PUERTO PRÍNCIPE, Haití.— Elizabeth estuvo una semana bajo
los escombros. Con solo 15 días de nacida, esta niña quedó
atrapada entre las paredes de su casa cuando la tierra
haitiana tembló. Micheline Joassaint, su mamá, ya la daba
por muerta cuando un equipo de rescatistas colombianos la
encontró.
La
pediatra Zilda con la pequeña Elizabeth y su mamá.
La bebé había acabado de lactar y estaba conciliando el
sueño en el momento justo en que todo Puerto Príncipe y sus
alrededores comenzaban a estremecerse. Desde ese momento y
hasta el martes 19 no la volvió a ver, la ausencia de llanto
indicaba que la pequeña había fallecido.
Hoy narra la pediatra guantanamera Zilda del Toro,
todavía sorprendida y emocionada, que Elizabeth llegó al
hospital de Jacmel deshidratada, en estado de hipotermia y
con hipoglicemia, a pesar de que los rescatistas habían
canalizado su venita, le habían administrado dextrosa y
habían cubierto su frágil cuerpo con abundante ropa para
darle calor.
"Enseguida le pusimos tratamiento y la pequeña se
recuperó. Todavía nadie puede explicarse cómo Elizabeth está
viva, pues estuvo todo el tiempo sola, sin ingerir agua, sin
recibir calor y la ropa que traía era muy ligera. Pero lo
más sorprendente fue que no recibió golpes. Luego de que le
administramos líquido, empezó a orinar, su estado de
hidratación mejoró, la temperatura se reguló y comenzó a
lactar. Todo esto ocurrió en menos de una hora".
Elizabeth es hoy el milagro de Jacmel, una ciudad situada
a 75 kilómetros de la capital haitiana, donde los médicos
cubanos llegaron hace algunos años, y todavía continúan
salvando vidas luego del devastador terremoto. Pero
Elizabeth no es el único prodigio de este lugar. La puesta
en funcionamiento ayer de un hospital de campaña, se suma a
las acciones que allí realizan nuestros médicos a golpe de
sudor, trabajo, horas sin dormir, y muchos riesgos.
El ortopédico cubano Daniel Lorie, al frente del hospital
de campaña y con la experiencia de haber cumplido misiones
en Paquistán, Indonesia y Perú, nos dice que llegaron allí
con la voluntad de trabajar y proteger a los necesitados de
atención médica.
En
Jacmel está el segundo hospital de campaña de los médicos
cubanos.
Un salón de operaciones estaban montando nuestros médicos
cuando llegamos al hospital de Jacmel. En carpas azules
armaban el segundo hospital de campaña de los cubanos en
Haití. Todo parecía sencillo, pero el traslado de una mesa
de cirugía, que según dicen pesaba más de 500 libras,
comenzaba a complicar las cosas. Se necesitaron siete
hombres para mover la pesada carga por un empedrado y
empinado camino.
En el hospital de Jacmel podía verse a todos en cualquier
tarea sin importar el oficio, solo las urgencias del
momento. El ginecólogo Dionisio cocinaba, Francisco, el
especialista en medicina interna, servía el café, los
estudiantes haitianos montaban las casas de campaña, la
pediatra Zilda atendía a una decena de niños, otros
vacunaban...
Cooperan
también los residentes haitianos que estudian en Cuba.
"Aquí nadie se puede cansar, esa palabra la borramos. Tú
me ves ahora aquí sentado, pero no estoy cansado, estoy
pensando cómo montar mejor el hospital, cómo hacerlo más
funcional", dijo el doctor Lorie.
Así, de un lado para otro estaba la médico Mercedes
Cuello, jefa de la brigada de Jacmel. A esta mujer creo que
nunca la olvidaré, es la primera persona que entrevisto
mientras el suelo tiembla. La segunda réplica del día nos
sorprendió conversando sobre la misión cubana. Cuando
sucedió la primera, Mercedes se encontraba junto a varios
estudiantes haitianos vacunando contra el tétanos por las
calles.
Desde
ayer comenzaron a vacunar
contra el tétanos.
Cuando todo volvió a la quietud siguió Mercedes como si
nada hubiera ocurrido: "Estamos en una fase de recuperación.
En el día de ayer llegaron ortopédicos, cirujanos,
instrumentistas y un nuevo grupo de residentes que estudian
en Cuba. Comenzamos a hacer labor preventiva, a dar
instrucción sanitaria y a vacunar".
Comenta Mercedes que los días siguientes al terremoto
fueron sombríos, que se quedaron sin casa y que desde ese
momento duermen bajo lonas, pero regocijos como el parto del
día 12 de enero la hacen sonreír. Lo mismo sucede con el
ginecólogo Dionisio Fernández, quien ya ha realizado cuatro
cesáreas y siete partos desde la sacudida del terremoto
hasta hoy, algunos de ellos obligadamente hechos con las
mínimas condiciones, porque no hay otras.
Por eso el doctor Lorie, miembro de la Brigada Henry
Reeve, no deja de enorgullecerse de los galenos de su
tierra, de los que recién llegan y de los que están batidos
desde el temblor, eso lo hemos hecho siempre.
Quizás sin pretenderlo, el doctor Lorie reconoce a
nuestros médicos que duermen en casas de campaña y conviven
con la población. Son estos galenos los que comenzaron ayer
a operar a los más de 30 haitianos que desde hace ocho días
esperaban por una cirugía ortopédica.
Por ellos puede hablarse hoy de milagros en Jacmel.