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Hacer arder Santiago y La Habana (XX)

GABRIEL MOLINA

El valiente marinero René Rodríguez Hernández resultó muerto en singular combate con una lancha artillada que ametralló el 13 de marzo de 1961 la refinería Hermanos Díaz, en Punta Gorda, Santiago de Cuba, a 963 kilómetros de La Habana.

Armado únicamente con su carabina M1 y su experiencia de guerrillero en el Tercer Frente, liderado en la Sierra Maestra por el Comandante Juan Almeida, el joven René, que estaba de guardia en la punta de la bahía, pudo disparar unos 15 tiros antes de caer con el cráneo destrozado por los proyectiles de ametralladora de grueso calibre y un cañón de 55 milímetros con los que la lancha pirata lo acribilló alrededor de las 4 de la madrugada de aquel día.

Foto: Periódico Revolución Sepelio de René Rodríguez Hernández, el marinero acribillado en el ataque a la refinería de Santiago.

Según el diario Revolución, los impactos abrieron un boquete con más de cuatro pulgadas de ancho en la torre atmosférica de la planta de destilación y varias perforaciones en otros tres tanques. También los disparos provocaron un incendio que fue sofocado en menos de media hora por los trabajadores de la refinería. Ninguno huyó. Por esa gallarda actitud no ardió la refinería y parte de la ciudad. El canciller Raúl Roa denunció ese día el ataque en la ONU.

José A. Díaz, compañero de René en la Marina, relató que la lancha artillada, en cuanto terminó su cruenta tarea en la Hermanos Díaz, se acercó y al cruzar frente a la posta, abrió fuego de nuevo. Rodríguez había contraído matrimonio solo tres meses antes con Noelia Bayard.

Los terroristas tirotearon asimismo a la posta de la Socapa y alcanzaron al miliciano Roberto Rabón Castro, dejándole una grave herida en el hombro. Se presume —agregaba el diario—, que los atacantes salieron de la base naval de Estados Unidos situada a 45 millas náuticas de la bahía santiaguera. Lanchas de la policía la persiguieron mas no le dieron alcance, pues la de los atacantes poseía poderosos motores.

DIPLOMACIA A CAÑONAZOS

Ese mismo día, al resumir la conmemoración por el aniversario del ataque al Palacio Presidencial, acción revolucionaria ejecutada el 13 de marzo de 1957 en el inmueble donde residía el dictador Batista, el Comandante en Jefe calificó de insólita la agresión a la segunda ciudad de Cuba, un país dedicado al trabajo, que no está en guerra con nadie, en plena madrugada. Que haya penetrado una nave de guerra artillada, a ametrallar una industria nacional, mientras se está hablando de que Cuba constituye un peligro para la seguridad del continente, es un hecho escandaloso, dijo.

Denunció que fue perpetrado por una nave militar entregada por los únicos que podían entregar esa nave militar a los terroristas, el gobierno de Estados Unidos, y partiendo de las bases desde donde único pueden partir, de las organizadas por el gobierno de Estados Unidos. "Estamos condenados a que en los puertos nos asesinen cientos de obreros, a que nos quemen nuestras cañas, a que violen constantemente el espacio aéreo nacional, a que envíen cargamento tras cargamento de explosivos para sabotear nuestras industrias (... ) el derecho a matar a nuestros obreros, a asesinar a nuestros niños, el derecho a destruir nuestras industrias a cañonazos (... ) atacaron una industria y asesinaron a un marino e hirieron a un miliciano".

Se preguntó: "¿no están expuestos igualmente al ataque, como en los peores tiempos de la piratería y el filibusterismo los puertos y los pueblos de nuestro país, por aviones piratas y naves piratas organizadas por la Agencia Central de Inteligencia? Porque todo el mundo sabe que son ellos los que les han entregado esas armas, esas naves y esos aviones".

El aparatoso ataque a la refinería de Santiago de Cuba tenía un doble objetivo: dificultar al máximo la vida del pueblo cubano al provocar molestas interrupciones del servicio de la electricidad y el combustible, a fin de dejar a los cubanos sin fuentes de energía ni transporte. Ya se había intentado provocar, a mediados del año 1960, esta cruel situación, cuando Washington prohibió a las empresas norteamericanas comercializar el petróleo en la isla, una especie de sanción, bajo el pretexto de que se le había comprado una cantidad a la Unión Soviética, que lo había ofrecido a menos precio.

La medida era de hecho muy peligrosa para la Revolución dentro del cohesionado paquete de operaciones aprobadas por Eisenhower en marzo de 1960, orientadas a implementar la decisión tomada en diciembre de 1959: derrocar al Gobierno revolucionario. "El plan original de la invasión llamaba a realizar incursiones aéreas para quemar las refinerías de Esso, Shell y Texaco, pero funcionarios de las petroleras con la esperanza de recobrar intactas las instalaciones tras la invasión, presionaron a la CIA para cancelar los raids". (1)

El fracaso de la conjura fue facilitado en gran parte cuando el gobierno de Jruschov ofreció no solo suministrar todo el petróleo necesario, a menores precios, razón que había sido alegada para crear el conflicto, sino también porque aseguró el transporte, pues los transportistas normales no hubiesen podido desafiar la presión de Washington.

