(15 de mayo de 2003)
Armas de
exterminio masivo
Tú no, pero
yo sí
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JOAQUÍN
RIVERY TUR
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Pasan
las semanas y las tropas de ocupación norteamericanas no logran
mostrar al mundo las armas de exterminio masivo que supuestamente
poseía el Gobierno de Saddam Hussein en Iraq, con lo que demuestran
al mundo que el escándalo publicitario al respecto era solo un
pretexto para atacar al país árabe y apoderarse de él.
Cuestiones de geopolítica,
de interés por el petróleo o de la nueva doctrina para crear un
mundo sometido totalmente al poder de Washington, por supuesto, no
se esgrimieron. Se soslayó la esencia, aunque muchos se daban
cuenta perfectamente de lo que buscaban el nuevo César y su
"alianza" con un socialdemócrata ultraderechista (Blair)
y un añorador de los tiempos del imperio español y de la amistad
con Hitler (Aznar).
Ahora, en el momento de
repartir el botín de agresión (porque realmente no hubo ni una
guerra) las tajadas grandes van hacia las multinacionales
norteamericanas como la Halliburton del vicepresidente, Richard
Cheney, y la Bechtel, del ex secretario de Estado, George Shultz.
En los mismos momentos
en que se está silenciando la fabricación de la serie de mentiras
y la falta de ética de la cúpula fascista estadounidense referente
a las armas químicas en Iraq, la agencia ANSA reporta desde Hanoi
que el ejército vietnamita descubrió, en la provincia de Kon Tum,
38 cajas de un gas norteamericano que data de los tiempos de la
guerra.
Las cajas pesan entre
100 y 200 kilogramos cada una y contienen el producto químico CS,
un gas empleado por la aviación de Washington para destruir la
flora, contaminar las fuentes de agua potable de la población
vietnamita y que afectó a miles de personas que aún sufren sus
efectos nocivos y mortales.
A Bush, Rumsfeld,
Powell, Rice y Ashcroft —por citar a algunos— les preocupa
mucho, aparentemente, ese tipo de armas y olvidan por completo que
sus fuerzas las emplearon por millones durante la guerra de Viet
Nam, y el mismo Emperador ha declarado que está dispuesto a usarlas
otra vez, si es preciso.
La idea es simple para
Bush: Yo debo tener todas las armas para usarlas y los demás no. Yo
dicto las reglas; el mundo es mío, no de ellos. Blair y Aznar
aplauden al Cuarto Reich.
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