros atenderse, salía del
brazo de su mamá luciendo un caminar seguro. Daisan es una
de esas alegrías que este cubano vive en Haití, gracias al
candor de sus manos y la constancia de su corazón, esta
pequeña volvió a sonreír. Entre la música que Lionel le pone
para contentarla mientras le da masajes, los encontramos a
los dos.
"Cuando Daisan llega, no espera su turno, no
se queda afuera, así yo esté entregando la guardia ella
entra, dice, a ver su papá. Hace tres días vino y me partió
el corazón. Me quitó la fotografía de mi hijo que siempre
traigo en la billetera porque quería tener una foto de su
hermano cubano para dormir con ella cerca. Este lunes me
trajo una foto suya para que se la mande a mi hijo".
Historias como la de Daisan y Lionel se
repiten en la sala de Rehabilitación del Hospital de la Paz,
una de las consultas más visitadas de la institución.
Incluso este viernes santo, cuando muchos acudieron a la
iglesia para pedir a Dios por sus vidas, los pacientes de la
doctora Aracné Bernis no dejaron de ir a verla como cada
jornada. Esta manzanillera, especialista en Medicina Física
y Rehabilitación, comentó a Granma que los haitianos
responden muy bien al tratamiento, son disciplinados, y a la
segunda o tercera consulta es notable la mejoría, quizás por
la virginidad de sus cuerpos ante una atención jamás
disfrutada tan a la mano y tan gratis en una treintena de
salas instaladas en todo el país.
"Los primeros días nadie venía por
desconocimiento. Entonces comenzamos a consultar en las
comunidades que surgieron luego del terremoto. A medida que
los pacientes vieron que aliviaban sus dolores, empezaron a
traer también a los familiares. En febrero y marzo llegamos
a atender más de 100 personas por día, sobre todo con
secuelas del desastre. Actualmente vemos alrededor de 80,
pero no solo con lesiones traumáticas producto del
terremoto, sino pacientes con secuelas de enfermedades
crónicas. Tenemos en tratamiento a una veintena de
hemipléjicos, a niños con parálisis cerebrales y con otras
enfermedades degenerativas".
Uno de los mayores sufrimientos que dejaron
las sacudidas del 12 de enero fueron las miles de personas
amputadas. Todavía laceran las imágenes de quienes llegaron
con el dolor tatuado en el rostro, y los miembros
prácticamente cercenados. Para los médicos fue entonces
momento, por demás difícil, de decidir entre perder una vida
o amputar un brazo, un pie o ambos. Algunos aún no olvidan
las caras de los niños que a sus manos llegaron con la
infección acortando sus horas de existencia. Sin embargo,
para los galenos cubanos la palabra imposible aún no está
escrita. Por eso intentan devolver sueños mutilados aquella
tarde trágica. Los fisioterapeutas y rehabilitadores son hoy
hacedores de sueños.
Comenzamos a captar a todos los pacientes
amputados, dice la doctora Aracné Bernis, para comenzar el
entrenamiento con vistas a ponerles las prótesis. "Estamos
fortaleciendo sus músculos, preparando muñones, dando fuerza
a los miembros que llevarán la prótesis..." Y es que Cuba de
nada se olvida: entre los planes para ayudar a este
vapuleado país está la instalación en los próximos días de
un laboratorio de ortopedia técnica para la confección de
prótesis. Quizás por eso cuando ayer pregunté a la doctora
Ana María Machado, la única mujer ortopédica de la misión
cubana en Haití, si cuando tuvo que amputar a tantas
personas en aquellos primeros días pensó verlos con sus
prótesis, ella sonrió: "Este es mi tercer sismo. Cuba
siempre ha pensado en todo, y en todos".
Fue esa cubana quien ayer me dio la frase
exacta para definir el quehacer de rehabilitadores y
fisioterapeutas: "son nuestra mano derecha, nuestro
complemento". Por eso no es extrañar el alegrón de Franklin
cuando a todos enseña como puede llevarse la rodilla al
pecho, o el caminar desinhibido de Daisan, cuando dice adiós
a Lionel, ese hombre que cada mañana la colma de alivios. |