(5 de marzo de 2004)
El 30 de junio, a
ponerse los chalecos antibalas
ROBERT FISK*
¿Qué pasaría si los
estadounidenses se fueran mañana de Iraq? Esta se ha vuelto la
pregunta más insistente en los medios de Estados Unidos en fechas
recientes. Guerra civil, anarquía. Por eso no podemos irnos.
Tenemos que proteger a los ciudadanos. Por eso el pueblo no quiere
que nos vayamos. Lo estamos protegiendo de la guerra civil. Lo
estamos salvando de sí mismo. El problema es que muchos iraquíes
preferirían tener la responsabilidad de cuidarse sin nuestra
presencia.
Sencillo. El 30 de junio
"vamos" a entregar la soberanía —un bien delicado e
ilusorio— al "pueblo" iraquí, el cual, sin duda, se
mostrará muy agradecido por nuestra generosidad. El palacio de la
potencia ocupante en Bagdad se volverá entonces la embajada
estadounidense más grande del mundo y el "Gobierno iraquí"
electo por Washington, no por los iraquíes, se volverá el faro de
la libertad, la igualdad y todo lo demás que con tanto fervor
deseamos que sea.
Ahora echemos una ojeada
a los hechos.
Como ha señalado Nathan
Brown, profesor de Ciencias Políticas y Asuntos Internacionales de
la Universidad George Washington, la llamada "autoridad
provisional de coalición" —la potencia ocupante— ha
emitido "órdenes" inamovibles sobre asuntos de gran
trascendencia, que afectan a las organizaciones no gubernamentales y
al poder judicial. Por ejemplo, colocan a los militares iraquíes
bajo las órdenes del ejército estadounidense, hasta que entre en
vigor una Constitución definitiva. El nuevo "Gobierno"
—que tampoco fue elegido— carecerá de poder sobre los
tribunales especiales, los cuales juzgarán a los antiguos miembros
del partido BAAS.
Los estadounidenses
controlan el banco central y las normas sobre empresas. Han
establecido instituciones para controlar la prensa y la televisión,
entre ellas una Comisión de Comunicaciones y Medios, que será la
"única responsable de otorgar licencias y reglamentar las
telecomunicaciones, la información y otros medios en Iraq".
Quedarán "centros duraderos" de influencia
estadounidense.
Gracias, profesor Brown.
La semana pasada me dio una idea de lo que esto significa.
Estoy preparando una
nota referente al destino de Saddam Hussein, la cual, inshallah
—Dios mediante— aparecerá en The Independent esta semana. Tres
veces durante la semana pasada llamé a mi fuente en un país del
Medio Oriente y, cada vez que colgaba el teléfono, la línea seguía
abierta y el número en mi teléfono era transferido a un número
telefónico británico —que quedaba claramente registrado en mi
aparato—, el cual, cuando traté de marcarlo, me devolvió el
mensaje "número no asignado". El número era 0044 (la
clave de Gran Bretaña) 000920167. Cuando pedí a los compañeros de
la redacción internacional de The Independent que me conectaran a
ese número, no pudieron. Luego trataron de llamar por su cuenta al
número, y recibieron un tono continuo de marcado. ¿Por qué la
autoridad de coalición está interesada en mis llamadas? Bienvenido
al nuevo Iraq.
Washington cree también
haber encontrado una resolución de Naciones Unidas que le permite
mantener 110 000 soldados en Iraq. Paul Bremer, el procónsul
estadounidense, ya emitió una orden ejecutiva según la cual las
nuevas fuerzas armadas iraquíes estarán bajo el mando del
comandante de Estados Unidos en Iraq, el teniente general Ricardo Sánchez,
quien dirigirá las fuerzas de Estados Unidos después de la
"transferencia" de poderes, el 30 de junio.
Así, cuando se entregue
la "soberanía", el poder permanecerá en manos
estadounidenses hasta "que se complete el proceso político".
En otras palabras, Iraq permanecerá bajo ocupación
angloestadounidense.
Porque lo que ocurrirá
el 30 de junio no será una "transferencia" de poderes.
Vamos a ver cómo se entregará una mítica "soberanía" a
iraquíes patrocinados y pagados por Estados Unidos que harán lo
que Washington ordene. Y el favorito para ser el futuro
"embajador" estadounidense en Iraq no es otro que Paul
Wolfowitz, el académico neoconservador y proisraelí que es miembro
del Gobierno de Washington y uno de los halcones que promovieron la
desastrosa invasión a Iraq.
Entonces, ¿qué hará
la "resistencia"? Cualquier fuerza guerrillera intentará
derrocar al nuevo Gobierno, atacar sus estaciones de policía y al
"nuevo" ejército iraquí. No es difícil ver lo que
Washington tiene en mente. Ya en estos días, soldados iraquíes
participan junto con los estadounidenses en los puestos de revisión.
Realizan turnos de centinelas en el Palacio de Bremer. Llevan
espejuelos y en muchos casos, por ejemplo en Samara, aparecen con
antifaces y cascos en retenes propios. Los cascos negros serán la
cara del nuevo Iraq "soberano", el nuevo e
"independiente" Iraq.
En otras palabras, se
trata de sacar a los estadounidenses de la línea de fuego y
meterlos en sus cuarteles del desierto, donde se les podrá atacar
con morteros, pero serán invulnerables a cualquier asalto serio de
los "insurgentes" o "terroristas", como se les
llama cada vez más. Después de todo, solo "terroristas"
podrían atacar al ejército del nuevo y liberado Iraq.
Ahí, como dice el refrán,
está el detalle. ¿Respetarán los iraquíes a este nuevo ejército,
esta policía, esta nueva "soberanía"? Lo dudo. Les
gustaría ver el fin de la anarquía, de las matanzas y los
secuestros, que han caracterizado a la ocupación estadounidense
durante el año pasado. Pero quieren vivir en un país no sujeto al
control estadounidense y no van a tenerlo.
Así que después del 30
de junio habrá que aconsejar a los pobladores desempolvar los
chalecos antibala, agachar la cabeza y, si se trata de occidentales,
no salir a la calle y orar porque los iraquíes pagados por los
estadounidenses los protejan, junto con los miles de mercenarios
extranjeros que han sido traídos al país. Si hasta ahora los
estadounidenses no han sido muy eficaces en proteger a los suyos
—no mencionemos aquí la atrocidad de la matanza, mutilación y
exhibición pública de los cuerpos desnudos de tres ciudadanos
estadounidenses en Fallujah, la semana pasada—, ¿qué oportunidad
tendrán sus sirvientes iraquíes?
Así pues, el 30 de
junio, a ponerse los chalecos antibala. Y a marcar 000920167.
* Periodista inglés.
Extracto de lo publicado en The Independent y La Jornada
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