Bissell y Helms se pusieron de acuerdo para situar al frente de
la fuerza de tarea a otro alto oficial, William Harvey. Y a este,
llamado el James Bond de la CIA, se le encargó retomar la misión de
apoyarse en la mafia italoamericana-cubana para asesinar a Fidel.
Era parte de la Operación Mangosta, que debía organizar el general
Edward Lansdale para ahogar a la Revolución cubana, aunque tuviese
que emplear a las fuerzas armadas de EE.UU.
Harvey era conocido por atribuírsele la construcción de un túnel
para facilitar el espionaje antisoviético en la dividida Berlín y
por su afición a la bebida, que provocó fuese separado del FBI.
Lansdale, quien se destacó en Filipinas durante los años 50, fue
movido de jefe de la CIA en Saigón a Washington, para organizar el
plan subversivo. Graham Green caracterizó su labor en Vietnam,
personificándolo como el agente CIA Alden Pyle, que en la novela The
Quiet American conspiraba al margen del colonialismo francés. El
desgarbado general, presentado como expresión de la "genialidad
americana", presentó una serie de medidas que, junto a las prácticas
terroristas de asesinatos, bombas, asaltos y otros, eran: "reclutar
y movilizar a la iglesia católica y a los movimientos clandestinos
cubanos, fracturar al régimen desde dentro, sabotear la economía,
subvertir a la policía secreta, destruir las cosechas con armas
biológicas o químicas y cambiar al régimen antes de las elecciones
parciales, previstas para noviembre de 1962". Su genial aporte fue
proponer modos de despojar a Fidel de sus barbas, lo cual originó el
famoso proyecto revelado por el Informe Church del Senado.
Por instrucciones de Helms y Bissell, Harvey pidió al coronel
Edwards que lo pusiese en contacto con el mafioso John Roselli. La
entrevista se desarrolló en Miami y Harvey le pidió que mantuviese
su contacto con los cubanos de allí, pero que no contase con
Giancana ni con Maheu. Según Schlesinger, Robert Kennedy, secretario
de Justicia, conoció de los contactos en mayo de 1962 y dijo
sarcásticamente a Lawrence Houston, alto oficial de la CIA, cuando
se lo informó: "Confío en que si tratan de hacer negocios con el
crimen organizado, con gangsters otra vez, lo dejará saber al
Procurador General". (1)
Una segunda reunión se efectuó en Nueva York y otra más en Miami.
Harvey pasó a Roselli una nueva generación de veneno, esta vez en
forma de píldoras, para hacérsela llegar a Tony Varona. El cubano
solicitó explosivos, detonadores, rifles, armas cortas, radios y un
radar marítimo. El cargamento le fue entregado también a través de
Roselli.
Polita Grau recibió en 1962, a través de Alejandro Vergara Mauri,
funcionario de la Embajada de España acreditado en La Habana, dos
pistolas Runger con silenciador y un frasco de aspirinas que
contenía 500 pastillas de veneno. También una carta de Varona que
orientaba atentar contra los principales dirigentes de la
Revolución, especialmente Fidel, Raúl y el Che, y repartir el resto
del veneno entre otros grupos.
Junto a su hermano Ramón, Polita se sentía muy segura pensando
que disfrutaban de una especie de inmunidad, gracias al respeto con
que trataban las autoridades al tío de ambos, el expresidente Grau,
a pesar de las acusaciones de malversación que desde 1948 pendían
sobre él. En uno de sus gestos característicos no había abandonado
el país.
En la casa de Herminia Suárez, exsecretaria de Grau, Polita
efectuaba las reuniones con los contactos y guardaba muchos de los
materiales como las pastillas, armas, cámaras fotográficas Minox,
transmisores y receptores de radio y otros equipos y efectos que
recibía por medio de las embajadas para su labor. Nombró como su
segunda a Alicia T. Chenique; Ramón, por su parte, se concentraba en
reclutar agentes y crear redes de información que enviarían datos al
centro de la CIA, por su conducto o por medios propios. Para estos
fines manejaban altas sumas de dinero.
Las actividades del grupo eran diversas y su composición muy
amplia. A los oficiales de la contrainteligencia cubana llegaron
primeramente señales sobre la búsqueda de información y
acercamientos a embajadas latinoamericanas para obtener asilos.
Después sobre intentos de sabotaje. Pero no se había establecido
identidad entre unos hechos y otros. La información provenía de
distintas fuentes, sin aparente conexión orgánica.
De uno de los grupos penetrados, cercano a Polita, llegó un día
la alarmante información: se seguía manejando un intento de atentado
contra el Primer Ministro, con pistolas o veneno.
Nelson González, veterano de la Sierra Maestra, era uno de los
jefes del Buró contra atentados. Estaba a su cargo analizar la
escasa información disponible y manejar el caso. La información fue
fluyendo prontamente con más nitidez. Polita Grau y su hermano Ramón
fueron detenidos. Se decidió no esperar más y lanzar una operación
de captura inmediata.
En el propio informe del Comité Church, se consigna que la CIA
intervino después, al menos tres veces (1966, 1967 y 1971), a fin de
que Roselli no fuera procesado por sus actividades gangsteriles,
para impedir la revelación pública de sus actividades con la CIA.
Las repercusiones de estas relaciones de la agencia con las mafias
italoamericana y cubanoamericana, adquirieron un dramático contenido
cuando las investigaciones del Comité Especial de la Cámara de
Representantes sobre el asesinato del presidente Kennedy, las
pusieron de relieve durante 1977 y 1978. Robert Kennedy ya había
comprendido en 1968 que lo que su hermano había concebido como
"desbaratar" la CIA, devino reorganizarla. Ese error lo pagarían
carísimo.