Los Estados Unidos no se han sacrificado por los pueblos de América Latina

En su discurso en la Conferencia de los 21 en Buenos Aires el 2 de mayo de 1959, Fidel proclamó tres fórmulas posibles para agenciar capitales con los que movilizar los recursos de la América: el ahorro, las inversiones privadas y el financiamiento público. Desechó las dos primeras, por artificiales e inoperantes. ¿Cómo se podía ahorrar? ¿Sometiendo a los pueblos a más hambre todavía?

En cuanto a la inversión privada, marchaba tras los dividendos fáciles y los climas propicios, rehuyendo los países más atrasados donde fermentaban, con mayor intensidad, los conflictos sociales.

—¿Pero qué se entiende por clima?, se preguntó con acento dramático. ¿Puede haber clima en medio de 700 mil desocupados?

—Hay que sacar la conclusión honesta de que los climas de que se habla son climas teóricos; que no estamos en condiciones reales de brindarlos; que la inversión va hacia allí donde el producto encuentra mejores condiciones y que los países más atrasados, que son los que más necesitan la inversión, no pueden propiciar ese clima.

—Luego, de las tres maneras de buscar capital queda la tercera: el financiamiento público. ¿Por qué no llegar a la conclusión real de que en las actuales condiciones la forma en que mejor se facilita la cooperación es el financiamiento público?

—He leído con detenimiento el discurso de la delegación de los Estados Unidos planteando el esfuerzo de cooperación que se ha hecho en distintos organismos de crédito internacionales. Plantea el aporte que se ha hecho recientemente en el Banco Interamericano de Desarrollo...

Plantea la ayuda que, en determinados casos, ha prestado a determinados países. Es cierto.

—El aporte a través de ese organismo es un aporte, pero no ha sido suficiente. No digo que no haya sido suficiente la fuerza de voluntad, los deseos de ayudar, la espontaneidad con que se haga. Pero los recursos con que han contado los organismos internacionales han sido insuficientes.

—Porque, si no, ¿por qué no está desarrollada económicamente la América Latina, si nuestros pueblos tenían acceso a esas instituciones de crédito?

Dirigió la vista hacia los representantes de Washington:

—Es verdad lo planteado por la delegación de los Estados Unidos, que los aportes hechos por los Estados Unidos han implicado sacrificios para el contribuyente, que han implicado sacrificios para el pueblo de los Estados Unidos... Pueden los Estados Unidos, por su poderosa economía, hacer los sacrificios que nosotros, los pueblos subdesarrollados, no podemos realizar.

—Puede la economía de los Estados Unidos hacer esos sacrificios y los ha hecho grandes en otras ocasiones... Mas, no lo ha hecho a favor de los pueblos de la América Latina... Mas, no se ha dirigido hacia aquí, hacia la familia de este hemisferio... Se han dirigido esos sacrificios hacia Europa, para su reconstrucción después de la guerra; se han dirigido hacia los lejanos países del Medio Oriente.

—Esos sacrificios, sigue diciendo Fidel, no se han dirigido hacia los pueblos que están más estrechamente vinculados en la tradición, en la política y en la economía de los Estados Unidos. ¿Por qué la América Latina no puede aspirar a que los Estados Unidos le brinden el respaldo, las facilidades que les ha brindado a otros lugares del mundo?

—Nosotros no planteamos que nos donen capitales. Lo que nosotros planteamos es que se nos financien capitales, lo que nosotros planteamos es la obtención de capitales necesarios para nuestro desarrollo económico, con el propósito de devolverlos con sus intereses. Es un sacrificio que hoy hacen los contribuyentes norteamericanos para ventaja de las futuras generaciones de su país. (Continuará). (Tomado de la Sección En Cuba, de la Revista Bohemia).

   

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