(2 de junio de 2003)
¿Qué está
pasando en Iraq?
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ELSON
CONCEPCIÓN PÉREZ
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Las interrogantes
respecto al presente de Iraq son muchas: ¿Qué hacen allí los 160
000 militares norteamericanos? ¿Dónde están los 429 000 militares
iraquíes con los que contaba el ejército de ese país, acorde con
las cifras oficiales? ¿Dónde están las miles de armas que, según
se dijo, se habían repartido entre soldados y pueblo? ¿Cómo se
vive en una nación ocupada y administrada por una potencia
extranjera contra la voluntad de sus pobladores?
Pero
lo real —y nada maravilloso— es que hay caos en todos los
sentidos: las fuerzas de ocupación "viven" en la
incertidumbre diaria de ser atacadas por lo que ya muchos consideran
"la resistencia iraquí". La población protesta a diario
por la inseguridad y la falta de orden. Los oficiales del ejército
amenazan con tomar las armas para combatir a los ocupantes, que han
dictado, como primera medida, disolver el ejército, es decir,
lanzar a la calle a quienes con sus salarios garantizaban la
subsistencia de cientos de miles de familias.
La respuesta del pueblo
iraquí no se hizo esperar: acciones diarias de rechazo a la ocupación
foránea han provocado ya, desde el 1ro. de mayo en que el
presidente norteamericano George W. Bush anunció oficialmente el
fin de la guerra, hasta el 30 de este propio mes, unos 35 muertos y
decenas de heridos entre las tropas de ocupación.
El promedio de más de
un soldado estadounidense muerto por día, podría explicar por sí
solo la situación actual en el Iraq ocupado.
Y aunque las acciones se
realizan en casi todo el país, la ciudad de Fallujah se ha
convertido en un verdadero volcán para los invasores. Allí todavía
está caliente la sangre de 18 iraquíes muertos y 78 heridos,
cuando los norteamericanos ametrallaron una manifestación de
civiles que pedía el cese de la ocupación.
En los últimos días,
en esa propia ciudad, se han reportado ataques contra soldados
norteamericanos, con la utilización incluso, de lanzagranadas,
ametralladoras de grueso calibre y otros medios de combate.
En Bagdad, aún hoy, a
casi dos meses de la ocupación, las fuerzas norteamericanas se
mueven por las calles rodeadas de medios blindados y en grupos que
parecen verdaderos rambos; con camuflaje, chalecos antibalas,
gafas de luz infrarroja y modernos armamentos.
El temor es tal que la
orden de los jefes ocupantes es de disparar ante la menor señal de
una posible acción en su contra.
Un helicóptero
norteamericano derribado, cuatro soldados de la misma nacionalidad
muertos, y nueve heridos, asalto a una estación de policía
custodiada por fuerzas de Estados Unidos, parecen suficientes hechos
en solo dos días, como para pensar que se vuelve difícil la
situación para quienes invadieron y ocuparon el territorio de la
nación árabe.
Quizás el hecho de que
la población de Bagdad cuente con solo dos horas de luz eléctrica
al día, o que los hospitales estén saturados de enfermos y faltos
de medicamentos, o que el agua potable sea muy escasa, explique por
qué el rechazo —o combate— a las fuerzas de ocupación que
desde Washington fueron proclamadas victoriosas.
Entre los niños iraquíes,
unos no asisten a las escuelas por estar ocupadas estas por unidades
norteamericanas que las han tomado como campamentos, y otros
abandonan los estudios ante las amenazas de secuestros y
violaciones, o simplemente porque las escuelas no funcionan.
Se trata de un Iraq
donde solo están bien protegidos los pozos e instalaciones de petróleo,
ahora administrados por Estados Unidos, y donde se ha establecido un
cerco militar que incluye todo tipo de medios de guerra y
sofisticadas armas.
El imperio, mientras
tanto, ordenó a su procónsul y administrador en Iraq, Paul Bremer,
que como primera medida declarara disueltos tanto el Ejército y la
Seguridad iraquíes como los ministerios de Información y Defensa,
y el Partido BAAS, a cuyos militantes se les prohíbe emplearse en
cualquier dependencia del "Gobierno" interventor.
¿Dónde están esos
soldados y esas armas, si según los propios informes de Estados
Unidos, no superan la cifra de 5 000 los militares iraquíes que
fueron muertos, heridos o detenidos durante los días de la agresión?
Esa interrogante, como
las propias heridas causadas por una invasión y ocupación ilegal e
innecesaria, sigue abierta y solo podría quedar respondida en el
decursar de los días, los meses o quizás los años, cuando pueda
ser esclarecido cuál será, en definitiva, el verdadero destino de
la nación iraquí.
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