3 de marzo de 2010
Un mes después
del terremotoResponsabilidad por
partida doble
LETICIA MARTÍNEZ
HERNÁNDEZ
Foto: JUVENAL BALÁN,
Enviados Especiales
PUERTO PRÍNCIPE, Haití.— Todavía muchos sostienen que salir
a ayudar en lugares golpeados por tragedias naturales y
siglos de mano dura es un paso temerario, un riesgo
inminente... La triste certeza de enfermedades infecciosas,
y muchas otras, allí donde sanan nuestros médicos, han
quitado durante años de entrega solidaria el sueño a más de
un familiar en nuestra Cuba. Pero quizás ninguno de ellos
sepa del desvelo del pequeño team médico que en cada
país sana a quienes sanan. Haití no es excepción.
La
doctora Yoleinis y la enfermera Idalmis atienden a un
colaborador aquejado de paludismo.
A la enfermera intensivista Idalmis Borrero
el terremoto de 7,3 que devastó a Puerto Príncipe, la pescó
a la vera de un médico enfermo, cuidaba su salud cuando la
tierra bajo sus pies comenzó a moverse de un lado a otro. Le
habían acabado de operar una pierna al colaborador, y
todavía la anestesia le nublaba el sentido. Idalmis no dudó
entonces en sacarlo de la sala a como fuera. Todavía hoy
esta cubana duda de dónde sacó tantas fuerzas. Las sacudidas
los tiraban de un lado a otro: hoy los dos pueden hacer el
cuento.
Y es que Idalmis es la enfermera
intensivista del equipo médico responsabilizado con la salud
de los colaboradores aquí. Para ella era cuestión de vida o
muerte llevar al doctor fuera del alcance de las paredes
resentidas que podían caerle encima de un momento a otro.
Desde hace algunos meses esta muchacha guarda un orgullo:
fue elegida para ser parte del selecto y pequeñísimo grupo
de galenos que conforman la Comisión Médica Nacional de
Atención al Colaborador Enfermo, una especie de refugio
feliz para cuando la salud nos juega una mala pasada y no
tenemos un familiar en la cabecera de la cama para
asegurarnos que todo saldrá bien.
Dice a Granma Yoleinis Vázquez,
especialista en Medicina Interna, y presidenta de la
Comisión, que ellos son los responsables de atender a todos
los colaboradores enfermos, de cualquiera de las misiones en
Haití: salud, educación, construcción, pesca, industria
azucarera ¼
El equipo está formado por un cirujano, un
anestesista, una licenciada en enfermería y otra en medicina
interna, especializada además, en cuidados intensivos.
Muchos dicen que son los mejores en sus áreas de trabajo.
Allí ninguno llegó por gusto o por puro azar. Es la vida de
un cubano, desprendido de todo para ir a ayudar, lo que
tienen en sus manos. Ahí pesan la experiencia y los deseos
de trabajar duro y bien. Sin embargo, aún no basta. Solo un
periodo de prueba dice la última palabra.
—¿Cómo funciona la Comisión, doctora?
"La comisión comienza su trabajo cuando se
reporta un enfermo en cualquiera de los departamentos del
país. Cuando no es de Puerto Príncipe lo interconsultamos
por vía telefónica, si la enfermedad no es grave y el
colaborador puede sanarse en el lugar donde está, recogemos
todos sus datos, informamos a la sede la coordinación aquí y
lo mantenemos en el departamento. En caso de que no se pueda
resolver el problema, y necesite otro tipo de consulta lo
trasladamos a la capital, lo ingresamos y en caso de que la
enfermedad necesite atención en nuestro país lo evacuamos,
antes le hacemos cualquier tratamiento preliminar que
necesite".
Según explica la doctora Yoleinis Vázquez,
granmense hasta los tuétanos, la sala donde atienden a los
colaboradores está equipada como una terapia intensiva.
"Cuenta con ventiladores mecánicos artificiales, con bombas
de infusión, con jeringuilla percusora y con monitorización.
Tiene un equipo de electro, otro de fibrilación para casos
de paro cardíaco y todos los medicamentos necesarios. Aquí
está lo más urgente, lo vital para salvar una vida".
Hasta los cuidados de la Comisión llegan
cubanos aquejados, sobre todo, de enfermedades infecciosas
como el dengue hemorrágico, el paludismo, la fiebre tifoidea...
Aquí nuestra responsabilidad es doble, confiesa la doctora,
de nosotros depende que el colaborador se cure, y que
mientras lo haga se sienta bien psicológicamente. "Es doble
por que es un cubano que no está cerca de su familia. Porque
además de atenderlo tenemos que darle el cariño de esa madre
que no está a su lado, de esa esposa, de ese hermano...
"Cuando el colaborador enferma,
independientemente del padecimiento que tenga, sufre también
un daño psicológico. Se deprime durante el proceso de la
enfermedad. Esa parte también nos corresponde a nosotros,
nos toca suplir la falta de cariño. Nos convertimos en parte
de su familia".
Eso lo tiene claro la enfermera intensivista
Idalmis, por eso no se cansa de repetir fuerte pero con
cariño, al colaborador que ayer se mejoraba de un paludismo,
que no fuera indisciplinado y se metiera debajo del
mosquitero. Para ella el trabajo ha sido duro. Ahora
recuerda a aquel médico que hubo que sacar de la Grand Anse
en un helicóptero porque sufría de dengue hemorrágico. El
desenlace fue feliz, claro está, pero el susto resultó bien
grande.
Esta muchacha y sus tres compañeros de la
Comisión Médica, no solo sanan a los cubanos que aquí
trabajamos. Con el mismo amor, ponen su mano salvadora sobre
cualquier haitiano aquejado que llega hasta el hospital de
La Renaissance, donde radica la sala para los colaboradores
enfermos. "Cuando creemos que terminamos la jornada de
trabajo, nos toca seguir curando". |