PUERTO PRÍNCIPE, Haití – Bertrand Sinal es un hombre
popular, no hay nadie en Port Salut, comuna del departamento
Sur, que no haya escuchado hablar de él. Hasta el hospital
que Bertrand dirige llegan muchos a verlo: algunos en busca
de salud, otros a pedir un favor, a estrechar su mano, a
contar pesares... Y el doctor graduado en Cuba siempre tiene
tiempo. Cómo no voy a tenerlo, dice, si nací pobre aquí y
regresé luego siendo médico.
Así habla este joven que ahora se postula a las
elecciones de Port Salut. "El Comandante Fidel nos dijo en
la graduación que debíamos entrar al sistema del país si de
verdad teníamos intenciones de cambiar las cosas en Haití.
Pidió que no lo defraudáramos, y eso es lo que estoy
haciendo. Un diputado médico puede entrar al sistema de
Salud, sabe cómo funciona, y puede ayudar a cambiar las
condiciones de vida de la gente, que todos puedan tener un
médico al alcance".
—¿Crees que ganes, Bertrand?
"Claro que sí, hemos trabajado mucho. Imagínese que antes
del terremoto éramos once candidatos, pero todos se fueron
cuando tembló la tierra, me quedé solo aquí ayudando a la
gente. Hasta unas guaguas tuvimos que alquilar, con nuestro
dinero, para ir a buscar personas que vinieran a ayudar aquí
en Port Salut."
Pero la historia de Bertrand Sinal, el médico que ahora
se postula, comienza unos años antes, cuando en 1998 fue a
estudiar a Cuba, a la Escuela Latinoamericana de Medicina.
Recuerda que habían ofertado diez becas para el departamento
Sur donde vive. No dudó entonces en apuntarse. Quedó en el
lugar séptimo, y el 17 de mayo de ese año puso por vez
primera un pie en esa otra isla que tanto ama. "Llegué el
día del guajiro", recuerda. Será del campesino, le
rectifico. "Ese mismo, lo importante es que ese día cambió
mi vida".
—¿Has vuelto a Cuba?
"No he podido volver. Pero lo haré. Regresaré a Cuba en
una delegación oficial de mi país, cuando sea diputado."
Bertrand es el director del Hospital de Port Salut, donde
hoy llegan los cubanos cargados de equipos médicos y ganas
de sanar como parte de la idea, hecha realidad, de
fortalecer el Sistema de Salud Pública de Haití. A este
lugar regresó Bertrand cuando terminó los estudios, por
aquel entonces su mamá era la encargada de limpiar el piso
de la institución, mientras él atendía a los pacientes. Para
Bertrand eso nunca fue problema o motivo de pena, todo lo
contrario. "Sentía una gran alegría por romper esa barrera,
lo acepté siempre con orgullo, como una de esas cosas que
solo puede lograr la Revolución cubana".
Cuenta este doctor haitiano que cuando terminó su
Servicio Social en el hospital aquello era casi un desastre.
"No había jefe, médicos, ni medicinas. Me pusieron entonces
al frente y aunque aún nos falta por hacer, se avanza con
ayuda de Cuba. Antes teníamos dos salas de operaciones, pero
no teníamos quien operara. Ahora han llegado los médicos
cubanos y los muchachos de la ELAM. Y con el apoyo de la
Organización Panamericana de la Salud (OPS) rehabilitamos
dos salas de operaciones, dos de partos, una de
neonatología, otra para ultrasonidos, endoscopías, rayos
X... Esto ahora sí va a ser un hospital de referencia, antes
solo teníamos el nombre. Siento que ahora voy a trabajar de
verdad, antes no estaba trabajando".
—¿Qué fue lo que te trajiste de Cuba?
"Traje un corazón nuevo. Aprendí a ser humilde,
humanitario. Hay mucha diferencia entre los médicos
haitianos graduados en Cuba y los otros. Nosotros nunca
cobraríamos por curar."
—¿Viste al comandante en Jefe Fidel alguna vez, bien de
cerquita?
"Al Comandante lo vi bien de cerca cuando nos graduamos,
era la primera promoción de la ELAM, estuve a punto de
tocarlo, pero no pude, éramos muchos queriendo lo mismo.
Cuando lo miré sentí que la piel se me erizó. Hace unos días
leí que estuvo conversando con el presidente Lula, que
estaba bien de salud, como un jovencito, y fue muy fuerte
para mí, lo recibí con mucha fuerza. Al Comandante Fidel no
podemos defraudarlo."