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6 de marzo de 2010

Un mes después del terremoto en Haití

La desgracia tiene rostro de mujer

LETICIA MARTÍNEZ HERNÁNDEZ
foto: JUVENAL BALÁN
Enviados especiales

PUERTO PRÍNCIPE, Haití— Jeane Louis Antonin perdió al esposo aquel martes del sismo. Los temblores de la tierra, que sacudieron también su vida, acabaron con los días de un amor que ya pasaba los 15 años. Hoy esta mujer, optimista hasta el dolor, vive sola en una carpa maltrecha levantada por ella misma en el parque de Dessalinnes. Cada tarde, luego de ganarse la vida, va al hospital a ver a su pequeño, herido desde el 12 de enero.

Jeane Louis se quedó sola en este mundo para criar al hijo. Todas las mañanas, antes del amanecer, sale ilusionada de regresar, al menos, con lo indispensable. La debilidad del niño la obliga muchas veces a llevarle todo el alimento hallado, sin pensar en su propia salud. Mientras, del otro lado de la ciudad, otra mujer, Gabriel Marie, descubre el alba con la ausencia de su pierna derecha, y sin el calor de sus seis hijos a la vera del lecho hospitalario, pues sus retoños conquistan en las calles cada minuto de sus vidas y poco tiempo les queda para atenderla. Marie solo piensa en el día que pueda salir de allí a trabajar también.

Foto: Juvenal BalánLas mujeres haitianas son muy vulnerables frente a la tragedia.

Estas son solo dos historias entre las miles que laceran el alma y duelen más porque sus protagonistas son mujeres muy golpeadas por la vida, por el desastre... Y es que han sido ellas las más vapuleadas por el sismo, en un país donde la miseria y la discriminación las maltrataban desde antes. Todavía no se olvidan aquellas duras imágenes, que tanto recorrieron el mundo, donde muchas haitianas disputaban hasta con los dientes el poco de agua que saciaría la sed de los suyos, cuando la ley del más fuerte imperaba en Puerto Príncipe. O las del bulevar de Dessalines, donde el saqueo hizo reinado y las mujeres también arriesgaron sus vidas entre los escombros de los centros comerciales, para luego lamentarse cuando los hombres les arrebataban lo robado.

Los desastres naturales también incrementan la vulnerabilidad de las mujeres a ser víctimas de violencias y abusos sexuales, más en una nación como Haití, donde según un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo un tercio de las mujeres y las niñas entrevistadas dijeron que habían sufrido violencia física o sexual, más del 50% de ellas tenían menos de 18 años. En consecuencia, luego del sismo se dispararon las denuncias de violaciones en los campamentos de desplazados, cuando la oscuridad y la desprotección de cientos de féminas se volvieron cómplices de malhechores, muchos de ellos fugados de las destruidas cárceles.

Ha sido doblemente fuerte el desastre con las recién paridas y las mujeres embarazadas, estas últimas en mayor peligro de sufrir desnutrición. Según los expertos, debido a los efectos perturbadores de tamaña tragedia, las mujeres no logran amamantar a sus hijos. También el estrés que viven las embarazadas por estos días ha provocado la muerte de muchos fetos.

Pero en medio de la desdicha, las mujeres no se sentaron con los brazos cruzados para ver pasar la tragedia, no podían hacerlo. En un país como este, donde la mayoría de las familias son monoparentales, las mujeres llevan sobre sus hombros el sustento de familias muy numerosas. Cálculos de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) develan que el 43% de las familias haitianas es guiado por féminas.

Por eso no es raro recorrer esta ciudad y verlas llenando mercados con sus productos; cargando en sus cabezas los sacos de carbón, que luego harán prender los fogones del hogar; manejando con destreza las retroexcavadoras que limpian de escombros a Puerto Príncipe, como Lydia Félix, que asombra a más de uno cuando irrumpe con su Caterpillar en las montañas de concreto; o cuidando a los más pequeños en las plazas donde miles se hacinan.

La desgracia en Haití también tiene rostro de mujer. Y cuando este lunes el mundo entero celebre el centenario de la instauración del 8 de marzo como día Internacional de la mujer, quizás Jeane Louis Antonin no recuerde, o no sepa, que ese también es su día. Será para ella otra jornada de mucho sudar, de mucho trabajar, de mucho sufrir...

 

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