(30 de diciembre de
2003)
Iraq
Augurios e
incertidumbres
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ELSON
CONCEPCIÓN PÉREZ
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De acuerdo con el horóscopo
chino, el 2004 será el Año del Mono. Y recuerdo esta predicción,
no con el ánimo de retrotraerme a los hechos sucedidos en el
aeropuerto de Bagdad cuando el Presidente norteamericano brindó a
sus soldados un pavo plástico en medio de un ridículo montaje
electorero, dirigido a la búsqueda de votos para los próximos
comicios.
Toda
la maquinaria bélica del
imperio se lanzó contra el pueblo iraquí
en una ilegal guerra de agresión.
Es que desde el 1ro. de
enero al 4 de noviembre próximos, podrán pasar muchas cosas en un
mundo en que el Presidente imperial, engendro de una corriente política
neofascista, verá en juego su reelección electoral.
El precedente es traumático.
Primero, Afganistán, un país que vive una combinación de
feudalismo con sociedad primitiva y contra el cual se utilizaron
armamentos con tecnología de punta y que se mantiene ocupado por
fuerzas foráneas que ni estableciéndose toda la vida allí podrán
abonar la paz, reconciliación, y el desarrollo que tanto necesitan
los afganos.
En marzo del 2003, la
ira imperial se lanzó contra la ONU y la comunidad internacional,
al invadir y ocupar a Iraq. País rico en petróleo pero desvastado
por sanciones que a lo largo de una década hicieron morir de hambre
o de enfermedades a más de dos millones de niños y ancianos.
El recuento de ambas
"guerras" es desfavorable para todos. Los pobladores
afganos e iraquíes han muerto por miles a causa de la metralla de
una bomba, un misil, un mortero, o por la bala de un cañón de
tanque, ataques lanzados desde un helicóptero e, incluso, desde
aviones de combate F-15 o F-16.
Han quedado destruidos
para siempre centenares de monumentos, mezquitas, palacios, gran
parte de una cultura milenaria desconocida, ignorada y pisoteada por
los invasores.
Ambas guerras han sido
una cruzada contra la cultura, la religión, la humanidad.
Pero también estas
contiendas han sido un fracaso para sus ejecutores, para el imperio
y sus tropas, para la credibilidad de un sistema basado en el engaño
y el hegemonismo militar y económico.
¿Por qué no hacer caso
a los que claman porque una parte de este enorme presupuesto militar
de más de 400 000 millones de dólares se utilice para ayudar a los
más de mil millones de hambrientos, a los 40 millones que tienen
SIDA, o a los cientos de niños que mueren cada hora por desnutrición
o enfermedades totalmente curables en el mundo?
¿Cómo es posible que
se gasten tantos miles de millones en armas, cuando cada 8 segundos
muere un niño en el planeta por haber bebido agua no potable o
contaminada?
¿O es que esas armas
son precisamente para matar a los pobres, para dominar y explotar a
los millones de habitantes del Tercer Mundo?
La filosofía de la
arrogancia no puede ser el patrón de conducta del planeta del
futuro.
LA PESADILLA MAYOR
De Iraq se publica y se
sabe mucho más que de Afganistán. El que la nación del Golfo sea
la segunda mayor reserva mundial de petróleo, la convierte en
noticia de mayor interés, y más cuando ha quedado muy claro que la
invasión y ocupación de ese país tiene como eje el control de
esos yacimientos, la producción y exportación del crudo.
La
resistencia iraquí se ha convertido en una pesadilla para el
ocupante.
Pero Iraq ha sido una
pesadilla para los norteamericanos. Nueve meses después del inicio
de la guerra, una cifra cercana ya a los 400 norteamericanos muertos
y más de 2 300 heridos, no parece nada halagüeña para el
Presidente que lanzó la guerra.
Un gran error de los
invasores ha sido subestimar a la población iraquí, a su
sentimiento patrio, sus costumbres, creencias, religiones... y
preparación para resistir.
Resultado de esta
ignorancia: comienzo de lo que pudiera ser semejante a la
vietnamización de la guerra, bajas diarias a los invasores, decenas
de acciones —hasta 50 por día— en los más diversos escenarios,
tropas agresoras que se sienten inseguras, hostigadas y vulnerables
aún cuando visten trajes protegidos y viajan en carros blindados.
La pesadilla se torna más
terrible pues se hace evidente que los hombres de la resistencia
escogen el lugar, el momento y a quien lanzar el ataque, para lograr
su efectividad y repercusión.
EL MUNDO PENDIENTE E
INSEGURO
Ahora, cuando arribamos
al 2004, las miradas de este mundo incierto se dirigen hacia las
elecciones presidenciales en Estados Unidos.
Es muy posible que de
esos comicios nada o muy poco sepan los afganos o los iraquíes. Y
qué decir del ningún conocimiento que al respecto tengan cientos
de millones de hambrientos, analfabetos, enfermos o simplemente
pobladores de las más diversas regiones del planeta.
Pero, aún así, el
mundo del nuevo milenio tiene la triste misión de vivir o morir según
el criterio que intenta imponer un equipo de gobierno imperial como
el que hoy pretende erigirse en dueño de los destinos de la
humanidad.
Serán días, semanas y
meses de interrogantes.
¿Cómo está la bolsa
en Nueva York? ¿Cómo marcha la economía? ¿Qué dicen las
encuestas? ¿Qué nuevo disparate planea o realiza el Presidente? ¿Cómo
se han preparado sus rivales demócratas? ¿Cuáles son los puntos débiles
de uno u otro contrincante?
Es triste decirlo, pero
solo estarán ajenos a este rompecabezas de una cínica política,
quienes no leen o no comen, y su disyuntiva es la de morir con
hambre o en la guerra.
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