Casi dos años después de la derrota imperialista en Playa Girón, exactamente el 25 de abril de 1963, a las 10 de la noche, un avión bimotor voló a baja altura sobre la refinería Ñico López de La Habana, lanzó una bomba de 100 libras y roció napalm, atentados que no lograron hacer arder la refinería ni la ciudad capital. Las agencias de noticias de Estados Unidos reportaron que un tal Alexander Rorke se ufanó en Washington de haber sido el autor del ataque. Según The New York Times, un personaje de nombre parecido, O’Rorke, se había confesado autor de 11 ataques a embarcaciones cubanas desde 1961 con su barco Violin III. El aludido dijo que la CIA estaba al corriente de lo que él hacía. El Gobierno revolucionario hizo responsable al de Estados Unidos por el ataque.

Era el mismo Alex Rorke. El libro The fish is red ofrece abundante información sobre la relación del tenebroso personaje con el pediatra terrorista Orlando Bosch y Frank Fiorini, el mafioso también conocido como Frank Sturgis. "Mike McLaney, antiguo operador de casinos de juego en La Habana (...) sometió un plan a la CIA para bombardear y quemar las refinerías Shell, Esso y Texaco. La acción de Bosch con Sturgis y Rorke produjo 11 golpes contra Cuba desde abril 25. Rorke roció bombas en las refinerías Shell y Esso cerca del centro de La Habana". (2)

INFILTRANDO JEFES DE LA SUBVERSIÓN

El segundo objetivo del ametrallamiento de la refinería, no menos importante, fue probablemente el de distraer la atención de las autoridades hacia esa región, a fin de favorecer la infiltración, el propio 13 de marzo, de Humberto Sorí Marín, Rafael Díaz Hanscom y Rogelio González Corzo, coordinador general, jefe militar y enlace con la CIA, respectivamente. Ellos venían a encargarse de la dirección de las operaciones subversivas y terroristas que se incrementaban al aproximarse abril, la fecha escogida por Kennedy para la invasión.

Desembarcaron de modo clandestino, "por un lugar en los límites de las provincias entre La Habana y Matanzas, al frente de un grupo de agentes de la Compañía que traía 13 toneladas de explosivos y uno de los proyectos más peligrosos para asesinar el 26 de marzo al comandante Fidel Castro". (3) Pretendían contribuir al éxito del plan de invasión de la Isla. Con ellos vino Eufemio Fernández, uno de los cubanos ligados al capo mafioso Santos Trafficante.

Para fines del mes Rorke, Fiorini (Sturgis) y Frank Nelson organizaron un grupo de pilotos que participarían en una maniobra diversionista de la Operación 40 en Pinar del Río, distante de la Ciénaga de Zapata, donde estaría la dirección principal del golpe, para tratar de desviar parte de la fuerza del gobierno durante la invasión. Se realizaría combinada con Howard Anderson, quien poseía una estación de gasolina en La Habana e incluía un frente de alzados en Pinar del Río, orientado por Sorí Marín a Alcibíades Bermúdez, quien lo recibió a su llegada el 13.

Pero Fidel había asignado a Mario Morales la jefatura de la unidad de contrainteligencia que debía investigar los complots para asesinar al propio Comandante en Jefe y a otros dirigentes. Morales logró, junto al capitán Federico Mora, infiltrar a Bermúdez dentro de los conspiradores.

Fue así que el 18 de marzo, cinco días después de la infiltración, el oficial José Luis Domínguez dirige un operativo en el cual es detenido todo el grupo de Sorí en la residencia número 110 de la calle 186, reparto Flores.

Sorí Marín había sido Comandante del Ejército Rebelde y ministro de Agricultura del primer Gobierno tras el triunfo del 1ro. de Enero de 1959, en el cual todavía quedaban muchos elementos de la derecha que no compartían los ideales de la Revolución, a tal punto que este señor, desde su cargo, se opuso y torpedeó la Reforma Agraria, esencia del carácter antiimperialista del movimiento revolucionario.

Y no solo entorpeció esa noble medida, sino que traicionó y se puso a las órdenes de un gobierno extranjero, justamente para apoyar la invasión mercenaria de abril de 1961.

Junto a Sorí fueron detenidos Díaz Hanscom, González Corzo y Eufemio Fernández; los agentes CIA Manuel L. Puig Miyar, Nemesio Rodríguez Navarrete, Gaspar Domingo Trueba y nueve colaboradores. Una vez más la infiltración organizada por la CIA y el gobierno de Estados Unidos, fracasaba.

(1) Warren Hinkle & William Turner.
The fish is red. Harper & Row. New York 1981, p. 162.
(2) Ibid. p, 201.
(3) Fabián Escalante. Acción Ejecutiva.
Ocean Press. Melbourne. 2006, p. 81.

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