Quiero cumplir con mi deber sagrado con el pueblo

(Fragmentos del discurso pronunciado por el Comandante en Jefe Fidel Castro en la concentración de la Avenida Michelsen. Santiago de Cuba, 11 de marzo de 1959)

Quiero que ustedes sepan que yo me dedico a este trabajo agotador por servir al pueblo, porque yo quiero cumplir con todos los postulados de la Revolución, por eso trabajo por ustedes, en beneficio de ustedes.

No estoy aquí haciendo demagogia, no estoy aquí por el cariño del pueblo, pues ese lo tengo desde el primer momento. Estoy aquí porque tengo y quiero cumplir con mi deber sagrado con el pueblo. Con este pueblo cuyo instinto no lo engaña y por eso permanece a nuestro lado con toda lealtad, porque el pueblo sabe que lo estamos defendiendo, sabe que esta es una Revolución que tiene que defender, sabe que en ella está su futuro y tiene que defenderlo, sabe que puede confiar en nosotros, sabe que tiene con nosotros hombres que sabrán morir cumpliendo con su deber, hombres que sabrán caer defendiendo la patria, hombres que no lo abandonarán. Porque nuestro pueblo, que ha sufrido tanto, tiene derecho a tener un gobierno que lo defienda y que no le haga como los otros que lo olvidaron poniéndose al servicio de unos pocos intereses.

No comprenden que el pueblo estará junto a nosotros siempre, porque siempre seremos honrados, porque nunca nos verán vacilantes y siempre trabajando al servicio del pueblo. A mí mismo no me verán jamás como un señor encumbrado, sino como un hombre del pueblo, que le habla al pueblo en su lenguaje, para que el pueblo lo entienda, limpio de retórica y de palabrería. Le hablo al pueblo con franqueza y eso no se puede disimular, porque el pueblo sabe quién es un pícaro, un descarado y un politiquero, y sabe también quién es un hombre honrado y sincero.

¿Y quieren saber cuál es el secreto de la fuerza de la Revolución y la razón del respaldo de nuestro pueblo? Pues es muy sencillo: Yo soy un individuo más del pueblo, aquí todo el mundo me ve como un individuo más del pueblo, como un hermano, como un primo, como un pariente, todo el mundo me dice Fidel. Antes ustedes saben lo que pasaba cuando alguno salía representante, ya más nadie lo volvía a ver, se compraba un Cadillac, se ponía un dril cien, ltin sombrero y ya no quería hablar ni con los amigos.

No ando con engaños ni con mentiras, digo aquí lo que siento, lo digo sin demagogia ni hipocresía [¼ ] Yo no estoy lucrando aquí por la gloria. Hay quien lucha por la gloria, por vanidad, para que le hagan una estatua. No estoy luchando por estatuas, lucho porque lo siento, porque cada uno tiene que cumplir con un deber en esta vida y mi deber me tocó a mí como pudiera haberle tocado a cualquier otro, y yo cumplo con mi deber con un sentimiento. No quiero estatuas, ni en esta vida ni después de muerto, no quiero nada, no lucho ni por interés material ni por interés moral, ni porque me aplaudan ni nada, lucho porque estimo que este es mi deber. Mi premio es cada vez que le haga un bien a alguien sentirme satisfecho, mi premio es cada vez que vea a una familia feliz, sentirme satisfecho, cada vez que vea una escuela nueva que se levante, sentirme satisfecho, cada vez que vea un hospital nuevo [...]

Mi premio no puede ser jamás dinero, mi premio no puede ser jamás honores, no podrá ser otra cosa mi premio que la satisfacción infinita de ver al hombre sano, limpio, noble, honesto. La política no me importa, los cargos no me importan, me da lo mismo ser premier que no ser nada, la presidencia no me interesa [...]

A mí no me interesa más que una cosa: cumplir con mi deber, mi deseo es hacerlo bien, como humano sé que no lo puedo hacer perfecto, como humano sé que puedo cometer errores, errores cometeré, pero nunca actuaré de mala fe, me podrán decir, se equivocó pero no es un sinvergüenza. Me podrán decir que no lo haya hecho todo, pero no que no haya hecho todo lo que haya podido porque haré todo lo que pueda, y cuando no haga más o no lo haga mejor será porque no pueda, entonces vendrán otros y lo harán mejor, yo haré mi tarea, otros vendrán después.

Yo hablo así aquí como no he hablado nunca con estos sentimientos, y es justo que lo haga porque mi corazón, mi vida están unidos a esta tierra, están unidos a esta provincia, están unidos a esta ciudad. Vine aquí mucho antes del 10 de marzo, hice una promesa y le dije al pueblo, mientras manos mercenarias tengan fusiles para oprimir al pueblo, a nuestra patria, cambiaremos las escobas por fusiles e iremos a combatir [¼ ]

[¼ ] Un especial sentimiento me invade cuando estoy aquí, una especial emoción me invade cuando estoy aquí entre los santiagueros y aquí hago estas confesiones que me salen del alma. Aquí hago estas confesiones que no hago en ninguna otra parte. Aquí tengo que decir lo que siento por el pueblo. Aquí tengo que expresar toda la tristeza que siento al no poder hacer más, ante la convicción que tengo de que es imposible que todo salga bien y perfecto, pero tengo que decir todo eso aquí, ante los limpios orientales, ante los cívicos orientales, tengo que decir aquí que este oriental que nació en Oriente, que luchó en Oriente, que inició la Revolución en Oriente y que tiene en sus manos grandes responsabilidades, será siempre un hombre digno aquí y allá, hoy y siempre [...]

Me voy de Oriente como siempre me he marchado de Oriente: ¡con más fe, con más entusiasmo! Me voy de Oriente llevándome todo lo que me he llevado siempre de Oriente: ¡el espíritu de lucha, la rebeldía, la energía, la fuerza! (APLAUSOS). Me voy de Oriente llevándome lo que siempre vendré a buscar a Oriente, cuando esté triste, cuando esté desanimado —si es que algún día pueda estarlo—, cuando quiera buscar fuerza, vendré a Oriente a buscarla (APLAUSOS).

Nací en esta provincia, en esta provincia luché, en esta provincia fui derrotado, en esta provincia volví a la lucha, en esta provincia vencí, en esta provincia vendré a luchar cuantas veces sea necesario. Y si es preciso venir a morir, ¡en esta provincia vendré a morir! (APLAUSOS).

Soy oriental y con ello soy más cubano. Quiero a Oriente y con ello quiero más a Cuba. Quiero a los orientales y con ello quiero más a todos los cubanos (APLAUSOS).

Y cuando les digan que les han robado la Revolución, digan: ¡Mentira! ¡La Revolución está en el corazón de los que la hicieron y de los que han sabido mantenerla en alto y dirigirla hacia la victoria!

Cuando les digan que nosotros estamos en La Habana, digan: ¡No, es mentira, porque sus pensamientos y sus corazones, jamás abandonarán a Oriente!

   

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