(25 de noviembre de 2003)

Iraq puede ser Viet Nam

RAÚL VALDÉS VIVÓ

APCuando hace cuatro años surgió la discusión acerca de si la guerra injusta desatada por Estados Unidos y la OTAN contra Yugoslavia, podía ser un segundo Viet Nam, en Granma advertí que era improbable. Ahora pienso que, por el contrario, existen todas las posibilidades para que en suelo iraquí se repita la derrota militar de Estados Unidos.

No me guía para esa conclusión el hecho, que lógicamente alarma a la opinión pública norteamericana, de que ya la cifra de muertos en Iraq supera la que sufrió Estados Unidos durante los tres primeros años de la guerra en Viet Nam. La cuestión es por qué han ocurrido.

La respuesta es sencilla y definitiva: lo mismo que el heroico pueblo vietnamita, el de Iraq enfrenta al agresor con admirable espíritu de ofensiva y ya sabe que tiene más reservas humanas para hacer la guerra.

En caso de una guerra aérea, ese espíritu no puede manifestarse ampliamente si no se cuenta con medios adecuados, lo que ocurría con los yugoslavos, que no podían derribar los aviones modernos que empleaban Estados Unidos y la OTAN. Lo que no excluye los daños en el cielo, como revela la destrucción de tres poderosos helicópteros por la resistencia iraquí. El impacto sicológico de esto es mayor debido a esa superioridad.

En Yugoslavia ocurrió, para decirlo con visión de Cuba, el tipo de rendición absurda y vergonzosa que les fue impuesta en 1878 a las fuerzas cubanas que luchaban contra las tropas colonialistas españolas, conocida como el Pacto del Zanjón, que motivó la gloriosa Protesta de Baraguá de Maceo, a nombre del pueblo cubano, por significar la indigna paz sin la independencia. Martí fue exacto al decir que la espada cubana no la arrebató nadie, sino que nosotros mismos la dejamos caer.

De haber resistido Milosevic los ataques aéreos, no habrían tenido los agresores más opción que invadir por tierra, rumbo al matadero que espera a toda fuerza invasora de existir la preparación del país invadido, lo que ocurría en Yugoslavia y, por lo visto, ocurre en Iraq. Esto lo pensaba el Comandante en Jefe y es nuestra fe en la guerra de todo el pueblo.

La causa esencial de la victoria de Viet Nam fue precisamente el espíritu de ofensiva, que también iluminó la epopeya de los mambises durante tres décadas, en que retrocedían cada vez que se dividían y avanzaban al unirse, hasta enrumbarse hacia la victoria final que frustró la intervención yanki, y explica el triunfo completo y definitivo de los rebeldes comandados por Fidel sobre el ejército de la tiranía, mil veces superior en poder de fuego.

Si hay espíritu de ofensiva, aparecen las vías para destruir las fuerzas vivas del enemigo, talón de Aquiles en el bando de los que carecen de razón histórica válida para pelear, y se crean nuevas reservas humanas de los patriotas, dentro y fuera del territorio agredido.

Los guerrilleros del Sur de Viet Nam, en 1965, al llegar a su zona liberada como corresponsal de guerra, junto a Marta Rojas, y luego, en 1969, al abrir la Embajada de Cuba en la Selva, me explicaron los puntos esenciales del espíritu de ofensiva:

1. Buscar el aniquilamiento continuo de las fuerzas enemigas.

2. Tomar la iniciativa y organizar ataques incesantes en todas las zonas, que impidan que el enemigo piense que tiene una retaguardia segura.

3. Utilizar la contradicción insoluble para el enemigo entre la concentración de sus fuerzas, por temor a los ataques, y la dispersión de las mismas, para perseguir a los atacantes. Lo primero deja expuestos otros lugares, lo segundo los debilita y hace más vulnerables a los ataques relámpagos.

4. Organizar todo tipo de ataques, de manera de obtener cada día una victoria, así sea pequeña. Cada victoria alimenta la moral del pueblo que resiste y desmoraliza al agresor.

5. Involucrar a las masas populares a una creciente participación en la guerra.

6. Lograr la solidaridad internacional y que se traduzca en protestas.

El espíritu de ofensiva tiene un alcance estratégico. No quiere decir que se excluyan las acciones de la defensa a nivel de la táctica. Se identifica con la idea de que la guerra puede ser prolongada. Hay que tener la perseverancia y la paciencia que, por su propia naturaleza prepotente y aventurera y la injusticia de su causa, no puede tener el enemigo.

Como segundo gran factor está el hecho de que en todo conflicto bélico la victoria pertenece en definitiva al que tiene mayores reservas. La primordial reserva de un pueblo está en sí mismo cuando defiende la independencia de su patria.

El pueblo norteamericano a la larga es una reserva de todo pueblo al que agrede su gobierno, en lo que tanto insiste Fidel, afirmando que solo pueden utilizarlo contra otros pueblos de ser engañado. Lo demostró la guerra de Viet Nam. Ya el engaño, como la búsqueda de armas de destrucción masiva, que poseería Iraq, no puede esgrimirse. Tampoco el de un paseo militar con un mínimo de bajas.

Los aliados europeos de Estados Unidos, llevados de arria a la matanza que ni les va, ni les viene, acabarán por dejar solos a los que han invadido a Iraq por la confabulación de los magnates yankis del petróleo y la camarilla de Bush, que llegó al poder, no por los votos del pueblo, sino por la maquinación de la mafia terrorista anticubana de Miami y la extrema derecha de ese país. Esos aliados, que no aumentan, sino que tenderán a disminuir, también hay que sumarlos a las reservas iraquíes.

Sí, Iraq amenaza seriamente en convertirse en otro Viet Nam.

 

   

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