El proceso que nosotros tenemos es de rectificación.
Una gran parte, porque en algunos casos individuos eficientes no
ocuparon los cargos. Pero no hay que apurarse. Esta es una
Revolución. La revolución es un proceso de elección y el que en una
revolución no sirva, se queda atrás. El problema es mantener firme
el propósito de rectificar. Esto, independiente del problema de
Educación. El ministro de Educación es un muchacho joven y muy
entusiasta y capaz [se refiere a Armando Hart Dávalos]. Ha tenido
más problemas que nadie, porque había muchos maestros que habían
aspirado en las elecciones, muchos maestros que fueron nombrados por
la libre, de nombramiento libre. Luego, casos de maestros interinos
porque estaban ausentes los otros y se les llamó a sus cargos. Casos
de maestros que por su vinculación evidente y notoria con el régimen
había que quitar, y luego, el caso de los inspectores. Yo estuve un
día hablando con el ministro de Educación, y me explicó que había
una cantidad fabulosa de inspectores, una cantidad excesiva. Es que
aquí a todo el mundo lo nombraron inspector.
Hay casos en que hay que rectificar o dejar las
cosas como están, porque se puede ir contra la pedagogía, contra los
intereses de la educación. Yo creo que Educación es uno de los
ministerios en que deben agotarse todos los esfuerzos para ponerlo a
la altura del propósito educacional que tiene la Revo-lución.
Habrá algunos desajustes, pero nuestra tendencia
será darles empleo a todos los maestros, incluso a aquellos que son
de nombramiento libre, a los internos, e incluso al que se le impuso
una sanción, que se les va a dar una oportunidad cuando demuestren
su propósito de rectificar los errores en que cayeron.
La aspiración de nosotros es crear cuantas miles de
plazas de maestros sean necesarias. No pararemos hasta que el último
maestro esté con un aula, enseñando. Por tanto, en Educación, hoy sí
hay que hacer reajustes y tomar medidas para preparar al ministerio
adecuadamente, porque es uno de los más importantes para la
Revolución, pero que todos los maestros que hayan actuado
eficientemente y los que no hayan tenido nunca trabajo, van a tener
la oportunidad que nunca tuvieron [¼ ]
[¼ ] Hay quien piensa que
no; que esto debe seguir como estaba antes, y que yo estoy obligado
a hacerle gracia a todo el mundo, que todas las medidas tienen que
caer bien a todo el mundo. Y quiero que me digan si con tantas
desigualdades, injusticias y expoliaciones podía uno estar bien con
todo el mundo. Es imposible que esto se considerara bien por los
usufructuarios de los privilegios. Pero basta que usted no comulgue
con los prejuicios en boga, con los intereses creados, con que no se
deje arrastrar por la rutina de siempre y se oponga a lo que hasta
hoy nadie se había opuesto, para que usted se gane la enemistad de
infinidad de gente aquí [¼ ]
[¼ ] Y es que no hay cosa
que busque más enemigos que oponerse a la rutina, a las mentiras
convencionales, a todo lo que indica la tradición, a la cual se ha
acostumbrado la gente, hasta por mentalidad. Hay gente que ya se
acostumbró a pensar de una manera, y cuando algo choca con su
costumbre de pensar, aunque no lesione sus intereses, choca con su
mentalidad y reacciona en contra de una idea.
Es la eterna lucha en que se ha debatido la
humanidad, entre el espíritu de renovación y progreso y el espíritu
conservador, retardador y tradicionalista. Esa es la batalla. Lo que
ocurre es que algunas veces el espíritu conservador predomina sobre
el espíritu renovador, y otras veces, como ahora, el espíritu
renovador está ganando la batalla al espíritu tradicionalista y
conservador. Pero los intereses creados y los privilegios tienen su
gran aliado en la costumbre de pensar de la gente, que piensa de
acuerdo con el pasado, y su mentalidad tiene que evolucionar [¼
]
[¼ ] Y por eso,
desgraciadamente —no me cansaré de repetirlo—, el peor enemigo que
tiene la Revolución es el espíritu conservador y tradicionalista."