15 de febrero de 2010
Un
mes después del terremoto
Amores de campamento
Jóvenes cubanos, latinoamericanos, en fin,
del mundo comparten emociones en un campamento en Haití.
Cuba y su Escuela Latinoamericana de Medicina les enseñaron
más que a curar, en ellas aprendieron también a ser mejores
personas
LETICIA MARTÍNEZ HERNÁNDEZ y
Fotos: JUVENAL BALÁN
(Enviados Especiales)
PUERTO PRÍNCIPE, Haití.— Wilfredo no llevó
este 14 de febrero a su novia Inés a pasear. En cambio, como
casi siempre, le cantó aquel Después de ti, del grupo
boliviano Octavia. Igual que en el primer cumpleaños de Inés
juntos, Wilfredo se las dio de cantante y entonó aquello de
Te acercas igual que el viento a acariciar mi piel,
sueles encontrar la chispa que enciende el volcán. Esta
vez el día del amor los agarró a la sombra de un árbol del
pan y entre las casas de campaña de un campamento en Haití.
Cuenta Wilfredo que ambos se conocieron en
el tercer año de la carrera de Medicina, se graduaron
juntos, hicieron el servicio social juntos y ahora comparten
emociones en esta tierra haitiana. "Llegar aquí ha sido una
experiencia muy bonita. Además de que somos novios, los dos
somos médicos, compartimos los mismos principios, tenemos
las mismas ideas, y eso nos ha llevado a ir por la misma
senda, imagino que vamos a encontrarnos en el futuro en el
mismo lugar, donde haya un desastre, donde nos necesiten".
Ayer y en campaña, Wilfredo bien enamorado
le cantó a Inés. Le dijo cuánto la quería y que estaría con
ella en los momentos más difíciles. Aunque de inmediato
confesó: "Pero ella es más fuerte que yo, creo que es Inés
quien me va a dar ánimo en Haití".
Bara,
de Mali (al centro), ayudaba este sábado en la consulta.
Wilfredo Chaparro es un joven boliviano
graduado en el 2007 de la ELAM, que con todas sus energías
dijo que quería venir a sanar aquí. Estaba acostado en su
cama, allá en Santiago de Cuba, cuando sintió un leve
temblor, ese mismo que supo luego mató con gran intensidad a
más de 200 000 haitianos. "Enseguida averigüé, estaba loco
por venir. Tenía la seguridad de que saldría la convocatoria
para cumplir con esta misión. Presenté una carta donde
escribí que estaba dispuesto a salir para acá en cualquier
momento". Y ya está Wilfredo aquí con su bata, forma parte
del grupo de la ELAM que dio el sí.
Estaba haciendo la especialidad de
Neurocirugía en Cuba, pero la detuvo pues, según dice, hoy
apremian otras cosas. "Aunque la Neurocirugía es exclusiva
del primer mundo, queremos romper con ese mito. Queremos que
sea como la Medicina Interna, como la Ginecobstetricia, al
alcance de todos." Quizás en Haití lo logre, por ahora
asegura, con evidente orgullo, "que se hizo médico en Cuba,
y lo que soy es gracias a la Revolución cubana, tuve muy
buenos profesores, no los puedo hacer quedar mal".
Por lo pronto, este casi neurocirujano trae
las manos ampolladas, dice que hace rato no cogía un pico y
una pala. "Tengo el cuerpo molido, hemos estado el día
entero dando pico y pala para hacer las letrinas y la ducha
del campamento. Todos tenemos cayos, pero eso también nos
crece como hombres".
CAMPAMENTO
CUBANO, LATINOAMERICANO, DEL MUNDO...
Cuentan los muchachos que la primera obra
que levantaron en el campamento fue la ducha. Hasta allí nos
llevaron enseguida que llegamos, todavía una rama de pino
adornaba la puerta, o mejor dicho la cortina, como prueba de
la reciente inauguración. Luego, y como gran trofeo, nos
mostraron el hueco donde se levantará la letrina. Y ¿por qué
tan grande?, preguntamos. "Aquí nadie sabe cuanto tiempo
vamos a estar y hay que ser precavidos".
