Dos clases de discriminación

(Fragmentos del discurso del Comandante en Jefe Fidel Castro en la concentración popular en el Palacio Presidencial en La Habana, el 22 de marzo de 1959)

[...] Porque es cierto que ha existido en nuestra patria, en algunos sectores, el bochornoso procedimiento de excluir al negro del trabajo.

Todo el mundo sabe que no soy demagogo, todo el mundo sabe que odio la demagogia, todo el mundo sabe que jamás toco un problema si no lo siento, que jamás toco un problema si no lo hago con absoluta honradez. Hay dos tipos de discriminación racial: una, es la discriminación en centros de recreo o en centros culturales, y otra, que es la peor, la primera que tenemos que evitar, la discriminación racial en los centros de trabajo, porque se limitan las posibilidades de acceso a determinados círculos en la primera, y en la otra, mil veces más cruel, porque se limita el acceso a los centros donde puedan ganarse la vida; limita las posilibilidades de satisfacer sus necesidades, y así cometemos el crimen de que al sector más pobre le negamos precisamente más que a nadie las posibilidades de trabajar; cometemos el crimen de que mientras la sociedad colonial hacía trabajar al negro como esclavo, y hacía trabajar al negro más que a nadie, y hacía trabajar al negro sin retribución alguna, en esta sociedad actual, a la que algunos han querido llamar "sociedad democrática", sucede todo lo contrario, se le quiere impedir que trabaje para ganarse la vida. Así, mientras la colonia lo mataba de trabajo y lo mataba a palos, nosotros queremos matar de hambre a nuestros hermanos negros.

No debiera ser necesario el dictar una ley, no debiera ser necesario dictarla para fijar un derecho que es un derecho que se tiene por la simple razón de ser un ser humano y un miembro de la sociedad. No debiera ser necesario dictar una ley contra los prejuicios absurdos; lo que hay que dictar es el anatema y la condenación pública contra aquellos hombres llenos de pasados resabios, de pasados prejuicios, que tienen el poco escrúpulo de venir a discriminar a unos cubanos, de venir a maltratar a unos cubanos por cuestiones de piel más clara o más oscura, porque en definitiva, todos las tenemos más clara o más oscura. Porque aquí el que no la tiene un poco morena, porque viene de español, y a España la colonizaron los moros, y los moros venían de África, la tenemos más o menos morena porque nos viene directamente de África, pero nadie se puede considerar de raza pura, y mucho menos de raza superior.

Y, por lo tanto, de la misma manera que para establecer y llevar adelante una campaña en favor del consumo de productos nacionales, sin necesidad de dictarse una ley ni sanciones penales, vamos a ponerle fin a la discriminación racial en los centros de trabajo, haciendo una campaña para que se ponga fin a ese odioso y repugnante sistema con una nueva consigna: oportunidades de trabajo para todos los cubanos, sin discriminación de razas; o sea, que cese la discriminación racial en los centros de trabajo; que blancos y negros nos pongamos todos de acuerdo y nos juntemos todos para poner fin a la odiosa discriminación racial en los centros de trabajo. Así iremos forjando, paso a paso, la patria nueva.

Hay exclusivismo en los centros de recreo. ¿Por qué? Porque se educaron separados el blanco y el negro, pero en la escuelita pública no viven separados el blanco y el negro; en las escuelitas públicas aprenden a vivir juntos, como hermanos, el blanco y el negro; y si en la escuela pública se juntan, se juntan después también en los centros de recreo; se juntan en todas partes; pero cuando se les educa separados, y la aristocracia educa a sus hijos separados del negro, es lógico que después no puedan estar juntos en los centros culturales o de recreo el blanco y el negro. [...]

   

SubirSubir