La Revolución no es una obra fácil

(Fragmentos del discurso pronunciado por el Comandante Fidel Castro Ruz, Primer Ministro del Gobierno Revolucionario, en la Asamblea de la COA, celebrada en el Palacio de los Trabajadores, el 30 de marzo de 1959).

[¼ ] Todo el esfuerzo y toda la consigna de consumir artículos del país, de abrir de nuevo las destilerías para que una parte de la gasolina que se gasta aquí sea alcohol que se produzca en el país (APLAUSOS), todo ese esfuerzo tiende a ahorrar reservas desesperadamente; todo el esfuerzo que hacemos y el sacrificio que les pedimos a los trabajadores azucareros para hacer la zafra, tenían el propósito de traer al país la mayor cantidad de divisas posibles, porque tenemos esa doble tarea: aumentar las divisas y disponer de capital para la industrialización.

Es que cualquier medida... Eso implica un gasto de tantos millones de pesos que se extraen de la reserva. La maquinaria agrícola que tenemos que comprar... Claro que ahora no compraremos Cadillacs, ya no se comprarán Cadillacs aquí. Lo que antes se gastaba en Cadillacs lo gastaremos ahora en tractores para la agricultura (APLAUSOS).

Así que es bueno que el pueblo, al que nunca le han dado cuenta de estos problemas, porque, o no les ha importado a los gobiernos, o no han querido darle cuenta al pueblo de estos problemas, o se lo han escrito en un lenguaje muy complicado, pues es conveniente que el pueblo vaya conociendo de todas estas cuestiones, para que siga con el mayor acierto posible toda la estrategia y toda la línea de la Revolución; porque, como decía, la Revolución es la que puede redimir al país, la que redimirá al país, y, en definitiva, la que librará al país de todas las lacras, de todos los vicios y de todos los males o, por lo menos, de una gran parte de los males que nos vienen de atrás.

Y, como la Revolución tiene sus enemigos —los tuvo en aquella etapa, los tiene ahora y tratarán de que tenga en el mundo el mayor número de enemigos posible—, las campañas que se hacen son para ir a decirle allá, a lo mejor, al infeliz campesino de cualquiera de esos pueblos de América, a esos campesinos que en otros lugares de América viven pasando hambre en interminables latifundios, a los obreros que ganan salarios de miseria, ir a decirles allí que nosotros somos malísimos, que somos unos crueles, que somos unos vengativos y que nos estamos vengando aquí de los pobrecitos esbirros y criminales de guerra; que somos unos despiadados, unos incivilizados y unos inhumanos.

Toda esa política tiende a debilitar a la Revolución Cubana en la simpatía y en el respaldo que pueda tener en el resto del mundo. Porque, claro, hay poderosos consorcios, grandes recursos económicos, la oligarquía internacional, los reaccionarios de todas partes del mundo, que le tienen terror a las revoluciones, porque ponen fin a muchos abusos, a muchos privilegios, y no quieren que el ejemplo de la reforma agraria, etcétera, etcétera, pueda ser imitado. Por eso las calumnias contra Cuba encuentran eco, y en la gente incauta penetra.

Hay revistas, como esa revista "Time", que se dedica sistemáticamente y tenazmente a hacer una campaña contra la Revolución, sembrando allí la duda en la opinión pública de Estados Unidos, en los campesinos, en los obreros, en los estudiantes, en los profesionales, en fin, en todo el conjunto que integra la parte mayoritaria de la opinión pública, donde había y hay mucha simpatía por la Revolución Cubana, tratando de sembrar allí también la duda y la cizaña contra la Revolución [¼ ].

Así que la Revolución Cubana es una obra difícil, no es de ninguna manera una obra fácil; nadie debe pensar que sea fácil. La Revolución no debe creerse nadie que es una tarea fácil; si nos creemos que es una tarea fácil, estaremos incurriendo en un gran error.

Siempre nosotros, durante la guerra, pintábamos las cosas como eran; y, cuando venían las ofensivas grandes, no andábamos ocultándole a nadie la realidad; todo el mundo preparado siempre, consciente de los grandes peligros, pues tomaba las medidas y se adoptaba la conducta que debía adoptarse en los momentos difíciles. Y ese era un factor esencial para superar los peligros.

El pueblo de Cuba, los obreros, todo el pueblo, tiene que estar muy consciente de que la Revolución es una tarea difícil, porque no se destruye impunemente una serie de privilegios, no se viene abajo impunemente todo un sistema político y toda una serie de costumbres que han imperado a lo mejor durante siglos; incluso, las mentes no se cambian de un día para otro.

Ahora es cuando mucha gente empieza a comprender que la Revolución es un problema no solo de leyes, no solo de cambio de hombres, sino de cambio de mentalidad; hay mucha gente que empieza a darse cuenta ahora de que la Revolución es un cambio de mentalidad y ya empiezan a ver las cosas distintas (APLAUSOS).

   

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