Esta respuesta la dio la nicaragüense María
Esther Betancourt, de la dirección del campamento, quien
explica que como dice el trovador cubano allí lo tienen todo
pensado. Eligieron a Amodou Sidibe, oftalmólogo de Malí,
como jefe de la seguridad. Es el más grande y fuerte, y el
de más pinta de guardaespaldas. También planificaron la
guardia obrera. Tienen una epidemióloga que vela por la
calidad de los alimentos. Dice María Esther que además
"seleccionamos a quien se encargará de las comunicaciones,
de racionalizar las llamada a nuestras familias. Acordamos
cómo vamos a ahorrar el agua, el detergente, los
alimentos... tenemos que tomar providencias". Tanto es así
que allí nada se bota, hasta los platos desechables tienen
más de una vida útil.
Y como para no dejar nada fuera eligieron a
quien estará responsabilizado con el banco de fotografías de
estos días en campaña. De aquí a unos años, quizás a algunos
les de gracia y hasta nostalgia, instantáneas como las
captadas por nosotros: los varones lavando y tendiendo; el
almuerzo de todos juntos y a la sombra de un árbol; el
abrazo con Samuel, el haitiano que les prestó sin pedir nada
a cambio el patio de su casa para plantar allí el
campamento; las muchachas "metiéndole cabeza" al creole...
Así viven los médicos de la ELAM en el
campamento de Leoganne, ubicado a unos 20 kilómetros de
Puerto Príncipe. Provienen de seis países bien diferentes:
Mali, Bolivia, México, República Dominicana, Belice y
Nicaragua. Pero, como ellos mismos aseguran, son todos
cubanos, latinoamericanos, en fin, del mundo. Y desde este
lunes empiezan a sanar en este sufrido Haití.
LOS POR QUÉ Y PARA QUÉ
Los 50 muchachos que conviven en el
campamento de Leoganne forman parte de la Brigada Médica
Internacional Henry Reeve de la ELAM, que poco a poco arriba
a Haití. Según el boliviano Wilber Barral, jefe de la tropa
médica de Leoganne, trabajarán en la atención primaria. En
pequeños grupos irán a los asentamientos improvisados para
hacer pesquisas mediante las cuales determinar el número y
ubicación de las embarazadas y los niños, también los
enfermos de hipertensión y demás dolencias.
"En la comunidad queremos lograr que se
sientan esperanzados con nosotros, sientan que venimos de
otro país, de otro lugar, y específicamente de Cuba a
ayudar, porque traemos este logotipo en la bata que dice
Brigada Médica Cubana. Nosotros no venimos a reconstruir
Haití, venimos a apoyar para que los propios haitianos
reconstruyan su tierra. Queremos que nuestro Comandante
Fidel se sienta feliz porque nosotros estamos aquí".
De Chiapas, en México, es Néstor López, pero
dice que han borrado las banderas, somos latinoamericanos,
en estos momentos somos también haitianos y profundamente
cubanos. "Vamos a darlo todo para que esa, nuestra Isla,
quede bien".
Estos muchachos también se incorporan desde
hoy a la guardia médica del hospital de campaña de Leoganne,
pues conforman un team médico de residentes en pediatría,
neurología, oftalmología, anestesia, ginecobstetricia... que
consolidarán las labores de este centro médico y ayudarán
así a los médicos cubanos.
Aún sin comenzar a consultar, ya este sábado
Bara Aliou, de Mali, asistió al primer haitiano. Pasaba por
el hospital de campaña de los cubanos en Leoganne, cuando
una doctora le dijo "neurocirujano, venga a ver este caso".
Yo me asusté primero, dice Bara, porque es una gran
responsabilidad, pero vencí el miedo, pues en Cuba atendí
muchos casos de trauma craneal. "Desde el día que vi en la
televisión las primeras imágenes de la tragedia, yo dije por
favor quiero ir a Haití, porque Haití es el África de
América".
Me dice Bara que su familia en Malí le dijo
que si era revolucionario, como dicen que son los cubanos,
tenía que venir a Haití. Entonces le inquiero: "¿Y tú, eres
revolucionario de verdad?" Sin un segundo para respirar
responde: "Por qué cree que estoy aquí, por qué cree que me
visto así". Bara llevaba una boina al estilo del Che con una
bandera cubana en la frente, y de su cuello colgaba una
imagen de su África querida.
Estos son los amores que abundan y crecen en
los campamentos de la Escuela Latinoamericana de Medicina en
Haití. |