(4 de junio de 2004)

Tenet carga con el bulto

JOAQUÍN RIVERY TUR

APGeorge Tenet renunció ayer como director de la poderosa Agencia Central de Inteligencia (CIA), para convertirse así en el primer tipo que carga con el bulto de las culpas por todas las mentiras y los fracasos de la guerra y ocupación de Iraq.

En Estados Unidos nadie en las altas esferas gubernamentales ha estado fuera de la lluvia de críticas por la actuación errática y contraproducente de las fuerzas estadounidenses. Han sido señalados con el dedo Bush y su inefable consejera de Seguridad Nacional, Condoleeza Rice; igualmente se apunta hacia el FBI, el alto mando militar y el mismísimo Donald Rumsfeld, ministro de la Guerra contra cualquier oscuro rincón del mundo.

Era muy difícil que alguien del entorno de W. Bush no fuera sacrificado para salvar al jefe de la manada. Solo faltaba señalar a la víctima del sacrificio al gran César. A raíz del escándalo mundial de las fotos sobre torturas y vejámenes a los presos en Abu Ghraib y otras prisiones en Iraq, las presiones sobre Rumsfeld fueron aplastantes, pero Bush lo protegió y parece que escapó, de momento. Digo parece porque el asunto no está terminado y ahora también resulta que el decapitado, si lo fue, no calificaba como víctima de Al Qaeda, sino de la CIA misma, que trucó la imagen difundida por sus cadenas de televisión.

Ahora Bush le despide el duelo: "Siento que se marche. Ha hecho un trabajo estupendo", y puede llegar a Roma, El Vaticano y París con un "culpable" a sus pies, al que se le puede achacar la farsa de las armas de destrucción masiva y maniobras similares, aunque eso no signifique que los jóvenes norteamericanos dejen de morir en Iraq en una guerra podrida de corrupción ni que se detenga el aumento de las 800 cruces que se siembran simbólicamente en la playa de Santa Mónica para representar a los caídos.

Tampoco parece que el nombramiento del Gobierno provisional, con hilos visibles amarrados a los dedos de Paul Bremer, haya causado mucho impacto entre los iraquíes, porque es demasiado claro que su poder proviene de la mayor o menor incondicionalidad a Washington. Si no, no lo hubieran puesto ahí.

Por lo tanto, las cosas siguen igual.

 

   

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