(26 de junio de 2003)
La madeja
iraquí se enreda
Del apuro a
la paciencia
|

|
JOAQUÍN
RIVERY TUR
|
El timonel de la nave no
parece muy diestro en estos momentos, cuando la tormenta arrecia
cada vez más y las olas cobran dimensiones peligrosas para el
barco, ocupado a bombazos y cañonazos en una acción de piratería
política a un precio inconfesable de sangre, contradicciones y
mentiras.
Se iniciaron las
preocupaciones en el Capitolio por la cantidad de bajas que están
teniendo Estados Unidos y Gran Bretaña en Iraq. Prácticamente
todos los días hay un soldado muerto por una acción iraquí. La
cifra crece y los señores del Congreso no se preocupan tanto por
los compatriotas muertos como por el efecto que ello puede causar en
los electores.
El pasado 24 de junio un
grupo de senadores visitó el Pentágono para expresar su alarma al
secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, por el crecimiento de las
bajas estadounidenses. Están siendo demasiadas, y ya comenzaron a
llegar al país las tristes imágenes de ataúdes cubiertos por la
bandera norteamericana. Viet Nam vuelve a la memoria.
Cuando el senador
republicano John Warner, presidente de la Comisión de las Fuerzas
Armadas del Senado, llega a solicitar una audiencia a Rumsfeld, se
debe a que las cartas recibidas alcanzan magnitudes inquietantes,
porque los muertos también se están produciendo en Afganistán, y
si el demócrata Carl Levin exige saber el número de tropas
necesarias al más corto plazo, el indicio apunta a un posible
empantanamiento en el mundo musulmán.
Los congresistas también
quieren saber cuánto está costando la ocupación en dinero
contante y sonante y hasta cuándo se prolongaría la presencia de
las tropas en el lejano territorio.
El mismo día 24
Rumsfeld reiteró por enésima vez que tarde o temprano se hallarán
las armas de destrucción masiva de que tanto hablaron y esa
seguridad manifestada fue madre de la prisa en lanzar los ataques y
ocupar Iraq. Su esgrima verbal pasa por la táctica de decir que la
búsqueda de ese tipo de armas es compleja y recién comenzó hace
pocos meses. Hay que tener paciencia, dice.
En contraposición, Hans
Blix, el ex ministro sueco de Relaciones Exteriores que dirigió en
nombre de la ONU la búsqueda de esas armas, expresó: "Resulta
desconcertante ver que se posee un ciento por ciento de certidumbre
sobre la existencia de armas de destrucción masiva, y un cero por
ciento de evidencia acerca de dónde se encuentran'', se asombró
Blix. "Nosotros fuimos más prudentes en nuestra evaluación, y
creo que se demostró que eso era más sabio''.
Añadió, subrayando con
énfasis la diferencia, que es irónico que mientras al equipo de
inspectores de las Naciones Unidas se le permitió solo 15 semanas
de inspección en Iraq, Estados Unidos pide ahora más tiempo para
completar esa búsqueda. Se saltó del apuro a la paciencia.
Coincidentemente,
Christian Westermann, un experto de inteligencia norteamericano,
denunció las presiones ejercidas por la Casa Blanca para modificar
sus informes sobre armas de exterminio masivo que presuntamente tenía
Iraq.
Las presiones estuvieron
dirigidas a que el grupo de expertos en inteligencia del
Departamento de Estado adecuara sus conclusiones sobre Iraq a
semejanza de la posición adoptada por la Administración del
presidente George W. Bush, dijo el diario The New York Times citando
a Westermann.
Las revelaciones
tuvieron lugar como parte de un encuentro a puertas cerradas de los
expertos con una comisión congresional que investiga el principal
argumento utilizado por Washington para agredir a Iraq: la posesión
de armas de destrucción masiva.
El descrédito
norteamericano es mayor aún, porque su cómplice más directo en la
aventura de Iraq, Anthony Blair, acaba de confesar que
"se" cometió un error cuando se elaboró un informe sobre
armas iraquíes a partir de una tesis estudiantil tomada de
Internet.
Los norteamericanos
persisten en el mismo juego de palabras, perdido casi por nocao
debido a que están en medio del debate, bajo las acusaciones
mundiales de que Bush, Blair y Aznar sabían que esas armas no existían
y solamente las emplearon como pretexto para la conquista
territorial, económica y estratégica que proyectaban.
El principal funcionario
de la ONU en Iraq, Ramiro Lopes da Silva, reclamó por su lado el
establecimiento de una Administración iraquí provisional y
representativa, sin la cual el organismo mundial no puede evaluar o
atender las necesidades de reconstrucción.
Aparece entonces otra
contradicción flagrante, ya que los norteamericanos han dicho que
habrá esa administración el próximo mes, pero que el país
continuará ocupado por ellos y los que los ayudan por muchos años,
lo que tiene un significado único aquí: seguiremos mandando
nosotros.
Dados los
apresuramientos en que han repartido concesiones a la Halliburton y
otras empresas norteamericanas íntimamente relacionadas con Bush y
su vice, Richard Cheney, en el trasfondo se ve también la posición
del croupier, que hala todo el dinero de la mesa hacia su
lado. Como los norteamericanos están disparando primero para después
preguntar y la resistencia crece, la inseguridad en todo el
territorio es absoluta, los delincuentes aprovechan la ocasión, la
gente no sale de sus casas, los niños no van a la escuela y la
mentalidad reinante es la de un estado de sitio.
La cantidad de tropas,
sin embargo, no detiene a los iraquíes, y todos los días las
agencias de noticias revelan un oleoducto dinamitado, un sabotaje a
una planta eléctrica o un ataque a las fuerzas invasoras. Y este
puede ser el panorama, con tendencia a agravarse, durante mucho
tiempo.
|