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(28 de mayo de 2011)

Girón 50

La CIA atentó contra la vida de 26 niños (XXVI)

Gabriel Molina

El 28 de mayo de 1961, hace hoy 50 años, 26 niños de Pinar del Río estuvieron a punto de morir asfixiados.

Los terroristas, organizados y adiestrados por la CIA, dieron ese día una nueva prueba de su falta de escrúpulos. A las 4 de la tarde, centenares niños disfrutaban de una función infantil de cine en el teatro Riesgo, cuando de repente comenzaron a restallar lengüetas de fuego en la pantalla.

Rápidamente se movilizaron empleados y otras personas para apagar el siniestro, pero no pudieron evitar que resultaran quemados y lesionados 26 niños. Otras 14 personas, adultas, sufrieron también lesiones para elevar a 40 heridos el balance del sabotaje efectuado. Aparentemente, en Washington habían decidido resolver el dilema de qué hacer sobre Cuba, en la manera que aconsejaban Nixon y Eisenhower: la guerra.

En la relación bilateral seguía vigente el "Programa de acción encubierta contra el régimen de Castro" que, entre sus líneas principales, tenía la del terrorismo. Un informe del coronel de marines Jack Hawkings, uno de sus principales jefes y ejecutores, daba cuenta sobre los resultados del programa hasta esos días: más de 150 sabotajes por incendios y 300 000 toneladas de arrobas de caña de azúcar quemadas en 800 deflagraciones.

Pocos días después estalló una bomba en los servicios sanitarios del hotel Casa Granda. El petardo resultó una confirmación de que Washington no vacilaba para retomar los intentos de acabar a la fuerza con el poder revolucionario.

El fiscal de los Tribunales Revolucionarios del Distrito de La Habana, doctor Pelayo Fernández Rubio, salió de su casa, situada en Estrada Palma No. 421, a las 7:30 a.m., llevando en brazos a su hijo de un año y ocho meses. El conocido hombre de leyes colocó al niño en el auto, introdujo la llave en el encendido, puso el motor en marcha y al poner en primera la caja de velocidades, sintió una terrible explosión.

Solo atinó a lanzarse sobre el niño para tratar de protegerlo con su cuerpo. Ambos resultaron heridos. Habían transcurrido dos días de los hechos en Pinar del Río.

Para entonces, el Presidente Kennedy estaba frenético con el fracaso de abril en Cuba y todo lo demás se quedaba pequeño frente a su deseo de vengar el honor de la familia perdido en la Bahía de Cochinos.

LA ESTATURA HUMANA DE LA REVOLUCIÓN

Días antes, el sábado 20 de mayo, a la 1:30 p.m., un inusitado grupo de pasajeros descendió del vuelo 422 de Pan American en el Aeropuerto Internacional de Miami. Vestidos con el uniforme de enmascaramiento de la brigada mercenaria 2506, diez de sus miembros, prisioneros de las autoridades cubanas, llegaban limpios y rasurados al territorio de Estados Unidos sin escolta de ninguna clase.

Los norteamericanos presentes en el aeropuerto miraban con curiosidad a los frustrados invasores. Un nutrido grupo de familiares los llamaban por sus nombres y pugnaban por acercarse, mientras las autoridades federales y de inmigración formaban un cerco para impedirlo.

Waldo Castroverde Giol, paracaidista de la brigada, dijo en escuetas palabras que todos los prisioneros en La Habana están bien de salud. No habían sido maltratados en ningún momento y traían dos cajas grandes con cartas para los familiares. Añadieron que no podían brindar una conferencia de prensa.

Fidel demandó al gobierno de Estados Unidos, que se había hecho responsable de la invasión, el pago de una indemnización consistente en 500 tractores. Cuba devolvería a Estados Unidos a los más de 1 000 prisioneros. Los delegados juraron al resto de la brigada invasora que regresarían a Cuba en 72 horas si no hallaban ambiente de solución y que se demorarían a lo sumo siete días si se formalizaba la transacción. Acostumbrados ya en pocos días a los gestos del Comandante en Jefe Fidel Castro, los prisioneros no se habían asombrado demasiado cuando en la madrugada del sábado anterior vieron aparecer en el hospital naval en construcción, donde provisionalmente guardaban prisión, al jefe del gobierno que ellos intentaron derrocar.

