(7 de enero de 2004)
Torturas a
prisioneros iraquíes
"Modelo"
de justicia y de derechos humanos
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ELSON
CONCEPCIÓN PÉREZ
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Las
leyes norteamericanas admiten cualquier interpretación. Depende
contra quién se apliquen o a qué intereses respondan.
En el caso de las leyes
militares pasa otro tanto.
Por supuesto, de lo que
sucede cuando la tropa está en misión, y más aún cuando se trata
de misión en el extranjero, poco o nada se dice, y cuando se
"filtra" algo puede ser hasta para dar un mensaje de la
aplicación de la "justicia" con que se actúa cuando sus
militares en campaña "no se portan bien".
Ahora se ha destapado
una noticia sobre un hecho que sucedió cuando se producía la
invasión de las tropas estadounidenses a Iraq.
Se trata de tres
militares norteamericanos que torturaron a varios prisioneros iraquíes.
Los militares, dos
hombres y una mujer, originarios del estado de Pennsylvania, fueron
enviados de regreso a Estados Unidos desde la ciudad portuaria iraquí
de Um Qasr, luego de que las autoridades militares los hallaron
culpables, dijo en Iraq el teniente coronel Vic Harris, citado por
la agencia Notimex.
El jefe militar
estadounidense explicó que la sargento Lisa Girman, de 35 años de
edad, el sargento Scott Mckezie, de 38, y el soldado especialista
Tomothy Canjar, de 21, golpearon a los prisioneros iraquíes en el
sureño campo de Bucca, en las afueras de Qasr.
¿Cómo se produjeron
los hechos?
Sencillamente, cuando
los prisioneros iraquíes eran trasladados a la cárcel de Bucca, la
sargento Girman, quien estaba al mando de las operaciones de
traslado, tiró a un preso al suelo y lo pateó en varias ocasiones
en la ingle, el abdomen y la cabeza, además de animar a otros
soldados a hacer lo mismo.
Por su parte, el
sargento Mckezie y el especialista Canjar, arrastraron a varios
prisioneros, halándolos por las axilas mientras otros soldados los
pateaban en los genitales y les pisaban los brazos a pesar de que
presentaban heridas en varias partes del cuerpo.
No cabe la menor duda:
una verdadera disertación sobre el respeto a los derechos humanos y
el cumplimiento de las resoluciones internacionales sobre el trato a
prisioneros de guerra. ¿Será este el caso único? Dudamos. Los
militares en cuestión podían haber sido condenados hasta a 25 años
de prisión, pero el general Ennis Whitehead, quien había ordenado
las investigaciones de estos casos, dijo en su veredicto que
"la principal sanción será el ser separados del servicio y no
poder representar a su país en uniforme".
Justicia, pobre
justicia. Cuántas formas de interpretación y aplicación hacen los
que todos los días dicen ser ejemplo de ella.
¡Cuánta doble moral
por parte de la ocupación norteamericana que dice respetar la
Convención de Ginebra sobre respeto y trato a los prisioneros de
guerra!
¿Cómo creer, y más
que todo formar parte de la comparsa que arma Estados Unidos cada año
en Ginebra para condenar a otros por supuestas violaciones de los
derechos humanos, y calificar como jueces a las demás naciones cada
vez que se les antoja cuando en su país, y en su ejército invasor
y ocupante, se patea a prisioneros heridos, o se les tortura?
¿Quién puede decir
algo sobre el destino final de esos prisioneros iraquíes?
¿Murieron? ¿Continúan
heridos? ¿Siguen en los campos de torturas que tienen las fuerzas
estadounidenses en Iraq?
De ese destino final no
hablan los despachos de prensa. Pero bien valdría la pena, por lo
menos en busca de credibilidad en un mundo cada vez menos creíble,
que alguien explique si esas torturas físicas a prisioneros forman
parte de los derechos humanos que aplica Estados Unidos, y si
la justicia de no condenar severamente a estos tres
militares, es la que aparece en las leyes del imperio para hacerla
valer a su conveniencia.
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