Al final de su discurso en la Conferencia de los 21
en Buenos Aires el 2 de mayo de 1959, Fidel plantea:
—[...] ¿Hacia dónde debe dirigirse el esfuerzo de la
América Latina? Hacia la obtención de capitales mediante
financiamiento público del país que, por ser el más desarrollado,
puede brindarnos ese financiamiento.
—La delegación cubana, los técnicos de la delegación
cubana, han calculado que el desarrollo económico de la América
Latina necesita un financiamiento de treinta mil millones de dólares
en un plazo de diez años, si se quiere, de verdad, producir un
desarrollo pleno de este hemisferio.
—Nadie debe asustarse por esta cifra. Estas cifras
están en la conciencia, en el ánimo de todos ustedes, porque existen
los datos estadísticos de nuestra población, de nuestras
necesidades, de nuestro conocimiento, del número de millones que se
necesitan para emplear un número determinado de obreros.
—A las cifras no hay que temerlas... Nosotros le
damos vueltas al problema; planteamos todas las ecuaciones y no
planteamos la esencial, la que se necesita. ¿Y cómo podemos
obtenerla? Solo de los Estados Unidos y mediante financiamiento
público. Y entendemos, además, que es el procedimiento más fácil
para los Estados Unidos, porque la experiencia demuestra que ese
procedimiento es el que han podido emplear los Estados Unidos en
Europa y en el Cercano Oriente.
—¿Por qué, entonces desechar esa oportunidad que se
consideró mejor en otros lugares cuando se trata del caso de América
Latina?
El Comandante ratificó su inquebrantable confianza
en la fuerza decisiva de la opinión pública, su gran aliado en la
guerra y en la paz, en Cuba y fuera de Cuba. "La opinión pública y
el gobierno de los Estados Unidos se persuadirán de estas verdades
aquí planteadas...".
Sus últimas palabras: —Considero así que he cumplido
sencillamente con mi deber, al expresar en el seno de esta comisión,
estas ideas. Muchas gracias.
La ovación desbordó las limitaciones del protocolo y
el recinto se vistió con un cálido aliento de plaza pública. Los
delegados, inclusive los personeros de las dictaduras, se dejaron
llevar por la ola contagiosa de entusiasmo. Fidel, figura polémica,
devenía en factor en la unidad americana. (Tomado de la sección
En Cuba de la Revista Bohemia)