Portada

 De nuestros reporteros

Haití: el infierno de este mundo

 Galerías

 Conozca Haití

 Mensaje de los Cinco

De nuestros reporteros

19 de marzo de 2010

Después del terremoto en haití

Casas a prueba de sacudidas

La Alianza Bolivariana para los Pueblos de nuestra América entrega al gobierno haitiano 88 viviendas, el primer grupo de un total de 500

LETICIA MARTÍNEZ HERNÁNDEZ y juvenal balán (fotos), enviados especiales

PUERTO PRÍNCIPE, Haití.— Dicen las leyes del periodismo que los números agobian al lector, que enrevesan la lectura. Sin embargo, a veces, unas pocas cifras urgen para cuantificar la tragedia y, de paso, ser certeros en las conclusiones. Apunta la página web www.terremotochile.com que el sismo en Chile fue 500 veces más fuerte que el de Haití. El del Caribe causó alrededor de 300 000 muertes; el de Concepción, cerca de 700. Tal absurdo es explicable: sacuden más fuerte los años de miseria, esos que no pueden ser medidos en escalas de Richter, pero sí en vidas marcadas y lastradas hasta el agobio.

Foto: LETICIA MARTÍNEZ HERNÁNDEZLa obra ha permitido contratar a más de 600 obreros haitianos.

Haití era tragedia antes del 12 de enero del 2010. La catástrofe se guarecía, de la mano de millones de haitianos, bajo los techos y paredes endebles de sus precarias viviendas. Fueron ellas las guillotinas que aquella tarde trágica cercenaron los cuerpos de cientos de miles. Y es que la magnitud de los terremotos es solo una parte del problema; la otra radica en la debilidad de las construcciones: premisa más que demostrada aquí donde la muerte quedó entre los escombros.

Argumentan conocedores del tema que en Haití son frecuentes las edificaciones levantadas sin respetar las más elementales normas de construcción, menos las antisísmicas. Abundan las casas erigidas con poco cemento y mucha arcilla, sin cimentación, con cabillas débiles y columnas desproporcionadas. Todo ello condicionado por la miseria, y el consiguiente desconocimiento de quienes deciden levantar con manos propias sus viviendas.

Fueron muchas las construcciones, nuevas y añejas, que aquel martes fueron al piso y ahogaron en polvo a la capital haitiana. En otras, todavía en pie, las fisuras de sus paredes aconsejan no volver a entrar más. Dentro de tal panorama de destrucción, la "terquedad" de 88 viviendas que se mantuvieron en pie luego de las sacudidas llega a asombrar. Después del terremoto, sus proyectistas, constructores y arquitectos durmieron tranquilos pues las casas estaban concluidas, solo faltaban los viales, y habían respetado cada detalle. La ausencia allí de la más mínima grieta así lo confirmaba. Se trataba de la Villa La Renaissance, un sueño de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de nuestra América dirigido a Haití, uno de los países más vapuleados del continente.

DE AYUDAS DURADERAS Y ANTISÍsMICAS

Cuando en marzo del 2007 el Comandante Hugo Chávez visitó este país, una idea comenzaba a gestarse. Se trataba de la edificación en tierra haitiana de 500 viviendas. Hoy están listas, y hermosas, las primeras 88 casas en la Villa La Renaissance, ubicada a escasos kilómetros de Puerto Príncipe, y construidas por la Constructora del Alba Bolivariana, una empresa mixta cubano-venezolana.

Bárbaro Pérez y Josué Limendux chequean hasta el más mínimo detalle.

Elio García, representante legal de la Constructora, dijo a Granma que el proyecto se encuentra en una primera fase que "incluye 128 viviendas, de las cuales tenemos 88 listas. Las próximas 40 deben entregarse a inicios del mes de mayo. Estas viviendas se donarán al gobierno haitiano, que decidirá cómo repartirlas". Explicó García que construyeron un pozo de agua para abastecer, también, a las 300 viviendas que colindan con la comunidad. Hicieron todas las instalaciones eléctricas, un pozo séptico para tratar los residuales, áreas para los jardines y los viales. Esta obra permitió ofrecer empleo a casi 600 constructores haitianos.

Las viviendas cuentan con dos dormitorios, baño intercalado, un patio interior y una sala, comedor y cocina ubicados en un solo espacio amplio pues, como consideró la arquitecta María del Carmen Despaigne, a pesar de que las casas están diseñadas para cuatro personas, las familias haitianas son numerosas y así pueden acomodar los espacios. Dijo la especialista que aunque fue un proyecto concebido por Cuba y Venezuela, se adaptó luego a la arquitectura de este país. Por ejemplo, hicieron un estudio de colores que priorizó el verde, el naranja, el rosado, y los contrastes claros y oscuros "Los materiales son de muy buena calidad, con pisos de cerámica, y enchapes en los baños, condiciones excepcionales en el contexto de Haití".

Sobre la resistencia de las edificaciones y el hecho de que ninguna sucumbiera a los temblores del sismo, explicó el joven arquitecto Josué Limendux Hechevarría que "son viviendas de un solo nivel, con un sistema fuerte de columnas y vigas, y construidas con hormigón armado. Se estudiaron las características del terreno, mayormente arcilloso y que no ofrece mucha resistencia, por lo que proyectamos la cimentación en balsa para alcanzar esa resistencia".

Agregó Limendux que en la fortaleza de las viviendas intervino también el constante chequeo. "Controlamos siempre la calidad del hormigón para cada elemento estructural, desde la cimentación hasta la cubierta. Comprobamos la resistencia del material. En fin, la comunidad fue proyectada bajo conceptos antisísmicos".

Y es que para lograr lo que es hoy Villa La Renaissance mucho se ha trabajado. Aunque todos coinciden en apuntar que el alma de la obra ha sido el ingeniero Bárbaro Pérez, jefe técnico de la obra, quien descubre y despide al sol a pie de obra. Todos hablan de lo mucho que exige, pero "dobla el lomo" como un obrero haitiano más. "Empezamos a las siete de la mañana y terminamos a las cuatro de la tarde. Aunque los días de fundición nos agarraba la noche.

Aquí en la obra todo el mundo ha aprendido: los cubanos de los haitianos, y viceversa. A la arquitecta María del Carmen Despaigne, con 30 años en la profesión, esta experiencia le ha aleccionado doblemente: "Me choca trabajar con obreros desprotegidos, cuando estamos acostumbrados a lidiar con constructores que se les exige hasta el uso del casco para entrar a la obra. También he aprendido a no esperar sentada a que lleguen los sofisticados equipos para comenzar a construir. Muchas veces hacemos costosas obras que podrían ser más baratas. Aprendí que, sin comprometer la calidad, podemos buscar alternativas".

Así se viven estos días a pie de obra, con el sol picando y la fecha de entrega tocando a la puerta. Es hora de abrir.

Subir