(31 de mayo de 2004)
Tribuna de Opinión
Irak no es Vietnam,
pero se ha vuelto una pesadilla
IGNACIO RAMONET
Muchos generales
estadounidenses admiten ahora en privado lo que ya es una evidencia
para los estados mayores de las grandes potencias: en Iraq, la
guerra está perdida. En los dos frentes principales. En el frente
militar; y en el frente mediático desde la difusión del escándalo
de las torturas. La gran batalla de la opinión pública, tras el
descubrimiento de las fotografías del horror, acaba en desastre
total. Todo parece a punto de venirse abajo.
Colin Powell,
secretario de Estado, y Paul Bremer, procónsul
estadounidense en Iraq, ya plantean la hipótesis de una retirada
precipitada de las tropas norteamericanas. Como acaba de hacer el
contingente español. Tras la ofensiva de la resistencia en abril
(145 soldados de la coalición muertos y 1 099 heridos), se han
invertido los papeles: los atacantes se encuentran ahora a la
defensiva. Las fuerzas estadounidenses ya no controlan el terreno y
se revelan impotentes para proteger su centro de mando y a sus
principales aliados. Como demuestra el atentado en el que murió Ezedine
Salim, el presidente del Consejo Provisional del Gobierno iraquí,
ante la sede de la coalición en Bagdad.
ASÍ PUES, el cuerpo
expedicionario estadounidense tiene a partir de ahora un objetivo
prioritario: protegerse a sí mismo de los golpes que le asestan los
resistentes, que se han vuelto todavía más agresivos desde el
descubrimiento de las fotografías de los prisioneros torturados y
humillados. Las cifras son explícitas: 10 ataques contra los
soldados de EE.UU. en julio del 2003, 20 en enero del 2004, y 45 en
la actualidad. Una media de 15 norteamericanos abatidos por semana.
El 18 de mayo, el número de estadounidenses muertos ascendía a
785. Sin contar los ataques contra las tropas regulares británicas
(58 muertos), las italianas (20 muertos), etcétera. En total, las
fuerzas de la coalición han sufrido 906 bajas y 4 327 heridos. Esto
se está convirtiendo en una pesadilla.
Iraq no es Viet Nam.
Pero los invasores han caído en la trampa de un conflicto urbano de
muy larga duración. Sin mandato de la ONU, las fuerzas de ocupación
cuentan con unos 155 000 hombres procedentes de 34 países (entre
los que no hay ningún Estado árabe o musulmán).
Pero los 138 000
soldados estadounidenses "de los que solo 56 000 son verdaderos
combatientes (en comparación con los 39 000 hombres que mantienen
el orden solo en la ciudad de Nueva York)" se revelan
insuficientes para "proteger" el país. EE.UU. no dispone
de fuerzas suficientes para ganar este tipo de guerra, que se parece
cada vez más a una guerra colonial. Para poder ganarla, se
necesitaría al menos un soldado por cada 50 habitantes, es decir
470 000 hombres armados, mientras que la totalidad de los efectivos
del Ejército de tierra estadounidenses desplegados en todos los
continentes apenas asciende a 495 000 soldados.
Si bien sobre el terreno
las fuerzas norteamericanas obtienen victorias tácticas, en el
plano estratégico está claro que están perdiendo, porque
Washington ya no tiene una política coherente con respecto a Iraq.
Ninguna de las razones oficiales para hacer esta guerra era cierta.
Se sabe que el presidente Bush mintió, tanto sobre la posesión
por parte de Bagdad de armas de destrucción masiva, como sobre las
relaciones entre el régimen de Saddam Hussein y la red Al
Qaeda. Tampoco había "peligro inminente", la "guerra
preventiva" no era necesaria. Y el resto de ideales que podían
haber motivado la invasión (instauración de una democracia
respetuosa con los derechos humanos) acaban de hacerse añicos
debido al descubrimiento de la práctica generalizada de torturas
contra los prisioneros.
HAY PUES fracaso
militar, fracaso mediático y doble fracaso moral (mentiras y
torturas). Ante esta desastrosa situación, la transferencia de la
"plena soberanía" en favor de un gobierno colaborador,
prevista para el 30 de junio, como ha vuelto a confirmar el
presidente Bush el 24 de mayo, no es más que un fraude. Pues
las fuerzas norteamericanas conservarán el poder real como en
cualquier otro "protectorado" de las antiguas épocas
coloniales.
A seis meses de las
elecciones estadounidenses, Bush se encuentra en la peor de
las situaciones: la guerra está perdida y ya no hay plan alguno
para dirigir el atolladero iraquí. No hay solución política. A
menos que reconozca su enorme error y transfiera, de inmediato, todo
el poder a la ONU.
Qué lejos quedan los días
en que los halcones del Pentágono (Cheney, Rumsfeld, Wolfowitz,
Perle...) anunciaban que las fuerzas invasoras serían recibidas
como liberadoras. Ahora todo se vuelve en su contra.
Publicado en El Periódico,
30/05/04.
|