Pero la administración Kennedy hacía cada vez más
exigentes las presiones en América Latina contra la Isla rebelde.
Honduras había roto relaciones, ya que el presidente Villeda
Morales, carente de causas, trataba de reducir las acusaciones del
país invadido a un problema semántico. Declaraba a la prensa de
Miami el 16 de junio que esa intentona no debía calificarse de
"invasión".
Con Honduras sumaban ya nueve los países de América
sin relaciones con Cuba. Los demás eran: Estados Unidos, El
Salvador, Guatemala, Nicaragua, República Dominicana, Haití,
Paraguay y Perú. En los 11 países restantes que componían la
Organización de Estados Americanos (OEA) de entonces, las acciones
subversivas de la CIA y la diplomacia norteamericana, eran cada vez
más agresivas. Algunos, como Rómulo Betancourt, presidente de
Venezuela, no se atrevían a complacer a Washington por temor a
quebrar el equilibrio interno. En otros, decididos a no romper, la
CIA conspiraba con los militares.
Esa resistencia a doblegarse de la mayoría de los
gobernantes de América Latina, movió a Kennedy a combatirla con una
gira de su representante en la ONU, Adlai Stevenson. Considerado un
intelectual liberal, el enviado de Kennedy trataba de vender el plan
titulado Alianza para el Progreso, como una especie de Plan Marshall,
Doy para que des, remedando la primera parte de la antigua
fórmula del imperio romano para los contratos: Doy para que
hagas. Hago para que hagas. Hago para que des.
La movida comenzó en Venezuela y obtuvo el relativo
apoyo que la situación interna permitía a Betancourt. Se había roto
desde septiembre de 1960 la coalición con el partido URD que se
oponía a la campaña, y la movilización popular impedía al gobierno
romper relaciones con Cuba. Betancourt dio una prueba a Stevenson de
su "buena voluntad" con la clausura de la corresponsalía de la
Agencia Prensa Latina.
De Caracas el flamante embajador pasó a Buenos
Aires, donde el presidente Frondizi se negó a acatar la voluntad de
Washington. El enviado del gobierno de Estados Unidos comenzaba a
ser víctima del repudio público. Violentas manifestaciones y
declaraciones de toda clase lo acompañaron en Uruguay, Chile,
Brasil, Bolivia, Ecuador, Perú y Colombia. Los gobiernos de Brasil y
Ecuador rechazaron decididamente el intento de soborno y las
amenazas. Los de Uruguay, Chile y Bolivia, manifestaron que aunque
quisieran apoyar a Estados Unidos contra Cuba, sus pueblos no se lo
permitirían.
Al regreso, Stevenson conferenció con Kennedy
durante 90 minutos y dijo que el peligro del comunismo en América
Latina era mayor que un año antes. Tuvo que reconocer su fracaso en
la gira, pues dejó una estela de sangre y odio. El año 1961 liquidó
su carrera política.
Mientras, el más caracterizado vocero anticubano en
el Congreso de Estados Unidos, el senador por Florida George
Smathers, se adjudicó el privilegio de anunciar que nuevamente se
entrenaban mercenarios en su estado para reanudar las acciones
bélicas. El senador no solamente representaba en el Congreso a los
productores de azúcar y racistas sureños, sino también a Batista y a
los pandilleros de la mafia ítaloamericana, en especial a Santos
Trafficante, el más poderoso Don de La Florida, cuyos intereses en
el juego y otros negocios fueron expropiados. Estuvo además
vinculado a las dictaduras del Caribe y de Sudamérica. Smathers hizo
la revelación el 25 de junio y demandó la ayuda de la OEA. Dijo que
el entrenamiento finalizaría en seis meses.
El Miami News admitía que se entrenaban mercenarios
en la propia Miami, dirigidos por un ex miembro de la Infantería de
Marina, Jerry Patrick Hemmings.
Hemmings dejó el cuerpo de marines en octubre de
1958 y el año siguiente viajó a Cuba. Según Victor Marchetti, ex
oficial de la CIA, ya era oficial de caso de Lee Harvey Oswald en
1959, asignado a la base secreta de la Infantería de Marina NAF en
Atsugi, Japón, desde donde operaban "los U-2 que proveían no menos
del 90 % sobre toda la información militar soviética". (2)
En Cuba durante esos primeros años de la Revolución,
Hemmings fue introducido en el grupo de Díaz Lanz, quien según
documentos desclasificados por la propia agencia, propició, cuando
era jefe de la Fuerza aérea cubana, un plan para atentar contra la
vida de Raúl Castro, dirigido por el conocido oficial CIA David
Sánchez Morales, diplomático entonces de la embajada de Estados
Unidos en La Habana. Fue, además, según Wikipedia, un líder de
Interpen (Intercontinental Penetration Force), de la cual, de
acuerdo con investigadores como Anthony Summers, John M. Newman y
Noel Twyman, varios de sus miembros participaron en el asesinato del
presidente Kennedy.
A Hemmings lo apresaron varias veces desde 1976,
acusado de traficar con drogas y salió indemne por sus antecedentes
como colaborador de la CIA.
Al margen de la conclusión a la que llegó en junio
de 1961 la comisión encargada de analizar el fracaso de Bahía de
Cochinos, el inspector general de la CIA, Lyman Kirkpatrick, hizo su
propia autopsia del desastre y llegó a la conclusión de que "Dulles
y Bissell no habían sido capaces de mantener a dos presidentes, a
dos administraciones informados de manera fiel y realista sobre la
operación.
De todos modos Dulles solo permaneció otros tres
meses en el cargo y Bisell seis. Bahía de Cochinos enterró también
ambas carreras de estos espías.