21 de enero de 2010
Los ojos de Valery son los de Haití
Leticia Martínez Hernández
Fotos:
Juvenal Balán
(Enviados especiales)
PUERTO PRÍNCIPE, Haití.— Desde hace nueve días Valery
siente dolor. Las paredes de su casa se hicieron trizas y
uno de los bloques fue a dar contra su abdomen. Este niño de
solo diez años esperaba ayer por que un médico cubano lo
atendiera; su mamá, mientras tanto, le pasaba la mano por el
vientre hinchado. Valery ya no lloraba, sus fuerzas se
habían agotado, y sus ojos, como su país, transmitían mucha
desesperanza...
Quizás
la inocencia no permita a estos niños darse cuenta de la
tamaña tragedia que sufre su país.
En una tienda de campaña ubicada en las afueras del
Hospital Ofatma, los galenos cubanos atendían a todos. Pero
el caso de Valery los había alarmado, parecía complejo y en
juego estaba la vida del pequeño. Enseguida avisaron al
cirujano Luis Alberto Ojeda, quien luego de un
reconocimiento dijo: "Tiene un trauma abdominal, al parecer
sufre alguna perforación en las vísceras, además está muy
anémico. El caso es grave."
— ¿Qué sigue entonces, doctor?
"Cirugía urgente. Tiene nueve días de sufrir el trauma.
Los haitianos poseen una gran resistencia física, no acuden
rápido al médico, su deuda de salud es grande, y aquí están
las consecuencias."
"No dudes que haremos todo lo posible. "
Protegido por esta afirmación va Valery hasta el salón de
operaciones. Allí lo espera un equipo de especialistas
cubanos decididos a devolverle los juegos, la risa y esa
mirada llena de vida que distingue a los pequeños de su
edad. Ojalá que cuando volvamos pueda decirnos quién fue el
médico que lo salvó.
OFATMA ASALTADO POR LOS CUBANOS
Dicen que Ofatma es un hospital para gente rica. Pero las
sacudidas del terremoto tambalearon demasiadas cosas en
Haití. Allí sanan hoy los médicos cubanos a todo el que
llega adolorido. Uno de ellos fue Vendis, otro niño que con
un traumatismo craneoencefálico, tenía pocas esperanzas de
sobrevivir.
El
pequeño Valery es atendido de urgencia.
su mamá no sabía si lo había atendido un médico cubano.
Pero al santiaguero Carlos Placencia eso no le preocupaba.
Había acabado de curarlo y la mejoría del muchacho le
bastaba para sentirse reconfortado. Estos días para él han
sido interminables, y haber podido salvar a tantos le alivia
cualquier sinsabor.
A las puertas del salón habilitado hacía solo unas horas
en Ofatma, estaba el ortopédico William Álvarez; el sudor
que corría por su frente y las pronunciadas ojeras delataban
mucho cansancio. "Estuve en Paquistán cuando el terremoto
del 2005, pero lo que sucede en Haití no tiene comparación.
Este país está totalmente devastado, fuimos casi los
primeros en llegar y los casos han sido muy complejos, con
muchas lesiones causadas por aplastamiento y hemos tenido
que hacer un sinnúmero de amputaciones", comenta.
A su lado está la enfermera Marta Proenza. Mientras se
acomoda los guantes para la próxima intervención quirúrgica,
esta holguinera no oculta las lágrimas cuando habla de sus
días en Haití. Quise preguntarle si sabía de sus hijos en
Cuba, y terminé cometiendo una tremenda indiscreción.
también recibí la mejor de las lecciones:
"No pude tener hijos. Ahora mis hijos son mis pacientes."
¡Qué grandes son nuestros médicos! ¡Qué orgullosa tiene
que sentirse Cuba de ellos! ¡Qué afortunado es Valery, que
en medio de tanta tragedia puede contar con ellos! |