PUERTO
PRÍNCIPE, Haití.— ¿Qué pasará por la mente de Joanny Susel luego de
que su aula se derrumbara y dejara atrapados a casi todos sus
amigos? ¿Qué sentirá Rodrigue cada vez que recuerde la tarde del 12
de enero cuando jugaba al fútbol y su casa se desplomó sobre sus
padres? ¿Cómo serán los amaneceres de Susú en aquel parque rodeado
de tanta gente extraña?
Sus rostros endurecidos hablan por sí solos. Las sacudidas del
sismo no solo devastaron la ciudad de Puerto Príncipe, trastocaron
también la vida de decenas de miles de niños. La pérdida de sus
familiares, muchos quedaron completamente solos en este mundo; el
derrumbe de sus hogares y escuelas, y la preocupación que agobia a
sus padres desde hace más de 25 días, los laceran, quizás para toda
la vida, más que a nadie.
El reconocido psicólogo cubano Cristóbal Martínez, jefe del Grupo
Nacional de Siquiatría Infantil, explica que cuando ocurre un
desastre tan violento, toda la población se daña, no hay nadie
inmune a esta situación, pero los más vulnerables son los niños y
los adolescentes pues no tienen, como los adultos, la facilidad de
buscar en sí mismos la manera de protegerse.
"Existen muchos factores de riesgo que los dañan: la pérdida de
la familia, de la casa, de su ambiente natural, de la escuela, y
sobre todo de esas actividades en las cuales ellos pueden sacar
tanta tristeza, como el juego, la práctica de algún deporte, la
lectura de un cuento, el dibujo o la televisión."
Alerta que hay varias señales de peligro que los doctores y los
padres deben ahora velar, como la ausencia del sueño, la
inapetencia, el rechazo a la escuela y las tendencias de los niños
por empezar a imitar a los familiares muertos. En países tan devotos
como este, no es raro escucharlos decir que quieren ir al cielo como
ya lo hicieron los suyos, explica Martínez.
Para mitigar los efectos negativos que tienen las situaciones
extremas como las que vive Haití sobre la salud mental de los niños
llegaron de Cuba los doctores Ivonne Sánchez y Alexis Lorenzo, que
forman parte del equipo del Centro latinoamericano de medicina de
desastre. Ayer vivieron la primera alegría en Haití, ver a tantos
niños reír en el parque de Croaix des Buquet, quizás por vez primera
luego del terremoto, suma energías al proyecto que traen para
contentar los días de tantos pequeños.
ENTRE RISAS, CUENTOS Y DIBUJOS
Wesly, Christopher, Olsen, Guerlanda... llegaron ayer al parque
de Croaix des Buquet con pocos ánimos y el rostro desconfiado. Les
habían hablado de una actividad en el hospital de campaña de los
médicos cubanos, pero el caos que arremete contra sus cortas vidas
parecía haberles borrado la capacidad de divertirse. Venían
escondiéndose uno detrás de otro, tenían pena, estaban ariscos,
traían la sonrisa bien oculta.
Les pidieron sentarse, pues el espectáculo iba a comenzar. El
parque era bien grande, aunque se arremolinaban uno encima del otro.
¡Inmensa era la inhibición! Pero bastaron minutos para trastocar la
imagen, cuando los profesores de la Escuela Nacional de Arte de
Haití subieron a la escena. Era increíble ver cómo los niños
comenzaron a aplaudir, a saltar, a cantar, a bailar. Más increíble
aún resultó cuando, a tiempo de rumba, comenzaron todos a gritar:
¡viva Cuba! Sobraron entonces las emociones.
Hubo repartición de caramelos, todavía recuerdo al pillo que
pedía golosinas, las guardaba en su bolsillo, y volvía a pedir una y
otra vez; o a las niñitas que se colgaban del pantalón del doctor
Alexis para que este les ayudara a romper la cubierta del caramelo.
También hubo adivinanzas y mímicas que hicieron soltar carcajadas
hasta a los más grandecitos. Narraron cuentos. Me pareció hermoso
cómo hasta Jean Renald Clerismé, consejero del gabinete privado del
presidente René Preval, se desdoblaba y embobecía a los niños con
las fantasías de Cenicienta.
Finalmente llegaron los dibujos. Todos tirados en el piso
llenaron de garabatos las hojas blancas, y terminaron manchando sus
manos con tempera. Olvidados de la pena, se acercaron entonces Wesly,
Christopher, Olsen y Guerlanda, y hasta una foto de recuerdo hubo.
Así, medio centenar de niños volvían a ser felices por una tarde,
bien diferente a aquella que sacudió sus vidas.
EXPLICACIONES
Luego de la primera actividad con los niños, confiesa el doctor
Cristóbal Martínez, con una larguísima experiencia en situaciones
como esta, que no esperaba que fuera así. "Estoy emocionado, yo
confiaba en que sería buena, pero me preocupaban la dificultad con
el idioma y las características de estos chicos, pero ha sido una
respuesta muy linda de los pequeños, que llegaron tristes y
terminaron dando brincos. Acabaron con mis nervios cuando dijeron
¡viva Cuba! Me sentí muy afortunado de estar en Haití".
Agrega el doctor que es imposible diagnosticar y tratar ahora a
todos los niños y adolescentes haitianos porque harían falta miles
de psicólogos. El propósito de nuestro trabajo es mitigar aquellas
respuestas normales a situaciones anormales. Esta es la primera
actividad para demostrar a la comunidad que sí se puede ayudar a los
más pequeños. Lo primero es buscar a los facilitadores, que sean
capaces de multiplicar esto que hemos hecho aquí.
"Lo más importante es que el niño juegue, esta es una necesidad
psicológica primaria. Siempre digo que aunque haya un desastre muy
grande, si el niño va a la escuela, juega y se divierte puede
olvidar la tragedia, porque tiene lo imprescindible. Eso es lo que
trataremos de satisfacer en Haití: actividades artísticas,
recreativas, de dibujos, para descargar las emociones negativas."
Experiencias así ya la tuvieron en Cuba cuando el archipiélago
fue azotado por los ciclones Gustav y Ike. Emociones como las de
ayer en Croaix des Buquet fueron vividas por los psicólogos cubanos
en comunidades como Jibara y San Cristóbal, donde la alegría del
juego, los dibujos, el baile y el canto hicieron olvidar a los niños
los irresistibles vientos huracanados.
Y aunque en Haití las condiciones son definitivamente más
difíciles que en su Patria, nuestros psicólogos siguen empeñados en
devolver las risas arrebatadas por el terremoto. Las carcajadas
infantiles de Croaix des Buquet son una buena señal.