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(7 de enero de 2011)
Girón 50
Roa, dramático regreso (IX)
Gabriel Molina
El
regreso a La Habana del Canciller Raúl Roa al terminar la VII
reunión de los ministros de Relaciones Exteriores de la Organización
de Estados Americanos (OEA), se caracterizó por el intento concebido
por la CIA para hacer desaparecer a toda la delegación cubana,
derribando al avión que los traería de Costa Rica.
Un operativo tan
cruel es difícil de creer para cualquier persona decente. Pero como
lo muestran documentos desclasificados los años siguientes, y la
voladura del avión de Cubana en 1976, el objetivo era consecuente
con el progresivo desarrollo de criminales planes contra los líderes
y el pueblo cubanos. A las decisiones anteriores de hacer rendir por
hambre, mediante maniobras económicas como cortar la cuota azucarera
e impedir cualquier clase de ayuda a Cuba, se añadieron los
sabotajes y atentados terroristas.
Tras una reunión
en la que estaban presentes Tracy Barnes, segundo de Richard Bissell,
director de Operaciones clandestinas de la Agencia Central de
Inteligencia y el coronel J.C. King, jefe de la División Hemisferio
Occidental, este último envió un mensaje el 21 de julio de 1960 al
jefe de centro de la CIA en Cuba, para informar que "la posible
eliminación de los tres principales líderes cubanos está recibiendo
seria consideración del Estado mayor de la agencia...el oficial del
caso debía dar aprobación a un agente infiltrado en los medios
dirigentes militares en La Habana, quien había manifestado su
disposición a organizar un accidente que afectase al Comandante Raul
Castro... El siniestro estaría coordinado con un incidente en la
Base Naval de Guantánamo que encendiese la llama de un conflicto
armado entre ambos países". (1)
Era el primer
intento contra la vida de los dirigentes cubanos auspiciado por la
CIA que admitió el informe del Comité Church. Pero el siguiente mes,
agosto, mientras en el frente diplomático se trataba de convencer a
los países de la región para que respaldasen a Estados Unidos en sus
planes contra Cuba, el subdirector de la CIA Richard Bissell,
encargó al coronel Sheffield Edwards, director del Buró de la
seguridad, contactar a la mafia ítalo americana para "encontrar
alguien con el fin de matar a Castro. Edward sugirió contactar a
miembros del sindicato del juego en La Habana. El 16 de agosto de
1960 se entregó a un oficial una caja de tabacos favoritos de Fidel
Castro acondicionados con botulina tóxica, tan potente, como para
que una persona muriese con solo colocarlo en su boca".
Casualmente, ese
mismo día se ordenó por el entonces presidente Eisenhower "el
asesinato del Primer Ministro de El Congo, Patrice Lumumba, a quien
consideraba el Castro de África antes que se convirtiera en otro
Fidel Castro" (2) .
Un grupo de
agentes de la CIA reclutados entre los enemigos cubanos de la
Revolución, tuvo la misión de participar en las provocaciones y
hostigamientos que se produjeron contra la delegación cubana en
Costa Rica.
Otro complot fue
el de estar presente este grupo en la sesión final, para ocupar el
puesto de la delegación si esta se retiraba de la reunión cuando se
condenase a Cuba como calculaban. Se frustró porque los agentes
trataron de bajar del lugar del público y chocaron con los amigos de
la solidaridad costarricense. Las fuerzas del orden, dirigidas por
el aparato de seguridad de la OEA (léase el FBI), trataron de
detener a Virginia, una de las ticas y Roa la tomó por el brazo y
les dijo que tenían que detenerlos juntos, lo que no se atrevieron a
hacer.
La segunda parte
de ese plan fue revelada a Granma por Eduardo Delgado, único
que queda vivo de la delegación oficial de Cuba a la VII Reunión de
Cancilleres.
A Delgado,
miembro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, le fue asignada 24
horas antes del viaje por el Comandante Ramiro Valdés Menéndez,
junto a otros cuatro compañeros (Ramón Vázquez, Rogelio Montenegro,
Segundo Pérez y Juan Nilo Otero), la tarea de apoyar y proteger a la
delegación cubana que asistiría a esas reuniones de la OEA y fueron
habilitados como miembros de ella. Ya en San José, al final del
cónclave, obtuvieron una información de fuentes ticas más importante
aun, sobre la segunda parte del plan de la CIA en complicidad con
Tachito Somoza, el tirano de Nicaragua:
"Pretendían
derribar el avión de cubana en el cual regresaría la delegación,
utilizando para ello 2 o 3 de los aviones que tenían enmascarados en
las bases donde se preparaba la invasión de Playa Girón, en
Guatemala y Nicaragua".
