Estamos afectados por idénticos problemas

En la Conferencia de los 21 en Buenos Aires, el 2 de mayo de 1959, Fidel expone que no es posible olvidar que los pueblos de América Latina existen; se trata de realidades de carne y hueso y urge solucionar sus necesidades.

Sería imperdonable ceguera por parte de los dirigentes de las naciones de América no encontrar las soluciones adecuadas en el momento oportuno. Todos nosotros, no cabe la menor duda, coincidimos en los mismos puntos de vista esenciales, todos nosotros tenemos una clara conciencia de las necesidades de nuestros pueblos porque no son difíciles de precisar, porque no son difíciles de ver. Todos nosotros estamos afectados por idénticos problemas y si acaso hay variaciones es sencillamente acerca de los modos de resolverlos. Pero en el fondo, todos sabemos en qué consisten nuestros problemas y si sabemos en qué consisten es posible que no estemos lejos de conocer cómo se solucionan nuestros problemas. Y a nuestro entender la falta de un enfoque unánime y claro obedece sencillamente a la influencia de viejas ideas que están pesando sobre nosotros en instantes en que debemos afrontar problemas nuevos. Y así con ideas viejas muchas veces tratamos de resolver problemas que son enteramente nuevos. Al expresar aquí un sentimiento respecto a las fórmulas que se discuten y se barajan para resolver nuestros problemas, yo diría que lo primero, lo fundamental, no es solo la fórmula que se discuta, el remedio que se encuentre para la solución de nuestros problemas económicos. Lo fundamental es la actitud de ánimo con que vamos a aplicar esa fórmula, lo fundamental es la cuantía de la medicina que vamos a aplicar a nuestros males. Nosotros podemos llegar a conclusiones correctas, adecuadas sobre la solución de nuestros problemas y emprender esas soluciones desalentados, escépticos o bien con la creencia errónea de que tenemos como una especie de tendencia a aplicar anestesia más que remedios; paliativos más que remedios y nos volvemos a encontrar prontamente de nuevo con los mismos males [...]

Aquí se ha dicho que una de las causas del subdesarrollo es la inestabilidad política, y quizás la primera verdad que deba sacarse aquí en claro, porque es evidentísima, es que la inestabilidad política de los gobiernos y de los pueblos de América Latina en estos tiempos no es la causa del subdesarrollo, sino la consecuencia del subdesarrollo. Y esta verdad, es una de las verdades fundamentales que debe decirse [...] Por ningún concepto podemos ir a buscar las causas de su subdesarrollo en la inestabilidad [...]

Cuando los gobiernos democráticos, con teorías, con argumentos, con razones, no pueden resolver esos problemas que se agudizan, surge entonces la teoría de que para que haya inversión es necesario que haya orden completo, que no haya huelgas, que haya paz absoluta en el país.

Dentro de ese círculo vicioso se movía el hemisferio. La ayuda económica se subordinaba a una serie de requisitos previos, cada uno de los cuales representaba un freno a las más legítimas aspiraciones populares. Los regímenes constitucionales no tenían más disyuntiva que ceder a la fuerza o recurrir a la fuerza.

¿Cómo pueden los gobiernos constitucionales resolver ese tremendo dilema?, ¿O es que vamos a aceptar en definitiva que no hay otra solución que el imperio de la fuerza, renunciando por completo al ideal democrático? [...]

Enfocó las diferencias entre las dos Américas:

Nosotros tenemos problemas que los Estados Unidos no tienen. Allá la estabilidad económica, la formidable base económica, ha garantizado, junto a otros factores, la estabilidad política de aquel pueblo del norte. Por eso se hace difícil, a veces, que comprendan los problemas de América Latina.

Sobre las naciones al sur del Río Grande, la incomprensión y la ignorancia habían acumulado cargos de diversa índole. Se hablaba, con ligereza, de raza incapaz y turbulenta y de pueblos inmaduros.

Pero el mal no está en nosotros. El mal radica, fundamentalmente, en nuestras condiciones económicas y sociales. No hemos tenido la fortuna de desarrollarnos como lo han hecho los países del norte. Las causas no están en el hombre latinoamericano, la causa no está en la capacidad de gobernarse del hombre latinoamericano, la causa no está en la inteligencia del hombre latinoamericano [...]

Las causas y las consecuencias están en las condiciones económicas que desde los orígenes hemos confrontado los pueblos de Centro y Suramérica... Y estas verdades debemos decirlas a los delegados de los Estados Unidos y debemos decirlas a la opinión pública norteamericana. (Continuará) (Tomado de la Sección en Cuba de la Revista Bohemia)

   

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