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(24 de diciembre de 2010)
Girón 50
La diplomacia en la
Bahía de Cochinos (VIII)
Gabriel Molina
La Séptima
Conferencia de Cancilleres en San José, Costa Rica, se efectuaba,
según despacho de Prensa Latina, "bajo la vigilancia de 1 350
marines que permanecerían en aguas del Caribe mientras se
desarrollase el cónclave, para realizar ejercicios cuando
terminase". (1)
Pocos días
antes, la Sexta Conferencia había terminado con el acuerdo de la
ruptura de relaciones diplomáticas con el régimen trujillista y la
interrupción parcial de las relaciones económicas y comerciales.
Venezuela y México se apresuraron a romperlas; Cuba ya las tenía
rotas desde 1959 y Estados Unidos adujo, por su parte, que estaba
estudiando la ruptura.
Más
de un millón de personas se concentraron en la Plaza de la
Revolución y aprobaron la Declaración de La Habana.
El Canciller
estadounidense Christhian Herter centró su estrategia durante la
Séptima en las llamadas intervenciones extracontinentales, por la
advertencia del Primer Ministro de la Unión Soviética, quien ante
las amenazas de agresión a Cuba dijo estar dispuesto a defender a la
Isla proporcionando armas ligeras, pesadas y tanques, junto a la
oferta de comprarle todo el azúcar que Eisenhower dejaba de comprar
al recortar la cuota, días antes, en setecientas mil toneladas.
Nikita Jruschov dijo, en un sentido figurado, que si fuese necesario
los artilleros soviéticos pueden respaldar al pueblo cubano con
fuego de cohetes, si las fuerzas agresivas del Pentágono se atreven
a lanzar una intervención en Cuba. Recordó al Pentágono no olvidar
que, como lo han demostrado las pruebas recientes, la URSS tiene
cohetes que pueden aterrizar exactamente en un blanco cuadrado,
fijado de antemano, a trece mil kilómetros de distancia.
Los periodistas
nos acercamos al Canciller peruano, Raúl Porras Barrenechea, cuyo
gobierno se había aprestado para convocar la Conferencia, a pesar de
la desconfianza que despertaba en Cuba el controvertido tema. El
profesor causó sorpresa al declarar: "No se puede intervenir en
Cuba; no hay un solo canciller que opine de otro modo". (2) Agregó
que el gobierno de Cuba tiene todo el respaldo de su pueblo y por
tanto los demás pueblos de América tienen que respetar sus
decisiones.
Un nicaragüense
somocista se acercó al reconocer a Porras y le interrumpió para
pedirle su opinión sobre lo que se dice por ahí de que hay comunismo
en Cuba. "No se puede juzgar si lo hay por lo que digan los
corresponsales, respondió Porras. Ellos expresan sus puntos de vista
personales. De todos modos, si Cuba quiere implantar el comunismo
dentro de sus fronteras, es muy dueña de hacerlo. Lo que no puede
hacer es llevar el comunismo a la América. Ya eso sería injerencia.
Yo nunca he oído decir eso. No sé de dónde usted lo ha sacado", (3),
agregó el Canciller peruano con firmeza, cuando el nica le manifestó
que Cuba estaba interviniendo en Nicaragua. Ahí mismo lo conminamos
a no seguir interrumpiendo.
En el curso de
la reunión se manifestó el rechazo a las amenazas de intervención,
desde las posiciones de un grupo de ministros de los más importantes
países, encabezados por el venezolano Ignacio Luis Arcaya, miembro
del partido Unión Republicana Democrática (URD), que compartía el
gobierno de Venezuela con el de Acción Democrática, del presidente
Rómulo Betancourt. Durante la reunión se conoció la aprobación, por
el Senado de Estados Unidos, de una enmienda a la Ley de Ayuda
Exterior, mediante la cual todo país que prestase ayuda a Cuba o le
venda armas, sería privado de la ayuda norteamericana" (4). Los
medios cubanos interpretaron el hecho como una amenaza a la
Conferencia, con el objetivo a mediano plazo de debilitar a Cuba
militar y políticamente.
El canciller
cubano, Raúl Roa, leyó en su turno el 26 de agosto un enjundioso y
firme discurso que impresionó a todos los presentes. En una segunda
intervención, y en respuesta a las palabras de Herter, Roa improvisó
otra alocución, de parecido talante, que se caracterizó por las
frases "Y esto no lo dijo Nikita Jruschov, lo dijo José Martí"¼ "Y
esto no lo digo yo, lo dijo Abraham Lincoln", y así sucesivamente.
