En la noche del 4 de mayo de 1959, la explanada
frente al palacio municipal de Montevideo no alcanza para acoger a
la multitud. El pueblo se derrama por las calles adyacentes. Según
la prensa, jamás la ciudad ha presenciado una concentración
semejante.
El Comandante Fidel Castro, a pesar de su disfonía,
prodiga argumentos. Más de veinticinco mil personas aplauden sus
palabras. El líder cubano analiza el porqué de esta multitudinaria y
entusiasta concentración
¿Qué explicación tiene, si no puede ser la
curiosidad, ni el mérito, ni la gratitud lo que reúne a los pueblos
de nuestro continente al paso de un joven que sencillamente no ha
hecho otra cosa que cumplir con el deber que tenía con su Patria,
como otros muchos miles de jóvenes han cumplido? ¿Qué es lo que
reúne a los pueblos si no es una aspiración, si no es una conciencia
latinoamericana, si no es un decoro que late en el corazón de todos
nosotros? ¿Qué quiere decir que a mí no se me mire como a un
extranjero, palabra indigna para calificarnos los hermanos de
América Latina? [...] ¿Qué quiere decir esto si no que la América va
madurando para la gran tarea que debe realizar en el mundo, para
cumplir también su rol en el mundo para llevar adelante los sueños y
aspiraciones a que tienen derecho todos los pueblos? [...]
Si la Revolución Cubana, por errores de los cubanos,
por la traición de sus líderes, por falta de sentido de
responsabilidad, lejos de conducirla al triunfo la llevan al
fracaso, seremos responsables ante los ojos de América de haber
causado muerte a una de sus más hermosas esperanzas.
Lo difícil es la lealtad absoluta, que los hombres
de sensibilidad, de honor y de cariño a su pueblo, sean capaces de
encontrar las fórmulas precisas para no defraudarlos o conducirlos a
la derrota. Esta es nuestra responsabilidad hoy ante el pueblo de
Cuba, que quiere decir una responsabilidad ante la América entera,
este es nuestro difícil trabajo, la tremenda tarea de un pueblo
pequeño tratando de abrirse paso por encima de todos los
determinismos, tratando de marchar adelante por encima de todos los
obstáculos.Que será de lo que tengamos que rendir cuentas a la
posteridad, que los hechos de los hombres son juzgados mejor según
pasan los años de la historia.
Que la América nuestra tiene un destino propio, la
América nuestra tiene un rol propio, la América con sus
características geográficas, con sus características espirituales,
con sus características patriales, con la idiosincrasia de nuestros
pueblos, solo puede seguir un camino enteramente propio.
Difícil será la tarea de encontrar el camino propio
en medio de las opiniones más disímiles, en medio de las ideas más
contrapuestas pero hay algo que puede significar ese camino por
encima de todas las disparidades de criterio y es que los
latinoamericanos busquemos aquellas cosas que son comunes a todos,
busquemos aquellas aspiraciones que son comunes a todos, busquemos
aquellos intereses que son comunes a todos y en pos de esa
aspiración unamos a todos los sectores de cada nación y a todas las
naciones de América Latina para conseguir nuestro objetivo. Porque
divididos entre sí nada conseguiremos jamás. ¿Qué conseguiremos al
menos? Las primeras metas que debemos alcanzar, con fórmulas que nos
dividan llegaremos si acaso a desgarrarnos más pero nunca llegaremos
a ser más fuertes. Con fórmulas que nos dividan llegaremos si acaso
a retroceder más, a convertirnos en centros de pugnas que puedan
estar por encima de los intereses de nuestra América, podremos con
fórmulas que nos dividan cosechar muchos sinsabores y muchas
derrotas pero jamás lograremos los ideales que debemos proteger.
Solo con la unidad se pueden conquistar los grandes objetivos de
nuestra América.
¿Que el camino será difícil e implica el desaliento?
Nosotros jamás podremos ser hombres invadidos por el desaliento,
porque caminos difíciles hemos emprendido más de una vez, caminos
difíciles hemos afrontado más de una vez y los hechos demuestran que
cuando hay confianza en las ideas se llega lejos y se gana terreno.
Que sea difícil no es motivo de desaliento sino
simplemente tener conciencia de que ello es difícil pero no
imposible."
[¼ ]Este esfuerzo implica para nosotros tarea aguda,
tal vez no la veamos nosotros pero sí estamos obligados a ir
sembrando la semiila; a ir sembrando conciencia puesto que el
terreno está abonado. Unámonos primero en pro de aspiraciones
económicas, en pro de la gran aspiración del de-sarrollo de la
América Latina con economía propia. En pos del mercado común.
(Uno del público grita a favor de la supresión de
las fronteras latinoamericanas. Fidel contesta:) Eso lo podemos ir
suprimiendo después de las barreras aduanales; después de las
barreras legales que nos exigen visas y requisitos para movernos de
un lugar a otro y así, algún día, aunque tal vez nosotros no lo
veamos, las barreras artificiales que nos separan habrán
desaparecido. Y al igual que hoy nuestros corazones pueden abrazarse
por encima de esas barreras que absurdamente se interponen entre
ustedes y nosotros, porque ustedes son llamados uruguayos y nosotros
somos llamados cubanos y tenemos pasaportes distintos, gobiernos
distintos, leyes distintas y existencia política distinta; al igual
que hoy nos abrazamos por encima de esas barreras, en un futuro más
o menos lejano si nosotros no lo vemos nuestros hijos puedan
abrazarse con los corazones sin barrera.