Sería imperdonable ceguera por parte de los
dirigentes de las naciones de América no encontrar las soluciones
adecuadas en el momento oportuno. Todos nosotros, no cabe la menor
duda, coincidimos en los mismos puntos de vista esenciales, todos
nosotros tenemos una clara conciencia de las necesidades de nuestros
pueblos porque no son difíciles de precisar, porque no son difíciles
de ver. Todos nosotros estamos afectados por idénticos problemas y
si acaso hay variaciones es sencillamente acerca de los modos de
resolverlos. Pero en el fondo, todos sabemos en qué consisten
nuestros problemas y si sabemos en qué consisten es posible que no
estemos lejos de conocer cómo se solucionan nuestros problemas. Y a
nuestro entender la falta de un enfoque unánime y claro obedece
sencillamente a la influencia de viejas ideas que están pesando
sobre nosotros en instantes en que debemos afrontar problemas
nuevos. Y así con ideas viejas muchas veces tratamos de resolver
problemas que son enteramente nuevos. Al expresar aquí un
sentimiento respecto a las fórmulas que se discuten y se barajan
para resolver nuestros problemas, yo diría que lo primero, lo
fundamental, no es solo la fórmula que se discuta, el remedio que se
encuentre para la solución de nuestros problemas económicos. Lo
fundamental es la actitud de ánimo con que vamos a aplicar esa
fórmula, lo fundamental es la cuantía de la medicina que vamos a
aplicar a nuestros males. Nosotros podemos llegar a conclusiones
correctas, adecuadas sobre la solución de nuestros problemas y
emprender esas soluciones desalentados, escépticos o bien con la
creencia errónea de que tenemos como una especie de tendencia a
aplicar anestesia más que remedios; paliativos más que remedios y
nos volvemos a encontrar prontamente de nuevo con los mismos males
[...]
Aquí se ha dicho que una de las causas del
subdesarrollo es la inestabilidad política, y quizás la primera
verdad que deba sacarse aquí en claro, porque es evidentísima, es
que la inestabilidad política de los gobiernos y de los pueblos de
América Latina en estos tiempos no es la causa del subdesarrollo,
sino la consecuencia del subdesarrollo. Y esta verdad, es una de las
verdades fundamentales que debe decirse [...] Por ningún concepto
podemos ir a buscar las causas de su subdesarrollo en la
inestabilidad [...]
Cuando los gobiernos democráticos, con teorías, con
argumentos, con razones, no pueden resolver esos problemas que se
agudizan, surge entonces la teoría de que para que haya inversión es
necesario que haya orden completo, que no haya huelgas, que haya paz
absoluta en el país.
Dentro de ese círculo vicioso se movía el
hemisferio. La ayuda económica se subordinaba a una serie de
requisitos previos, cada uno de los cuales representaba un freno a
las más legítimas aspiraciones populares. Los regímenes
constitucionales no tenían más disyuntiva que ceder a la fuerza o
recurrir a la fuerza.
¿Cómo pueden los gobiernos constitucionales resolver
ese tremendo dilema?, ¿O es que vamos a aceptar en definitiva que no
hay otra solución que el imperio de la fuerza, renunciando por
completo al ideal democrático? [...]
Enfocó las diferencias entre las dos Américas:
Nosotros tenemos problemas que los Estados Unidos no
tienen. Allá la estabilidad económica, la formidable base económica,
ha garantizado, junto a otros factores, la estabilidad política de
aquel pueblo del norte. Por eso se hace difícil, a veces, que
comprendan los problemas de América Latina.
Sobre las naciones al sur del Río Grande, la
incomprensión y la ignorancia habían acumulado cargos de diversa
índole. Se hablaba, con ligereza, de raza incapaz y turbulenta y de
pueblos inmaduros.
Pero el mal no está en nosotros. El mal radica,
fundamentalmente, en nuestras condiciones económicas y sociales. No
hemos tenido la fortuna de desarrollarnos como lo han hecho los
países del norte. Las causas no están en el hombre latinoamericano,
la causa no está en la capacidad de gobernarse del hombre
latinoamericano, la causa no está en la inteligencia del hombre
latinoamericano [...]
Las causas y las consecuencias están en las
condiciones económicas que desde los orígenes hemos confrontado los
pueblos de Centro y Suramérica... Y estas verdades debemos decirlas
a los delegados de los Estados Unidos y debemos decirlas a la
opinión pública norteamericana. (Continuará) (Tomado de la
Sección en Cuba de la Revista Bohemia)