No hay nada más absurdo ni más criminal que la discriminación racial

Discurso en la concentración de apoyo a la reforma agraria. Güines, 29 de marzo de 1959.

[...] La Revolución no es obra de una minoría, la Revolución es obra de la voluntad absolutamente mayoritaria del pueblo de Cuba y es virtualmente imposible oponerse a ella, ya que cuenta con el respaldo mayoritario y casi unánime de una nación entera. [...]

[...] ¿Por qué hay prejuicios? Porque el pueblo no ha sido educado.

Cuando yo planteé el problema de la discriminación racial, salió la gente de algunos lugares aristocráticos a intrigar. Era como si hubiera revuelto todos los prejuicios que yacen en el fondo del pueblo, porque los hemos heredado a través de los siglos. Planteé una cosa tan justa como esa, porque todos los cubanos deben tener un derecho por igual a trabajar. ¿Puede plantearse algo más justo? [...]

[...] De ninguna manera un hombre del pueblo puede dejarse llevar por el prejuicio; de ninguna manera un hombre del pueblo puede dejarse llevar por las aberraciones que le han dejado los siglos pasados. No hay nada más absurdo ni nada más criminal que la discriminación; aquí ha sido con el negro, en otros lugares fue con el blanco, o con el trigueño, o con el amarillo; porque los alemanes que se creían una raza superior, persiguieron a los judíos porque eran judíos; persiguieron a los yugoslavos porque eran yugoslavos; persiguieron a los polacos porque eran polacos; persiguieron a los eslavos porque eran eslavos; y en nombre de esos prejuicios, cometieron los peores crímenes y las peores depredaciones.

Nosotros, que somos un pueblo en el que figuran hombres de todos los colores y de ningún color; nosotros, que somos un pueblo constituido por distintos componentes raciales, ¿cómo vamos a cometer la estupidez y el absurdo de dar albergue al virus de la discriminación? Aquí, en esta multitud, veo blancos y veo negros, porque el pueblo es eso: el pueblo está integrado por blancos y por negros y por amarillos. Y eso debe ser Cuba. Eso es lo que debe predominar entre nosotros. Si hay que defender la Revolución y empuñar un fusil, que lo hagan blancos, negros y mulatos; si hay que defender la patria, que empuñemos las armas blancos, y negros, y mulatos, y trigueños, y rubios. ¿O es que aquí hay alguien tan insensato que a la hora del sacrificio, que a la hora de pelear, le diga al hombre que está al lado con el fusil, para defenderle la vida, ¡quítate del lado mío, porque eres negro!? ¿Quién va a hacer eso? [...]

   

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