Entretanto la delegación norteamericana cabildeaba en reuniones
secretas. Llegado un momento de inmovilismo, se comisionó a un grupo
de once delegados para redactar una especie de solución de
compromiso. El Secretario de Estado norteamericano logró una
declaración por estrecha mayoría de un voto. El texto aludía
elípticamente a las palabras del Primer Ministro soviético, Nikita
Jruschov, donde declaraba a su país dispuesto a defender a Cuba en
un sentido figurado con sus cohetes, y calificaba indirectamente de
intervención extracontinental a esta posición soviética. La
resolución fue arrancada por Herter a los países asistentes, al
costo de ochocientos millones de dólares en promesas y quedó
aprobada de ese modo en la sesión plenaria. Roa anunció el
desacuerdo cubano y se retiró pronunciando aquella celebre frase: "Y
con Cuba se van los pueblos de América". Desde entonces se le
conoció como el Canciller de la Dignidad.
Arcaya y Porras
Barrenechea votaron en contra de la declaración, desafiando las
instrucciones de sus respectivos gobiernos. El primero renunció y
con ello creó una crisis en el gobierno venezolano, pues su partido
lo apoyó y dieron fin a la coalición, secundados por algunos
miembros del partido del presidente Betancourt. A Porras lo separó
de su cargo el primer ministro Beltrán Espantoso. Cuba apreció
hondamente el gesto de los dos ministros que desobedecieron a sus
gobiernos.
Con la VII
Conferencia de Cancilleres el gobierno de Estados Unidos no logró su
objetivo de obtener "una condena expresa a Cuba por parte de la
Organización de Estados Americanos, a pesar del crédito por 1 000
millones de dólares de esa época, utilizados para comprar votos.
Pero la resolución obtenida mostraba el aspecto diplomático de la
agresión, y sería utilizada para alcanzar, en 1962, la separación de
Cuba de la OEA, muy a pesar de la invasión en abril de 1961 conocida
como Bahía de Cochinos, pues entre el 11 y el 14 de marzo de 1961,
en la Casa Blanca, se decidió que el planeado desembarco sería
realizado por las tres playas de esa bahía.
El primer
intento diplomático formal había tenido lugar del 12 al 18 de agosto
de 1959, durante la V Reunión de Consultas de los Ministros de
Relaciones Exteriores de la OEA, en Santiago de Chile. La delegación
cubana presentó en un momento culminante de la reunión en Santiago
pruebas de una frustrada invasión organizada por el dictador
dominicano Leonidas Trujillo, que terminó en ritmo de comedia, pues
los invasores se vieron ridiculizados cuando fueron recibidos por el
propio Fidel Castro, quien les había hecho creer que Trinidad estaba
tomada por sus aliados. Raúl Castro, ministro de las Fuerzas Armadas
Revolucionarias, llevó personalmente las pruebas a la Conferencia.
La respuesta de
Cuba a la Declaración de San José obtenida en la VII Conferencia de
Cancilleres en Costa Rica, fue establecer relaciones con la
República Popular China, dado a conocer en una concentración en la
Plaza de la Revolución, el dos de septiembre de 1960, en la cual el
pueblo asumió la Declaración de La Habana, aclamada por más de un
millón de personas. Era servir dos tazas al que no quería té, a
quien declaraba una guerra por haberse establecido relaciones con la
Unión Soviética.
La Declaración
de La Habana calificó el acuerdo de San José de injerencista y
también "la intervención abierta y criminal que durante más de un
siglo ha ejercido el imperialismo norteamericano sobre todos los
pueblos de América Latina, que han visto invadido su suelo en
México, Nicaragua, Haití, Santo Domingo o Cuba; que han perdido ante
la voracidad de los imperialistas yankis extensas y ricas zonas,
como Texas, centros estratégicos vitales, como el Canal de Panamá,
países enteros, como Puerto Rico, convertido en territorio de
ocupación (...). La ayuda espontáneamente ofrecida por la Unión
Soviética a Cuba en caso de que el país fuera atacado por fuerzas
militares imperialistas, no podrá ser considerada jamás como un acto
de intromisión, sino que constituye un evidente acto de
solidaridad". (5)
(1) Diario Combate, 25 de agosto, de 1960 p. 12.
(2) Ibíd. 18 de agosto de 1960. p. 8.
(3) Ibíd.
(4) Diario Revolución.
(5) Declaración de La Habana. |