[...] La Revolución no es obra de una minoría, la
Revolución es obra de la voluntad absolutamente mayoritaria del
pueblo de Cuba y es virtualmente imposible oponerse a ella, ya que
cuenta con el respaldo mayoritario y casi unánime de una nación
entera. [...]
[...] ¿Por qué hay prejuicios? Porque el pueblo no
ha sido educado.
Cuando yo planteé el problema de la discriminación
racial, salió la gente de algunos lugares aristocráticos a intrigar.
Era como si hubiera revuelto todos los prejuicios que yacen en el
fondo del pueblo, porque los hemos heredado a través de los siglos.
Planteé una cosa tan justa como esa, porque todos los cubanos deben
tener un derecho por igual a trabajar. ¿Puede plantearse algo más
justo? [...]
[...] De ninguna manera un hombre del pueblo puede
dejarse llevar por el prejuicio; de ninguna manera un hombre del
pueblo puede dejarse llevar por las aberraciones que le han dejado
los siglos pasados. No hay nada más absurdo ni nada más criminal que
la discriminación; aquí ha sido con el negro, en otros lugares fue
con el blanco, o con el trigueño, o con el amarillo; porque los
alemanes que se creían una raza superior, persiguieron a los judíos
porque eran judíos; persiguieron a los yugoslavos porque eran
yugoslavos; persiguieron a los polacos porque eran polacos;
persiguieron a los eslavos porque eran eslavos; y en nombre de esos
prejuicios, cometieron los peores crímenes y las peores
depredaciones.
Nosotros, que somos un pueblo en el que figuran
hombres de todos los colores y de ningún color; nosotros, que somos
un pueblo constituido por distintos componentes raciales, ¿cómo
vamos a cometer la estupidez y el absurdo de dar albergue al virus
de la discriminación? Aquí, en esta multitud, veo blancos y veo
negros, porque el pueblo es eso: el pueblo está integrado por
blancos y por negros y por amarillos. Y eso debe ser Cuba. Eso es lo
que debe predominar entre nosotros. Si hay que defender la
Revolución y empuñar un fusil, que lo hagan blancos, negros y
mulatos; si hay que defender la patria, que empuñemos las armas
blancos, y negros, y mulatos, y trigueños, y rubios. ¿O es que aquí
hay alguien tan insensato que a la hora del sacrificio, que a la
hora de pelear, le diga al hombre que está al lado con el fusil,
para defenderle la vida, ¡quítate del lado mío, porque eres negro!?
¿Quién va a hacer eso? [...]