Conversó con algunos grupos de los prisioneros antes de reunirse con la comisión elegida a instancias suyas. Ante las noticias, aquellos hombres se mostraban optimistas; algunos no podían ocultar su alegría y su respaldo a la propuesta de Fidel, la que les conferiría una libertad con la que no soñaron desde el momento de haber sido apresados cuando actuaban al servicio de una potencia extranjera.

Pero Fidel había declarado que en la victoria la Revolución no empequeñecería su obra. El estado de ánimo lo resumió uno de los prisioneros, quien utilizó la expresión popular de que el gobierno de Estados Unidos estaba obligado a carabina, para significar que la iniciativa había creado desconcierto.

El tratamiento generoso a los mercenarios prisioneros contrastaba con la propaganda de Radio Swan que hablaba de torturas a las que se les sometían en Cuba e incluso con el trato recibido en Miami. En el aeropuerto floridano no los dejaron hablar con los familiares. Los metieron apresuradamente en automóviles y fueron prácticamente secuestrados.

Verdadero horror

Ronald Suárez Rivas

En medio de recuerdos difusos, Enrique Henríquez solo consigue precisar que era domingo y el cine estaba repleto. Junto a otros niños del barrio había ido a la matiné infantil, cuando alrededor de las tres de la tarde comenzó a ver llamas en la pantalla.

De los 40 heridos que dejó el criminal sabotaje, 26 eran niños. A la izquierda, Enrique Henríquez, quien estuvo una semana sin conocimiento por las lesiones sufridas.

"Al principio pensé que era parte de la película, pero enseguida nos dimos cuenta de que el cine estaba cogiendo candela".

Entonces, al tratar de salir cayó al suelo, y en medio del pánico y la confusión, varias personas le pasaron por encima.

Cuando volvió a abrir los ojos al cabo de una semana sin conocimiento —y todavía con respiración artificial— producto de las lesiones sufridas, no recordaba nada, y los padres le dijeron que se había golpeado jugando en el barrio.

Por ello no sabría en aquel momento que era una de las víctimas del sabotaje al cine Riesgo, en Pinar del Río, un suceso organizado por la CIA que estremeció a esta ciudad el 28 de mayo de 1961.

"Yo estaba sentado con mi papá en la segunda planta, en un asiento junto a la escalera. Al iniciarse el fuego, fuimos de los primeros en tratar de salir", rememora Rolando Pacheco, otro de los testigos del incidente.

Pero la única puerta, hecha de angulares de hierro y cristales, se encontraba cerrada, aumentando el caos y la desesperación.

"Mi papá rompió uno de los vidrios y me alzó para que una persona que pasaba frente al cine me cogiera y me pusiera a salvo. Así sufrió una herida profunda en el brazo.

"Después conocimos que el incendio había sido provocado por contrarrevolucionarios inescrupulosos, quienes regaron fósforo vivo debajo de la pantalla y las cortinas."

"Nunca pensé que hubiera personas capaces de algo tan horrendo en un sitio lleno de niños", comenta Manuel Álvarez Trujillo (El Cubano), exoficial de la Seguridad del Estado participante en el caso.

"Las investigaciones se iniciaron de inmediato. Un colaborador nuestro informó que un grupo de personas hablaban con satisfacción del hecho, como si hubieran sido los autores.

"Se trataba de varios exmilitares de la dictadura, reclutados por la CIA, quienes se encontraban a la espera de armas para alzarse en las montañas pinareñas."

El cruel sabotaje dejó como saldo 26 pequeños y 14 adultos heridos.

"Fue un acto de terrorismo muy grande, porque era una función infantil y adentro casi todos éramos niños", asegura Enrique medio siglo después.

"No hay dudas de que fue pensado para hacer daño en grandes proporciones", añade Pacheco.

"Tras los sucesos de aquel día, en que yo tenía apenas cuatro años, viví durante mucho tiempo con miedo. Todavía hoy me sugestionan las aglomeraciones y cuando siento olor a humo, me parece que va a suceder una catástrofe.

"Este hecho puso al descubierto el verdadero rostro del imperialismo norteamericano, cuya política genocida contra Cuba ha tenido tantas veces como blanco a la población indefensa."

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