[...] No hay ningún misterio en la visita mía a los
Estados Unidos y le voy a explicar cómo ocurrió la idea de la
visita.
Había recibido anteriormente infinidad de
invitaciones a una serie de programas, de conferencias de prensa y
de instituciones en los Estados Unidos, realmente no las había
aceptado con motivo de lo ocupado que estaba aquí. También fui
invitado por otros países, como Chile, por ejemplo, y no he podido
disponer de tiempo para hacer el viaje; pero hasta que me hicieron
una invitación la Asociación de Editores, que anualmente celebra una
conferencia en Washington, que es una Asociación de Editores
numerosa. Me invitaron a la conferencia de este año para comparecer
allí, hablarles y responderles a sus preguntas. Entonces, yo, que
había rechazado numerosas invitaciones, decidí aceptar alguna para
que no se pudiera interpretar que estuviera en mi ánimo rehuir un
interrogatorio o rechazar sistemáticamente cualquier invitación que
me hicieran, y acepté esa.
Esto precisamente está de acuerdo con mi manera de
enfrentar los problemas y precisamente cuando se levantó la campaña
contra Cuba en los primeros días del Gobierno Revolucionario,
convocamos a una reunión de periodistas aquí en Cuba, sencillamente
para responder a todas las cuestiones que tuvieran relación con la
política cubana y con la Revolución nuestra, precisamente porque no
tememos enfrentarnos a ningún tipo de interrogatorio, con facultades
para hacernos todas las preguntas que estimen pertinentes, porque no
hay preguntas indiscretas en la opinión pública.
Preguntas indiscretas pueden existir para los
gobiernos cuando no están claros, cuando no tienen sus ideas muy
claras, porque si en otra ocasión ha sido de interés reunir a los
periodistas, tiene que ser de interés que se reuniera aunque no sea
en Cuba un grupo numeroso de periodistas para una conferencia de
prensa, y con ese criterio acepté la invitación. Yo no era todavía
primer ministro cuando me hicieron la invitación [...]
Posteriormente vino la designación de primer
ministro y siguió pendiente la invitación, la que no tengo ninguna
razón para rechazar ya que tengo las mismas razones que tenía
aquellos días para comparecer en esa conferencia, y no he variado de
opinión.
El hecho de que hubiera aceptado que fuera como
visita privada, en esto actué como cuando actúo en todas mis cosas.
Soy mucho más amigo de la actuación sencilla, natural, que de todas
las cuestiones protocolares. No tuve ninguna se-gunda intención al
aceptar aquella invitación; me invitaban editores de periódicos; de
acuerdo con mi línea revolucionaria y mi posición sobre la libertad
de prensa, mi disposición a responder sobre todas las cuestiones del
gobierno, me parecía correcto aceptar esa invitación [¼ ]
[¼ ] Mis pronunciamientos en los Estados Unidos no
pueden ser distintos de los que he formulado aquí. He hablado con
claridad sobre la mayor parte de los problemas revolucionarios que
interesan a Cuba y pueden afectar a ciertos intereses aquí en Cuba.
Allí muchas cuestiones se tocarán, entre otras
cosas, uno de los puntos y problemas que más han servido como arma
para atacar a la Revolución: el problema de los fusilamientos. Todas
esas cosas se abordarán allí.
Y la ventaja que significa poder decir allí muchas
cosas que, dichas aquí, los cables las cambian y las presentan de un
modo distinto; porque ustedes saben que una misma noticia hay muchas
maneras de plantearla y puede ser completamente transformada en el
camino, y sin duda, que los pronunciamientos míos y las cosas de
Cuba han sido constantemente alteradas y publicadas de una forma que
se aparta de la verdad.