20 de febrero de 2010
Historias de la ELAM en Haití
LETICIA MARTÍNEZ HERNÁNDEZ
Foto: JUVENAL BALÁN
(Enviados especiales)
PUERTO PRÍNCIPE, Haití.— ¿Quiénes son estos
muchachos que sin mirar hacia atrás dijeron sí para sanar en
Haití? ¿De dónde vienen? ¿Qué hacían antes? ¿Por qué viven
con tanta fuerza estos días infernales? ¿De dónde sacan
tamaña energía? Granma salió ayer buscando
respuestas. Y estas son las historias de tres jóvenes
graduados de la Escuela Latinoamericana de Medicina que
intentan curar las heridas dejadas por el terremoto,
mientras añoran familias, países y estudios postergados.
EL PAPá DE DANIEL DAVID
Cuando el médico argentino Sergio Causa
salió de Camagüey para La Habana su esposa contaba con 40
semanas de embarazo. Pero no hizo más que poner un pie en la
capital, cuando a Daniel David le dio por nacer. Sergio no
podía creerlo, estaba a punto de salir hacia Haití, sin
saber cuándo vería, por vez primera, a su pequeño.
"Yo hacía mi guardia en el policlínico
cuando me avisaron de que teníamos una reunión urgente. Allí
nos preguntaron si queríamos venir y enseguida firmé mi
disposición. Cuando llegué a La Habana, un muchacho del
grupo hablaba por teléfono con su novia, que es anestesista
en el Hospital Materno de Camagüey, y me dice que en ese
mismo instante mi esposa estaba pariendo allí. Sentí una
gran impotencia, siempre quise estar con ella y recibir a mi
bebé. Pero me hice médico para estar donde me necesiten.
"Mi esposa también es doctora. Tenemos un
niño de tres años y este segundo de solo diez días. Con ella
ya hablé y supe que tuvo un parto hermoso, y que el niño
mayor está muy contento con su hermanito. Le llamamos Daniel
David".
Sergio conoció a su pequeño hace solo dos
días: "Lo vi por fotos y fue muy fuerte, me puse a llorar
como un bebé. Todas las noches, aquí en el campamento, me
acostaba pensado en cómo era, me lo imaginaba, pero verlo
ayer fue una gran alegría, un tremendo alivio ver que los
tres están bien. En Cuba no podían estar de otra forma".
Susan
y Herson.
DE LA MANUELA ESPEJO A HAITÍ
A Patricia, una joven ecuatoriana graduada
de la ELAM, la Misión Manuela Espejo le hizo conocer
verdaderamente a su país. "Yo no conocía Ecuador, no sabía
la realidad de mi tierra, de cómo viven muchos en
condiciones paupérrimas, infrahumanas... El estudio de las
personas con malformaciones genéticas me ha acercado más a
mi gente". Así habla esta doctora que ahora sana en Haití.
"Recuerdo a un viejito ciego e hipertenso
que vivía en una casita hecha de caña, con solo un perro por
compañía y que dormía sobre tablas viejas. También a otra
señora mayor que vivía rodeada de conejos y que nunca en su
vida un médico la había tocado. Cosas como esas, que te
estremecen el corazón incluso cuando las cuentas, vi en mi
Ecuador".
—¿Entonces estás lista para la misión en
Haití?
"Uno nunca está preparado, siempre hay
situaciones que te van a impactar, que te harán aprender,
pero me siento bien y acepto el desafío. Ahora estoy
consultando, junto a un grupo de jóvenes, en Canaán, la
localidad más alejada del campamento. Caminamos casi cinco
kilómetros con las mochilas llenas de medicamentos y pomos
de agua. Es muy impresionante lo que vemos, allí todos viven
en casitas armadas con trapos, pues llegaron al lugar luego
del sismo.
"Extraño mucho las emociones de la misión
Manuela Espejo, pues hacíamos un trabajo muy lindo allá,
pero al ver que aquí también hay personas que nos necesitan
me siento útil, a pesar de no poder resolverles urgencias
como las de una casa o comida".
—¿Y ese es tu uniforme en Haití?
"Para todos lados voy con mi pulóver y mi
gorra de la misión Manuela Espejo, y con el sellito de Free
the Cuban Five.
LA NIÑA QUE ESTUDIÓ MEDICINA
Quizás Susan nunca olvide la primera vez que
vio al Comandante Fidel. "En una ocasión llegó a la ELAM,
casi nadie sabía que él estaba ahí. Yo salía de la
biblioteca cuando me lo tropecé. Me acarició la cabeza y
preguntó que qué hacía una niña estudiando medicina en Cuba.
No pude decirle nada".
Esa niña que acarició Fidel está hoy en
Haití. Llegó con el grupo de jóvenes graduados de la ELAM
que dijo sí al llamado de auxiliar en Haití, y comparte sus
días aquí con Herson, su esposo y médico graduado también en
Cuba. Dice Herson "que esto no es lo que un matrimonio común
viviría pues estamos en una casa de campaña con otros
compañeros, pero la prioridad ahora es ayudar al pueblo
haitiano". Y acota Susan que se conocieron allá en Cuba, el
28 de febrero de 1999. Hace dos años y cuatro meses se
casaron.
Para Susan lo más difícil en Haití ha sido
saber cómo sanar y a veces no poder hacerlo. "Hoy nos llegó
un hombre con un trauma craneoencefálico y no tenemos todos
los recursos para tratarlo. Los familiares están esperando a
que muera de un momento a otro. Así nos ha pasado en días
anteriores, que los pacientes por falta de asistencia llegan
muy mal. Pero para lograr un mejor sistema de salud estamos
todos acá, iremos avanzando poco a poco".
Aún entre tanta tragedia, Herson tiene claro
qué va a enseñar a los hijos que están por venir: "Vamos a
hacerles saber que los valores son los mismos para todos,
independientemente de dónde y con qué posibilidades se
nazca. Debemos ayudar, no es posible vivir en abundancia
cuando al lado alguien muere de hambre.
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