(13 de octubre de 2003)

Ocupación de Iraq

La pesadilla y el laberinto

ELSON CONCEPCIÓN PÉREZ

A Estados Unidos la ocupación de Iraq lo mantiene insomne o en permanente pesadilla, sin encontrar la vía práctica para salir de ese laberinto que le puede costar, además de las víctimas en aumento, la posible reelección presidencial de George W. Bush.

AFPWashington busca que el Consejo de Seguridad le preste la bandera de la ONU a sus tropas ocupantes.

Varios son los frentes —militares y diplomáticos— abiertos por Washington en una carrera contra el reloj para tratar de mejorar con urgencia la imagen de derrota que ya se vislumbra por los partes diarios de lo que acontece en la nación del Golfo, y por las mentiras utilizadas para justificar la guerra.

Pero, ni en su afán por cambiar esa imagen, la administración Bush da atisbos de inteligencia a la hora de tomar decisiones.

Por ejemplo, ante el rechazo generalizado de la mayoría de los países del mundo a enviar sus tropas a Iraq o ayudar a cubrir los costos de esa guerra, la administración Bush presionó a Turquía —país fronterizo con Iraq— para que aportara militares en esa contienda.

El Gobierno turco cedió, y hasta el Parlamento aprobó la iniciativa en medio de grandes movilizaciones de protesta y la recogida de millones de firmas para que se dé marcha atrás a tan peligrosa iniciativa.

Pero el asunto no queda ahí: en Iraq, varios de los componentes del llamado Gobierno provisional formado por Washington, se oponen tajantemente a la presencia de soldados turcos en ese país, y los pobladores de Bagdad alertan en masivas protestas sobre las consecuencias de la medida.

¿Se les ha olvidado a Washington y a Ankara el tema kurdo y las difíciles relaciones, tanto en Turquía como en Iraq con esa comunidad interesada en formar un Estado independiente que tanto tiene que ver con uno u otro territorio?

¿O no piensan los estrategas del Pentágono y la Casa Blanca que la presencia de militares kurdos en Iraq puede exacerbar aún más un conflicto histórico capaz de complicar las cosas, tanto en el interior iraquí como al otro lado de su frontera Norte?

El otro asunto que tiene sin dormir a los halcones norteamericanos es el relacionado con la resolución que presentaron en el Consejo de Seguridad de la ONU, sobre Iraq, con el propósito que la organización que ellos ignoraron cuando los ataques, ahora le dé la bendición y además convenza a otros para que se sumen al bochornoso carro de las fuerzas de ocupación.

Como pocas veces en la vida, tanto el secretario general de la ONU, Kofi Annan, como los representantes de otras naciones —Francia, Rusia, China, Alemania y otros—, han dicho NO a la aspiración estadounidense, y se han manifestado por una inmediata retirada de las tropas ocupantes y por la entrega del poder a los iraquíes que son quienes tienen que resolver sus propios problemas.

El intento norteamericano de legitimar su ocupación de Iraq ante la ONU parece frustrarse.

El proyecto norteamericano busca que el Consejo de Seguridad transforme el papel de Estados Unidos como país ocupante en algo llamado "fuerza multinacional bajo comando unificado".

Por supuesto, la "fuerza multinacional" estaría bajo el mando de un "comando unificado" encabezado por generales estadounidenses.

De aprobarse tal resolución, la presencia militar estadounidense quedaría no solo avalada por la ONU, sino que Naciones Unidas le otorgaría su bandera a la ocupación y quedaría ella misma subordinada a Estados Unidos.

En los pasillos de la ONU se comentaba la víspera que seis de los 15 miembros del Consejo de Seguridad han anticipado que no apoyarán el texto norteamericano, incluso aunque sea modificado.

Según el diario The New York Times, el Gobierno estadounidense analiza la posibilidad de retirar el borrador.

Un tercer elemento, y quizás el de mayor fuerza, dentro del laberinto en que se ha metido la administración Bush, es el de las bajas diarias que sufren sus tropas por la acción de la resistencia iraquí.

Por mucha mentira que se diga y mucho control que tenga Washington en el poder mediático que acompaña la guerra y la ocupación norteamericana en Iraq, la verdad se impone cada día, cuando sus propios jefes militares en Bagdad se ven obligados a reconocer que cada día como promedio sus militares se exponen a no menos de cuatro acciones de la resistencia, y que ya suman casi 100 los uniformados norteamericanos muertos después que el presidente Bush declarara el fin de la guerra el pasado primero de mayo.

En este contexto, el mandatario estadounidense acaba de dar un paso que por demás añade ingredientes de incertidumbre al ya enrarecido ambiente pos bélico: la designación de la señorita Condoleezza Rice, actual jefa de Seguridad Nacional de la administración Bush, para dirigir todo lo relacionado con la reconstrucción de Iraq.

¿Quiere decir esto que Bush ha perdido la confianza en Donald Rumsfeld, uno de sus mayores halcones?

¿O quiere mover el dominó para ver si le llega un golpe de suerte que haga cesar la pesadilla diaria que vive Bush en el laberinto de la guerra en Iraq en que se ha metido?

 

   

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