[...] Es posible que muchos empiecen ahora a comprender
la Revolución en toda su significación y en toda su grandeza, porque,
incluso, era una palabra muy en boga, muy repetida y que para muchas
personas no tenía sino una significación sonora, una idea confusa,
porque, incluso, se llamaba revolución a cualquier cosa y cualquiera se
llamaba revolucionario. Y fácil parecía una revolución y, sin embargo,
una revolución no es tarea fácil. Una revolución no es un acontecimiento
sencillo en la historia de un pueblo. Una revolución es un hecho
complejo y difícil, y que tiene, además, la virtud de ser una gran
maestra, porque nos va enseñando sobre la marcha, y sobre la marcha va
fortaleciendo, la conciencia del pueblo, y sobre la marcha nos va
enseñando qué es una revolución.
Y para comenzar a darse cuenta de esto, es preciso que
haya transcurrido un tiempo [...] Y lo más satisfactorio es tener la
seguridad y la convicción de que la Revolución marcha bien; marcha bien,
por encima de todos los obstáculos, de todas las zancadillas, de todas
las trampas y de todas las maniobras contra ella [...].
[...] Para nosotros, es decir, para el pueblo, la tarea
que tenía delante el día 1ro. de Enero de 1959, era una tarea grande y
una tarea dura. En aquellos momentos era la alegría, la alegría de ver
romperse aquellas cadenas, cadenas de oprobio y de sangre, cadenas de
injusticias y de crimen, cadenas que ahogaban a un pueblo en la
humillación y en la miseria y, sobre todo, en la falta de esperanza.
Era, en aquellos días primeros, la alegría general,
aunque con una idea vaga de todo lo que teníamos por delante. La
Revolución no había cobrado forma todavía; la Revolución era algo así
como una silueta que no se definía claramente en la mente del pueblo. La
Revolución era algo así como una esperanza, y aquella alegría
posiblemente nos impedía pensar en todo lo que teníamos que hacer
todavía; que el romper aquellas cadenas no significaba sino la
oportunidad de empezar; de empezar a hacer esa obra compleja y difícil,
cuando teníamos por primera vez la oportunidad, después que nuestro
pueblo había estado luchando por ella más de un siglo, sin poder
alcanzarla, tuvimos los de la generación presente la fortuna de alcanzar
esa oportunidad por primera vez en la historia de nuestra Patria,
porque, en otras ocasiones, factores más poderosos que los deseos y las
aspiraciones y la fuerza de nuestro pueblo, lo habían impedido. Y en
manos nuestras, es decir, de nuestro pueblo, cayó esa oportunidad. [...]
Por qué tenemos los gobernantes revolucionarios moral
para pararnos ante el pueblo... (APLAUSOS), moral para responder a los
enemigos de nuestro pueblo, sino porque venimos con la verdad en la
mano, porque no le ocultamos nada a la nación y porque vamos a las
raíces de los problemas y podemos probar hasta la saciedad, frente al
coro de los enemigos, que la Revolución ha actuado correctamente, que la
Revolución actúa correctamente, porque hay razones que son irrebatibles,
hay hechos que son irrefutables, hay números que no se pueden
contradecir. Y cuando se va a la verdad de esos números, cuando se va a
esas realidades, es cuando tienen que callarse la boca los enemigos de
la Revolución (APLAUSOS), porque ellos ni le dijeron nunca la verdad al
pueblo, ni buscaron jamás remedios a nuestros males y frente a
cuestiones trascendentales venían con fórmulas ridículas e inoperantes,
que no servían más que para ir prorrogando nuestros males y para ir
produciendo ese cúmulo de problemas y esa herencia negativa que, después
de 50 años de república, le han dejado a nuestro pueblo.