[¼ ] Imaginad la patria
del futuro, con todo lo que la Revolución, en todos los órdenes, va
a conquistar para el pueblo; pero esos frutos tienen que ser la
consecuencia de las semillas de hoy, de los sacrificios de hoy, de
los sacrificios que son como semillas que vamos sembrando en el
surco que la dignidad y el espíritu patriótico van abriendo hacia el
futuro de la Patria. Yo vi hoy cómo muchos padres y muchas madres
llevaban a sus hijos en el hombro; no era solo una manifestación de
pueblo, era también una manifestación de sentimientos y de
esperanza; la esperanza que alberga un pueblo, cuando lleva a sus
hijos en un desfile patriótico, y eso solo ocurre en las grandes
horas de la historia de los pueblos; solo en sus grandes horas, en
sus horas luminosas, los pueblos llevan a sus hijos al hombro, y es
que esos niños constituyen todo un símbolo, porque ellos serán más
que nosotros los que recojan los mejores frutos de los sacrificios y
del trabajo que hoy todos estamos realizando.
Tal vez a nosotros no nos llevaron nunca en hombros
a manifestaciones públicas cuando éramos niños; a nosotros nos
educaron sin esperanza, nosotros crecimos sin esperanza, los que
vinieron antes que nosotros no sembraron para nosotros sino dolor y
lágrimas, no sembraron para nosotros sino amargura y miseria, no
sembraron para nosotros sino tragedia y luto, tiranía y corrupción;
no sembraron para nosotros sino desesperanza y hemos sufrido
nosotros las consecuencias del pasado, hemos sufrido todas las
desventuras y yo veo en cada hombre desesperado que se acerca a mí,
en cada madre que llora porque dice que hace tres días que no le
lleva el pan a sus hijos, el fruto de la semilla maldita que el
pasado sembró para nosotros.
Por eso me llena de emoción cuando veo a esos hijos
sobre los hombros de sus padres y pienso qué generosa es esta
generación que está sembrando un porvenir mejor para sus hijos. Que
por nuestra propia culpa, por nuestra inconsciencia, por nuestros
prejuicios seculares, por nuestra falta de madurez no se frustre el
porvenir que estamos sembrando para esos niños [¼
]
[¼ ] Nos dirán que el
porvenir es incierto; nos dijeron aquí que el porvenir es incierto y
en verdad que resulta triste pensar que esos sueños relacionados con
las mejores ilusiones de la especie humana, que son en la esencia
misma de los mejores sentimientos de la especie humana, que es el
paraíso que queremos forjar para nuestros hijos, nos lo destruyan
con bombas atómicas. En verdad que es penoso y triste pensar que
todas las casas que hayamos de construir con tantas ilusiones, nos
las destruyan con una sola bomba de hidrógeno en un segundo fatal. Y
en verdad que es triste pensar que todos los sueños de un pueblo
pueden ser fatalmente destruidos por la incomprensión, por las
pugnas en el mundo, porque se llegase un día al suicidio de la
especie en una guerra atómica. En verdad que es triste; pero frente
a eso, ¿por qué sembrar el pesimismo? Y mucho menos, frente a eso,
¿por qué sembrar el conformismo?
¿Por qué decir que frente a esa tragedia lo que
tenemos que hacer es sumarnos a uno de los bandos? ¿Por qué decir
que la América entera tiene que sumarse a uno de los bandos? ¿Por
qué no proclamar nuestro derecho a vivir, aunque nos maten? ¿Por qué
no proclamar nuestro derecho a vivir, aunque nos destruyan? ¿Por qué
no decir aquí toda la verdad? ¿Por qué no decir que mientras hay
bases militares de una de esas potencias aquí y allá el país se
prepara para defenderse y allá cuenta con medidas de defensa civil y
allá cuenta con refugios frente a los ataques atómicos, nosotros que
tenemos bases aquí, en cambio no tenemos un miserable hoyito donde
meternos en caso de ataque atómico? ¿Por qué no decir que mientras
se juega con los peligros de la guerra, nosotros estamos indefensos,
nosotros estamos aquí prestos a ser masacrados sin esperanza alguna?
¿Por qué no decir estas verdades? ¿Por qué no decir, además, que
habiéndose acudido al pueblo de Cuba en todas las guerras, cuando
las guerras han pasado le han quitado su cuota azucarera y lo han
pisoteado? [...]
¿Por qué no decir que las agresiones que a nosotros
nos preocupan en estos momentos, no vienen precisamente de otro
continente?
¿Por qué no decir que las agresiones que nos
preocupan a nosotros pueden venir de manos mercenarias, desde las
playas de La Florida o de Santo Domingo? Porque todos los pueblos
tienen sus problemas y nuestros problemas son nuestros problemas;
que no nos echen encima los problemas de otros pueblos.
Que podemos ser destruidos, ¿y qué? Vivir en la
humillación, vivir de rodillas: ¿para qué?
Aquí se dijo que había que preparar al pueblo para
defender la Revolución. Aquí se habló de entrenar a los trabajadores
y yo digo más: aquí hay que entrenar hasta a los niños y a las
mujeres. Y entrenar a todo el pueblo en su propia defensa para ver
si se le ocurre venir una expedicioncita, para ver qué esperanza le
puede quedar a los enemigos de la Revolución, porque los enemigos de
la Revolución no pueden derrotar a la Revolución[¼
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