Por
primera vez es el pueblo dueño de sus destinos, y lo que hagamos ahora
de nosotros depende; el triunfo definitivo de nosotros depende, porque
en nosotros está la fuerza para llevarla adelante o la debilidad que la
haga fracasar. En nosotros ha de estar la virtud que permita llevar
felizmente adelante el propósito que nos hemos impuesto o estarían los
vicios que nos hicieran fracasar; en nosotros ha de estar el valor que
permita el triunfo definitivo o la cobardía que haga posible el fracaso
definitivo. En nosotros pues, en esta generación que ha sido afortunada
en la oportunidad, está también la tremenda responsabilidad, porque de
las filas del pueblo salen los conductores, de las filas del pueblo
salen los héroes, de las filas del pueblo salen los valientes, de las
filas del pueblo surgen las fuerzas que puedan permitir el triunfo de un
pueblo, como de las filas surgen también —infortunadamente— los
traidores o los desertores, y surgen los de poca fe, y surgen los
cobardes [...]
Con esto señalo la realidad, y la realidad de que, a la
larga, sea mucho mayor la suma de valor, la suma de fe, la suma de
sacrificio y de heroísmo, sobre la suma de cobardía, de deslealtad o de
debilidad de otros, para que pensemos en esta tarea honrosa, pero
difícil, porque a los débiles de adentro, a los traidores de adentro, a
los cobardes de adentro, a los corrompidos de adentro, hay que sumar los
corrompidos de afuera, hay que sumar el poderío de los de afuera
(APLAUSOS), hay que sumar el esfuerzo que contra la Revolución hacen los
de afuera. A los buenos de adentro los acompaña la solidaridad y la
simpatía de todos los buenos de afuera (APLAUSOS).
¿Por qué tenemos fe? ¿Por qué tenemos confianza? Tenemos
confianza porque los cubanos buenos son abrumadora mayoría sobre los
cubanos malos (APLAUSOS); porque los valientes, los cubanos valientes, y
los cubanos virtuosos, los cubanos generosos, los cubanos entusiastas,
son, constituyen, abrumadora mayoría sobre los cubanos egoístas o
cobardes, o sietemesinos, como llamaba Martí a los hombres que no tenían
fe en su pueblo (APLAUSOS). Por eso, porque contamos con un pueblo
semejante, en que hay una proporción de virtud tan extraordinariamente
mayoritaria, es por lo que creo que esta generación aprovechará la
oportunidad que le brinda el destino de la nación para culminar en la
victoria definitiva. Y es que la virtud ha crecido en nuestro pueblo,
porque si estudiáramos el pasado, nos encontraríamos que los hombres que
encendieron la chispa de la libertad, los hombres que encendieron la
llama del patriotismo, eran entonces una exigua minoría; los pioneros de
nuestra patria fueron minoría y durante un tiempo considerable los
hombres verdaderamente patriotas fueron minoría.
Y gracias al ejemplo bueno, y a pesar del ejemplo malo;
gracias a que el pensamiento y la luz a la larga se imponen; gracias a
que la verdad siempre, más tarde o más temprano, la verdad que se
escribe con sangre de pueblo, triunfa. Gracias al ejemplo de los buenos,
gracias a la prédica de los fundadores, entre los cuales el primero fue
aquel hombre cuyo nacimiento conmemoramos hoy. Gracias a esa prédica que
era ignorada en un principio, porque los versos, como los pensamientos,
como los escritos, como las proclamas, como los discursos de Martí, que
hoy son familiares para todos nosotros, fueron al principio del
conocimiento reducido de un círculo de amigos o de compatriotas que
tuvieron el privilegio de leerlos o escucharlos, porque en medio de la
censura y de la opresión, aquellas ideas no podían divulgarse, e
incluso, en los inicios de la república, el pensamiento y la prédica de
Martí no se conocía sino por una minoría, y fue en el transcurso del
presente siglo cuando nuestro pueblo pudo ir, paso a paso, conociendo
aquella filosofía política, aquel pensamiento profundamente humano de
nuestro Apóstol [...]
Y a pesar de esa influencia, sin embargo, nos
encontramos que las virtudes de nuestro pueblo fueron creciendo, y nos
encontramos que en nuestro pueblo había fuerzas suficientes para
librarnos de las ataduras poderosas que realmente mantenían a nuestro
pueblo sumido a una política y a unos procedimientos que eran los más
opuestos a sus intereses.
Y así, ¿por qué se pudo llevar adelante la última guerra
libertadora? ¿Por qué se pudo alcanzar la victoria? ¿Por qué avanza la
Revolución? Se logró todo porque había virtudes en nuestro pueblo, y
esas virtudes fueron el fruto de las semillas que sembraron los
fundadores de nuestra república; de la semilla, de la abundante semilla
que sembró nuestro apóstol José Martí. Porque ese amor acendrado a la
libertad, esa prédica constante de dignidad, ese sentido humano del
pensamiento martiano; ese odio a la tiranía, ese odio al vicio, ese odio
a la esclavitud que le hizo decir: "Sin Patria, pero sin amo", sin
patria, pero sin amo, es decir, preferir la muerte a tener un amo
(APLAUSOS), esa prédica fue la que nutrió el espíritu rebelde y heroico
de nuestro pueblo.