Vino la última
prueba que debía pasar la delegación: regresar sanos y salvos ante
el peligro de que fuera derribado el avión. Estaban involucrados
varios funcionarios costarricenses y esto fue informado por Roa al
presidente de ese país, Mario Echandi y de acuerdo con él, se
preparó una operación en la cual utilizamos un avión civil
costarricense (DC4 cuatrimotor) que partió secretamente desde la
punta de la pista en el mismo momento que aterrizaba para recogernos
el avión que había sido enviado desde Cuba (un Super G Constellation)
y que posteriormente regresó vacío. Además, el Presidente designó
para que nos acompañara a un funcionario costarricense de alto rango
(que por cierto estaba vinculado con aquellos planes), el Ministro
de gobernación, quien hizo el viaje literalmente aterrado, esperando
a cada momento que aparecieran los aviones asesinos y a quien
hicimos blanco de nuestras bromas, ya que cada quince o veinte
minutos, nos alternábamos para decir en voz alta: "Se está acercando
un avión por el ala izquierda".
"Todo al final
por poco termina en tragedia, porque debido a la falta de
comunicación adecuada (ya que para más seguridad) no habíamos podido
informar los datos de la nave aérea en que regresaríamos, cuando nos
acercamos al territorio cubano, los equipos de radio del avión no se
podían comunicar con las torres de control, lo que finalmente se
pudo hacer cuando ya estábamos sobre Batabanó". (3)
Delgado realza
en justos términos la posición de los cancilleres de Perú y
Venezuela: "Al final de la reunión, frente al bochornoso espectáculo
de la condena a Cuba (implícita, porque no se menciona por su
nombre, se dice régimen totalitario, intromisión extra continental,
etc.), los cancilleres peruano (Raúl Porras Barrenechea) y
venezolano (Ignacio Luis Arcaya) presentaron su renuncia en
desacuerdo con la declaración, el primero antes de la votación y el
segundo, después de efectuada esta, en protesta por aquel acuerdo
que sus gobiernos refrendaban y ellos consideraban injusto",
testimonia Delgado.
Porras,
personalidad académica y diplomática, estaba gravemente enfermo de
cáncer y murió dos semanas después que regresara a Lima. Se sintió
utilizado ya que él firmó la solicitud de reunión por creer, como
nos dijo en San José en una intención mediadora. Se paró en la
sesión última y dijo que recibió instrucciones de su Presidente de
votar a favor y que por lo tanto renunciaba. Allí mismo, "en
desacuerdo con el espíritu y la letra de la resolución que
desconocía los derechos de Cuba a la autodeterminación".
Arcaya, primo de
Roa, era dirigente de URD y tenía grandes diferencias con el
presidente Rómulo Betancourt, del partido Acción Democrática, no
renunció en San José debido al pacto político para formar la
coalición de gobierno con Betancourt. Renunció al regresar a
Caracas, donde lo esperó una multitud en el aeropuerto, se reunió
con la cúpula de su partido, que lo apoyó, y presentó la renuncia a
Betancourt.
También hay que
destacar el pronunciamiento del canciller Manuel Tello, de México
—añade Delgado— en contra de cualquier intervención y defendiendo el
derecho de Cuba a la autodeterminación. Tuvo una participación muy
negativa el canciller Laffer de Brasil. En cambio, César Turbay
Ayala, de Colombia, bastante positiva, aunque nunca como los tres
primeros. Al llegar a La Habana, la delegación se dirigió
directamente al antiguo Palacio Presidencial, donde en una
concentración hablaron Roa y Fidel. Al día siguiente se aprobó la
Declaración de La Habana. Fue un regreso dramático, pero glorioso.
(1)Interim
Report. Alleged Assasinations Plots Involving Foreign Leaders. pp 71
a 75.
(2)Tim
Weiner. Legado de Cenizas. La historia de la CIA. Randon House
Mondadori. Tercera Edición.2008, pp 165.
(3)Declaraciones
al autor. |